El delincuente de los cuatro alias detenido por unos paquetes de tabaco

La Policía Nacional, a través del teléfono de su novia, pues el presunto autor del crimen no utilizaba móvil, pudo localizar a la propietaria del dispositivo. Estaba en su casa esperando que su pareja le llevara el tabaco. Así la interceptó la Policía, cuando caminaba apresurada hacia la casa de su novio, con un par de cajetillas, y la mujer no tardó en confesar lo que había vivido. Habían pasado 24 horas del crimen ocurrido en plena calle, a pocos metros de la vivienda de la familia Rodríguez Lozano y del instituto cercano, en la calle Zamora de Medina del Campo.

Lo que las acusaciones particulares y algunas de las defensas no se explican, y así se lo hicieron constar a los agentes de policía que participaron en la operación -aunque el magistrado presidente del jurado les advirtió que ese no era el objeto del juicio y declaró impertinente esta pregunta-, es el motivo por el que en ese momento no detuvieron también a la novia, quien finalmente ha sido uno de los testigos de cargo principales del proceso contra El Mancha y sus hermanos, junto con Juan José D. P., el amigo de Borja que le acompañó en el coche a su fatal destino y asistió, en shock, a la brutal agresión que calificó como «una película de vikingos» por lo sorpresivo del ataque, su violencia y su rapidez. Estos testimonios y las explicaciones de los forenses han sido tan convincente, que la fiscal del caso, Leonor Monsalve, ha subido su petición inicial de condena de 20 a 22 años de prisión, una solicitud de condena por asesinato que se aproxima a los 25 años de cárcel que piden las acusaciones particulares.

Según declaró la ahora ex novia de El Mancha -el único de los cuatro acusados por esta causa en prisión- estaban juntos desde hacía un par de años y Borja también era amigo suyo, le conocía desde la infancia porque en Medina «nos conocemos todos». Pero también porque era proveedor de droga, aunque a ellos, dijo la mujer, no les vendía. Cuando el agredido falleció en el hospital de Medina y los agentes hablaron con el testigo Juan José D. P. sobre el autor de la agresión, los policías enseguida supieron de quién hablaba cuando les mencionó el apodo 'Jose cara sucia', a pesar de que el hombre estaba en estado de shock por lo que había presenciado y, como reconoció uno de los agentes que intervinieron, «fue muy difícil tomarle declaración porque estaba muy nervioso». Esa patrulla que fue al hospital lanzó la alarma a la central, que mandó una segunda patrulla a la casa de la familia Rodríguez Lozano, en la calle Barrionuevo. Los policías de Medina conocen bien la larga trayectoria delictiva de 'Josito', que en aquel momento se encontraba en busca y captura por otra causa, el atraco violento a un comerciante del pueblo.

La madre franqueó el paso a la vivienda de los agentes para que se cercioraran de que el presunto autor del navajazo mortal no se encontraba allí. Los hermanos fueron detenidos en la parte trasera de la casa. También uno que era menor en el momento de los hechos. «Se negaron a hablar con nosotros y entendimos que estaban implicados», señaló uno de los agentes que participaron en la operación.

«'Jose' me llevó con él a una casa hasta el día siguiente y estuvimos allí escondidos», declaró la testigo, que cree que fue aquella misma noche, en esa casa de la carretera de Nava, distante a una media hora del domicilio de los Rodríguez Lozano, mientras ella dormía, cuando su ex pareja se deshizo de la navaja ensangrentada que le había enseñado antes. Al día siguiente, la mujer fue a cargar el teléfono y llamó a su madre para decirle que estaba bien. Luego fue a buscar tabaco para su novio y cuando iba hacia su casa fue interceptada por la policía y confesó. La detención se produjo pasadas las cinco de la tarde. «Rodearon la casa cuarenta policías», recordó la mujer, quien señaló que creía que cuando ella llegó 'Jose' había consumido drogas porque «se lo veo en los ojos y se pone muy nervioso». Ambos tenían en común el consumo temprano de drogas, principalmente cocaína y porros de hachís, pero Rebeca contó que su novio era reservado «sobre sus cosas, nunca contaba nada» y que incluso le mentía habitualmente. Según los forenses. El Mancha tiene un trastorno de personalidad y de adaptación y se le recetó medicación en su día, pero ese trastorno no afecta a su capacidad de diferenciar el bien y el mal.