Ni un segundo sin presencia policial en el portal número 23 de la calle Juan de Valladolid, en el barrio de Parquesol. Hasta el punto de que el relevo se lo dan entre los Nacionales y los Municipales. Tal vez durante poco tiempo. Porque este ... miércoles el inmueble que explosionó en la madrugada del martes se blindó. Especialmente el portal, en el que varios operarios colocaron enormes tablones para no dejar ninguna rendija a la improvisación.
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Era una demanda de los vecinos, preocupados al atesorar toda su vida en una vivienda a la que de momento acceden en contadas ocasiones. La estructura del inmueble no corre riesgos, pero la habitabilidad aún tendrá que esperar. ¿Cuánto? Pues se espera que sea en el menor tiempo posible, pues la jornada de este miércoles se centró en rematar la investigación de la Científica y en el inicio de recuperación de los suministros perdidos.
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Marco Alonso
El Norte
De esta forma, durante toda la mañana se compaginaron las labores de desescombro del portal con la investigación de la Policía. Mientras unos sacaban recipientes llenos de escombros y cristales, los otros fotografiaban todos los rincones del foco de la explosión (tercero I). No dejaron recoveco sin inspeccionar. Y todo eso en unas tres horas para finalmente desprecintar el edificio y dejar a técnicos y arquitectos continuar en las labores de rehabilitación.
Ese blindaje con elementos de defensa continuará también con la presencia policial, mientras que no se descarta, incluso, seguridad privada. Y así será hasta que se instalen las puertas de acceso a las viviendas, arrancadas y dañadas por la onda expansiva. Se esperan que esos materiales lleguen este jueves a primera hora.
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Y a partir de ahí, para recuperar la habitabilidad, se trabaja desde ya en recuperar servicios. El primero en llegar será el del agua, mientras que los restantes (electricidad, gas y telecomunicaciones) tardarán, tras las primeras inspecciones, más de lo esperado. Al igual que el servicio de los ascensores, aunque este miércoles se ha barajado la posibilidad de colocar las puertas inexistentes en pisos alternos para recuperar la actividad.
Porque durante todo el día se fueron dando improvisadas juntas de vecinos, con el administrador (felicitado públicamente por el alcalde), el arquitecto y el presidente de la comunidad al frente. Con el realojo completado tras la explosión, muchos se acercaron durante las primeras horas a ver el avance de la rehabilitación. Preguntaban y obtenían respuestas a la par, aunque ellos mismos se empezaban a hacer a la idea de que estarán un tiempo alejados de su casa. Eso sí, con la posibilidad de acceder con más asiduidad.
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En una de esas inmersiones, tras ponerse de acuerdo con la Policía, dos vecinos consiguieron rescatar a sus mascotas durante la mañana. El primero de ellos fue un conejo, que nada más salir se abrazó a su propietaria para recibir más comida. Había sonrisas entre los afectados, tal vez las primeras tras la explosión.
El segundo rescate fue un pez, que abandonó el lugar de la explosión en un recipiente más pequeño. Habían sobrevivido a la deflagración y a un día en soledad tras no poder ser rescatados durante el martes.
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Un día en el que el edificio se blindó y sacó sus primeros rayos de esperanza. Un día menos para volver a sus casas.
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