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Pintura de Juan de la Corte del juego de cañas en Madrid.
Pintura de Juan de la Corte del juego de cañas en Madrid.

El diccionario de Valladolid durante el Siglo de Oro

Anastasio Rojo Vega realizó un inventario de las tradiciones, objetos y elementos más destacados de los siglos XVI y XVII en Valladolid, aquí los diez más reseñables

Domingo, 10 de noviembre 2024, 08:47

Anastasio Rojo Vega, ínclito investigador de la ciudad de Valladolid y colaborador de El Norte de Castilla, recogió durante años la historia de la ciudad que fue capital del reino a través de pliegos y legajos y, con contudencia y elegancia, plasmó los elementos más importantes de la cotidiana rutina del Siglo de Oro en Valladolid.

A continuación, una compilación de los objetos, tradiciones, actividades y comportamientos de los vallisoletanos del siglo XVI y XVII recogidos en un maravilloso tomo editado por la Junta de Castilla y León y recopilado por el egregio Anastasio Rojo Vega. 'Siglo de Oro, Inventario de una época', sirve para ofrecernos un pasaje hacia el pasado, hacia los recónditos lugares de nuestras ciudades, conociendo así una versión inédita de ese inventario material y tradicional de una cultura y de un momento concreto de la historia.

La idea principal pasaba por generar un recuento, sin conclusiones ni análisis, de los elementos principales recogidos en cartas, documentos, y pliegos judiciales que guardan infinidad de detalles del Siglo de Oro y de su cotidianeidad. Pero entendiendo que los lectores podrían verse obligados a consultar otros diccionarios para entender el contenido de este tomo, decidieron ampliar los horizontes del mismo y añadir las definiciones propuestas en enciclopedias de la época sobre las palabras más desconocidas. De esa manera surgió un libro que hoy se ha convertido en un ejemplar de coleccionista que se encuentra en muy pocos lugares y a un muy alto precio. ¿Por qué? El propio Anastasio Rojo lo avisa en su prólogo, pues es el vestigio impreso de las costumbres humanas del siglo más importante de España.

Esta es una selección de las diez de las palabras, objetos, costumbres, e impresiones más características que recoge el libro sobre la tradición vallisoletana del Siglo de Oro.

Algalia: el perfume del Siglo de Oro

La algalia, una secreción extraída de las glándulas de la civeta, se convirtió en uno de los perfumes más cotizados del Renacimiento. Guardada en pequeños frascos de plomo o cuerno, este potente aroma perfumaba las casas de nobles, abogados y doctores desde 1540. Con un precio de 2,250 maravedís en 1570, la algalia no solo se valoraba por su fragancia, sino también por sus propiedades medicinales, usadas contra sofocaciones y desmayos.

Juego de cañas: el torneo de caballeros

El juego de cañas, una simulación de combate a caballo, era uno de los espectáculos más populares en las plazas del Siglo de Oro. Los caballeros galopaban y se lanzaban cañas a modo de lanzas, mientras sus contrincantes se protegían con adargas, persiguiéndose entre ellos en un continuo vaivén. Un juego que evocaba la destreza marcial, donde las cañas se convertían en símbolos de nobleza y tradición.

Caracoles, de la caza al ornamento

Desde instrumentos de caza hasta adornos domésticos, los caracoles se hallaban en las casas de los poderosos en el siglo XVI. Los caracoles de brama servían para atraer ciervos, mientras que los de nácar decoraban los hogares de abogados, banqueros y nobles. Incluso, se les atribuían propiedades medicinales, guardados con esmero por médicos y licenciados de la época.

Entierros: un contraste de clases en la muerte

La diferencia entre ricos y pobres también se veía reflejada en la forma de enterramiento. Mientras los más humildes eran expuestos a la caridad pública para costear su funeral, los de clase alta como Catalina Repela, viuda de un secretario, gastaban sumas considerables, alcanzando los 18,432 maravedís en 1565. Los funerales nobles incluían ataúdes lujosos, alquiler de ropas suntuosas, y limosnas para los pobres y los clérigos que asistían al sepelio.

