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Ana Hernando posa ante 'Danzando para la luna'. Jose C. Castillo

Valladolid

'Danzando para la luna', 25 años después

La escultora Ana Hernando revive la inauguración de su primera escultura pública

Ignacio Repilado

Valladolid

Lunes, 29 de abril 2024, 20:02

Velázquez, Goya, Picasso… Son muchos los artistas cuya obra ha logrado perdurar con el paso del tiempo y la sola escucha de su nombre basta para traer a la mente algunas de sus creaciones. Sin embargo, quienes viven en el centro de las ciudades, en ... su día a día pasan junto a obras de arte que en muchas ocasiones no son consideradas creaciones maestras (aunque algunas ciertamente lo sean). La cotidianidad de su existencia les ha concedido un papel en el imaginario colectivo más cercano al público, similar al que desempeña aquella persona con la que siempre uno coincide al subir al autobús, y bien diferenciado de 'Las Meninas', intocable y frágil entre cuatro paredes en su pedestal de El Prado.

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Este no es el caso de 'Guardia Urbano', que saluda dando los buenos días a todos aquellos que transitan diariamente las calles Doctrinos o María de Molina en Valladolid. Algo similar ocurre con 'Danzando para la luna', ubicada en la avenida de Segovia, en el cruce con la calle Mallorca; que este año está de celebración, pues se cumplen 25 años de su inauguración. Ambas obras son creación de la misma artista, Ana Hernando. Una persona que, al igual que su obra, se muestra cercana a la gente, siempre abierta a conversar y compartir emociones.

Natural de Miraflores de la Sierra (Madrid), el vínculo que Ana mantiene con la ciudad de Valladolid está directamente relacionado con su obra, puesto que la ciudad acogió la inauguración de su primera escultura pública. Esto sucedió en 1999, después de una exitosa exposición individual en el Palacio de Pimentel, «la cuarta más visitada aquel año en la ciudad», tal y como recuerda Ana. Dos semanas después de la clausura de la exposición, Ana recibió una llamada del Ayuntamiento con el encargo de la realización de una escultura capaz de rendir homenaje a la mujer contemporánea.

Encuentro con la escultura, una de las celebraciones del 25 aniversario de la inauguración de 'Danzando para la luna'. José C. Castillo

Danzando para la luna

La elegida para ello fue la pieza 'Danzando para la luna', una obra «muy especial» para la autora, en la que, según afirma, se ve plasmado su sello personal. La creación, esculpida en bronce en 1999, se ubica en la Avenida de Segovia de Valladolid, a la altura del número 15 (actualmente vallada por las obras en la zona). «Fue la obra más difícil de realizar», recuerda la artista. «Sacar la escultura del estudio y ponerla al servicio de todo el que pase por allí por primera vez supuso un reto impresionante, ya que la obra pública es un examen permanente con una dificultad técnica considerable».

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«Siempre he tenido la necesidad de expresar emociones que todos sentimos y a menudo no sabemos cómo reflejar».

Ana Hernando

Escultora

Los inicios nunca son fáciles. «Nosotros no queríamos que cursase Bellas Artes», admite Ana, su madre; «aunque desde pequeña tenía madera de artista». «Al llegar la Navidad, le gustaba dibujar felicitaciones para toda la familia». Sin embargo, fue al experimentar con plastilina cuando Hernando encontró nuevas formas de dar rienda suelta a su imaginación. Este inicio en la escultura más tarde la llevó a estudiar Bellas Artes, momento en el que se especializó en esta disciplina artística, no sin antes encontrar un buen recibimiento durante su etapa en el Instituto Marqués de Santillana de Colmenar Viejo. «Siempre he tenido mucho apoyo a partir del propio trabajo. Ha sido mucha la gente que ha conectado con mi obra», afirma.

