'Amelia', mujer víctima de maltrato psicológico

«No debes acostumbrarte a lo que te hace sentir mal»

Lleva consigo un diagnóstico de trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y un trastorno por estrés postraumático derivado de las experiencias vividas. Sin embargo, insiste en que su verdadera historia no es la de una víctima, sino la de una mujer que tomó las riendas de su vida en las circunstancias más adversas. «Para mí, lo importante no es el pasado, sino cómo gestiono el presente. Mi propósito es motivar a otras mujeres para que sepan que siempre hay un camino hacia adelante».

Hace seis años que se divorció. Estuvo casada durante 28 años y la mayor parte de los cuales no fue consciente de todo lo que estaba viviendo porque, según asegura, «todo se desarrollaba en silencio». Su primera toma de conciencia llegó cuando, en medio de una recaída de un problema de salud, se dio cuenta de que estaba sufriendo maltrato psicológico y que era una situación que se sostenía en el tiempo. «Fue como un despertar. Me pregunté: ¿qué está pasando en mi vida? Y, sobre todo, ¿cómo puedo salir de esto?».

El camino no fue fácil. A la incertidumbre económica se sumaba una discapacidad que la alejaba del mercado laboral. Sin embargo, encontró una fuerza inesperada en su interior. «Yo no sabía si iba a poder volver a trabajar y ser capaz de salir adelante. Pero me ayudó enormemente encontrar en mí algo que no había sido consciente que tenía y era la dignidad», cuenta esta superviviente, que encontró el apoyo que necesitaba en la asociación Inserta Empleo, que trabaja con mujeres con discapacidad. Allí, no solo accedió a recursos para la reintegración laboral, sino que inició un proceso de sanación emocional.

«Me animaron a participar en el proyecto Mujeres en Modo ON de la ONCE y eso fue clave. No solo me ayudaron a buscar trabajo, sino a reencontrarme conmigo misma, con esa mujer que había quedado escondida tras años de miedo y dolor», expone. «Uno tiene que hacer un proceso de autoperdón. Es ahí cuando me doy cuenta de que no estoy viviendo mi vida, sino que estoy viviendo la vida de otra persona. Supe que tenía que tomar las riendas de la mía, pasase lo que pasase. A partir de ahí, empecé un nuevo camino que era para mí totalmente desconocido».

Arrancó el 2024 haciendo frente a los temores, enviando sus primeros currículums, recibiendo las primeras llamadas y acudiendo a las primeras entrevistas de trabajo. Su primer empleo tras el divorcio fue una sustitución temporal de unos días durante este pasado verano. Aunque breve y a media jornada, ese contrato marcó un antes y un después. «Decidí que iba a decir sí. Ese primer día, con mis zapatillas y una camiseta, me sentí lista. Fue un momento pequeño, pero inmenso».

Esa oportunidad inicial abrió puertas a un nuevo empleo, de más horas, dentro de esa misma empresa. «Escuchar a alguien decirme 'gracias', por algo tan simple como pasar una llamada, fue inmenso. Sentí que volvía a ser útil. Me sentí capaz. Me sentí viva. Soy yo la que siento que debo darles las gracias a mis compañeros por lo que están dándome ellos a mí», añade emocionada.

Hoy, Amelia no solo vive con la convicción de que su historia puede inspirar a otras. «Si algo he aprendido es que no te puedes acostumbrar a lo que te hace sentir mal. Hay que confiar en la vida, en la que tú eres, no en las circunstancias. Dar el paso correcto siempre abre caminos», afirma mostrando toda su fortaleza interior y el agradecimiento a todas esas personas que le han ayudado en el proceso. «El miedo sigue ahí, pero también la certeza de que soy capaz de enfrentarlo. Y si mi historia puede servir a alguien más, ya ha valido la pena», concluye.