Gitanos: entre la desconfianza y la admiración

Aunque los gitanos eran vistos con recelo en la sociedad del siglo XVI, sus danzas y vestimentas despertaban fascinación. En 1584, para las festividades del Corpus Christi, se organizó una danza gitana con hombres y mujeres imitando sus característicos movimientos. A pesar de los recelos, su estilo de vida y especialmente sus bailes comenzaron a formar parte de la cultura popular de la época.

Juegos de azar: el entretenimiento del Renacimiento

Los establecimientos de juegos proliferaban en el Siglo de Oro ofreciendo entretenimiento y apuestas al estilo de los actuales billares. Alonso Márquez, propietario de uno de estos lugares en 1590, contaba con mesas de trucos, bolas, tacos y hasta un ajedrez. Las apuestas corrían por cuenta de los espectadores mientras que los perdedores se veían forzados a pedir préstamos al dueño. Este tipo de juegos, junto con los de pelota y bolos, estaban presentes en las casas más prestigiosas de la época.

Panaderos: el alma del sustento diario

Los panaderos jugaban un rol esencial en el siglo XVI, con obligaciones que iban más allá de la simple producción de pan. En hospitales y monasterios se encargaban de entregar grandes cantidades de pan blanco y bazo, destinados tanto a conventos como a los más pobres. Su labor dependía de herramientas artesanales como cedazos, artesas y calderas que convertían la harina en el alimento básico del día a día.

Pomas: el lujo contra la peste

Las pomas, pequeños recipientes redondos de oro o plata, eran mucho más que adornos. Estos objetos, cargados de sustancias aromáticas, se creían eficaces para prevenir la peste. En la casa del doctor Pedro Enríquez se encontraban pomas de ámbar, bronce y esmalte, algunas con ganchos de oro o decoradas con flores. Estos preciados artículos reflejaban la sofisticación y el temor a las enfermedades de la época.

El unicornio: el antídoto más deseado

Considerado el mejor antídoto contra el veneno y la peste, el unicornio se ganó un lugar especial en las casas de la nobleza vallisoletana. No era raro encontrar figuras o trozos de cuerno de unicornio en hogares de abogados, caballeros y hasta obispos. Un trozo de este mítico animal era valorado como un talismán que prometía protección en tiempos en los que la medicina se mezclaba con la superstición.

Vihuelas, el instrumento destacado de Valladolid

Alonso de las Moras, vecino de Burgos, se comprometió a en 1536 a entregar a Pedro de la Arratia, violero, «todas las cuerdas que mi mujer hiciere en su mano». Cada gruesa de cuerdas delgadas a 119 maravedís y las de las gordas a 102. El Conde de Ribadeo tenía cinco muy ricas: una de ébano con sus taraceas y su lazo en la misma tapa, y arriba, un letrero: Diego Castillo. La vihuela era el instrumento de cuerda por excelencia utilizado durante el siglo de oro, y en Valladolid se usaba tanto en entornos cortesanos como populares. La ciudad fue testigo del auge de la vihuela, especialmente en contextos litúrgicos. Cristóbal de Morales fue uno de los grandes trovadores del Siglo de Oro y su presencia en Valladolid refleja la importancia de la música y de la Vihuela en la nobleza y burguesía vallisoletanas.

La próxima semana

Recorremos el Camino de la lengua castellana, un paseo por San Millán de la Cogolla, Santo Domingo de Silos, Valladolid, Salamanca, Ávila y Alcalá de Henares, los hitos que marcan este recorrido por los orígenes de nuestro idioma.

Sobre la firma

León (1996). Graduado en Educación Primaria por la Universidad de León. Realizó el Máster en Arte, Literatura y Cultura Contemporánea en la Universidad Oberta de Catalunya. En Leonoticias desde 2023. Articulista de opinión. Responsable en Leonoticias de 'El Odonista' y 'Edificios Emblemáticos de León' y en El Norte de Castilla de 'LiterArte'.

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