La escultora, trabajando en la creación de 'Danzando para la luna', en 1999. Ana Hernando

Después de recibir una beca del Ministerio de Cultura en 1997, Ana logró completar la colección de 20 esculturas en la que estaba trabajando en ese momento. Con posterioridad, se ofreció a exponer su trabajo en el Palacio de Pimentel de Valladolid. «La exposición fue una de las más visitadas aquel año. Fue muy emocionante venir con amigos y ver que había gente esperando a que se abriera la sala». Dos semanas después de aquel momento, recibió el encargo de una escultura para la decoración del barrio de Delicias, 'Danzando para la luna', que se inauguró en 1999. Su elaboración, tal y como detalla la artista, fue compleja, al ser realizada de forma rudimentaria en el establo de un familiar.

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13 esculturas públicas en Madrid y Valladolid y encargos privados

Tras aquella primera inauguración en 1999, la obra pública de Ana Hernando aglutina 13 esculturas repartidas tanto en Valladolid como en diferentes pueblos de la Sierra Norte de Madrid, como Colmenar Viejo, Guadalix de la Sierra o su Miraflores natal. En Valladolid cuenta con otras obras, como 'Guardia Urbano', un encargo por parte del Consistorio que recibió en 2002. Con esta escultura, la artista buscó un homenaje contemporáneo a la figura de los policías municipales que representara la cercanía y el servicio, dotando al rostro de una expresividad entrañable. «El día siguiente de su inauguración fue toda una fiesta, con policías vestidos de gala y caballos», recuerda su madre, emocionada. Sin embargo, una sorpresa mayor para la artista fue la decisión de su nombramiento como Guardia Urbano de Honor.

'Danzando para la luna', 'Guardia urbano' (en su inauguración en 2002) y 'Relieve de Nicomedes Ruiz de la Peña'. El Norte

En su taller de Guadalix de la Sierra también se ha creado el relieve de Nicomedes Sanz y Ruiz de la Peña, que ahora se puede ver en el exterior de la casa del poeta en la calle López Gómez. Esta obra, además, representa otra faceta de la artista, quien a menudo trabaja sobre medallas, lo que le permitió realizar la obra con tan solo cinco centímetros de grosor. Sobre este relieve versa una anécdota curiosa. Tal y como la artista recuerda, tras el encargo en el año 2000 visitó la casa del poeta para recopilar información que pudiese reflejar su carácter castellano en el retrato que compone el relieve. «Intenté conseguir fotografías de su edad madura sin ser un anciano, pero no hubo manera, por lo que tuve que imaginar cómo podría ser unos setenta años después a partir de sus fotos de la 'mili' y de las últimas, a la edad de 90». «Tras arduo trabajo, mi sorpresa fue mayúscula al ver la foto que justamente necesitaba, la última que se hizo para renovar el DNI, en la invitación al recital poético que tuvo lugar después de la inauguración del relieve». Sobre si Valladolid acogerá nuevas esculturas de su creación, Ana responde con humor. «Popularmente se dice que no hay dos sin tres, pero ojalá que no haya tres sin cuatro».

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Obras sin rostro para que cualquiera pueda verse reflejado

Una de las características de las diferentes obras de Ana (a excepción de los retratos) es la ausencia de rostro. Este peculiar «lenguaje propio» de la artista permite que «cualquiera pueda verse reflejado en las obras», al mismo tiempo que realiza una síntesis de la anatomía humana y del movimiento. Para ello, la artista busca la esencia de la emoción a través del movimiento.

Una escultura para homenajear a las víctimas de covid

Especialmente significativa es su composición 'En un abrazo', conformada por tres esculturas emplazadas en los cementerios de Leganés, Alcalá de Henares y en Pozuelo de Alarcón por encargo de Funemadrid como homenaje a las víctimas de la pandemia de covid-19 y a sus familiares.

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La artista también realiza obras por encargos privados sobre los que guarda una rigurosa discreción a no ser que el propietario indique lo contrario. Una de sus últimas esculturas, con líneas que recuerdan a 'Danzando para la luna', se ha dejado ver recientemente en la 59ª edición de Casa Decor. Su obra 'La música está en el aire' (2024) ha sido emplazada en el espacio Pool Suite de Modular Home, dentro del madrileño Palacio de la Trinidad.

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