Una puñalada en el pulmón mató a Borja, pero la paliza «le añadió sufrimiento»

Los forenses fueron claros: lo que mató a Borja fue una de las cinco puñaladas que recibió, pues le perforó el pulmón tras romperle la octava costilla. Esa fue mortal de necesidad. El resto de contusiones que presentaba fueron realizadas con objetos romos, compatibles con los palos. Estos golpes no le mataron y, de hecho, han indicado, las lesiones habrían podido curar antes de siete días. Pero estos golpes, que recibió mientras se encontraba en el suelo y cuando ya le habían asestado las puñaladas, «sí agravaron su sufrimiento», respondieron los peritos a la pregunta del magistrado Juan Miguel Donis Carracedo.

Incidió en ese sufrimiento la situación de estrés que vivió la víctima, con El Mancha sobre él apuñalándole y los otros tres hermanos a su alrededor golpeándole con palos y propinándole patadas, una agresión que solo paró cuando vieron que se acercaba su padre, según refirieron los testigos interrogados el jueves. Aunque también a esa situación de estrés y «de descarga de adrenalina que acelera el pulso y bombea más sangre» por la agresión múltiple, y en respuesta del forense a la letrada Gema Hernández García, abogada de oficio de Juan Antonio Rodríguez Lozano, contribuyó el hecho (corroborado por la autopsia) de que la víctima había consumido un variado cóctel de drogas, pues había estado «de fiesta» con su amigo durante horas, antes de acudir al encuentro con El Mancha que le costó la vida.

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A los forenses también se les preguntó por el estado mental de José Rodríguez Lozano y sus capacidades cognitivas y volitivas como politoxicómano respecto de la noche de autos. El hecho de que sea consumidor desde los 12 años, explicó el perito, no significa que pierda su capacidad de entender y diferenciar el bien del mal. El médico puntualizó que el acusado principal del crimen «lo que tiene diagnosticado es un trastorno de la personalidad y de adaptación». No obstante, tampoco descartó que si hubiera consumido drogas aquella noche, algo que no consta en ningún informe médico de los que se le realizaron, ello hubiera afectado a sus capacidades según el estado de su intoxicación«.

Tampoco su hermano Juan Antonio, a pesar de que tiene diagnosticada una «inteligencia límite» tendría afectadas sus capacidades para discernir el bien y el mal. Simplemente, explicaron, «estas personas son más influenciables e impulsivas». Los forenses comentaron que este acusado no fue nada «colaborativo» durante la entrevista que intentaron realizarle a petición de su abogada defensora y aludieron a que la única respuesta que les dio es que «se le quedaba la mente en blanco» y que veía «luces azules».

El juicio se retomará el próximo lunes en una sesión en la que las partes presentarán al jurado sus conclusiones finales, antes de que sus miembros se retiren a deliberar sobre el objeto del veredicto.