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Más juntas extraordinarias que en tres capítulos de 'Aquí no hay quien viva'. Sírvase de ejemplo también 'La que se avecina', aunque aún no se haya escuchado eso de 'Váyase, señor Cuesta'. A ritmo de reuniones urgentes se trabaja en las comunidades de vecinos tras ... la nueva problemática a la que se están enfrentando los propietarios de viviendas, presidentes de comunidades y administradores de fincas. La tendencia alcista en los suministros del gas, gasóleo y electricidad ha complicado el día a día de los inmuebles y se estima que las cuotas mensuales han incrementado hasta un 60%. Y en esta escalada, a tenor de lo visto, seguirán creciendo a una velocidad superior al IPC.
Un ostensible aumento que, en muchas ocasiones, es un parche. Porque el auge en los últimos meses puede aún ser mayor si la tendencia no encuentra su techo. El objetivo de los afectados es salvar el invierno «como se pueda». confiar en que el buen tiempo llegue antes de que los informativos meteorológicos cambien la nieve por las flores en sus cabeceras y esperar a que los precios simplemente dejen de subir. Con esta tesitura, prácticamente el 100% de las comunidades de vecinos con calefacción central de gas o de gasóleo han sobrepasado su presupuesto y alrededor del 75% han realizado ya alguna aportación adicional o lo van a hacer en un corto plazo de tiempo.
Los que aún no han tenido que llevarse la mano a la cartera ha sido porque ya se han comido el colchón que mantenían ante los posibles imprevistos. Y esas sorpresas, este año, no han sido cambiar los buzones, los telefonillos o alguna fuga inesperada, sino el incremento de los suministros.
Aunque el promedio se establezca en una crecida del 60%, la casuística de cada edificio es dispar. Diferentes suministros, en los que empieza a crecer la presencia de las calderas de biomasa en Valladolid, que se entremezclan con unas comunidades más saneadas y otras que van más al límite para llegar a fin de mes. «Este lunes el precio del gas se había multiplicado por siete respecto al año pasado. Los periodos de invierno siempre son complicados, pero este lo está siendo especialmente. Hay comunidades algo más saneadas y otras un poco menos. Las que van más ajustadas, esto les está doblando. Ahora tienen que hacer medidas urgentísimas y las comercializadoras, este año, no pueden dar facilidades de pago. Ahora es inviable», recalcan preocupados los administradores de fincas.
La situación es tan insostenible que muchas comercializadoras están rompiendo los contratos de suministros unilateralmente al crecer el precio de las facturas por cuatro. «Se han abierto muchas reclamaciones judiciales tras romperse esos contratos, pero se recomienda seguir pagando para demostrar buena voluntad ante un posible juicio», apunta el director de la Cámara de la Propiedad Urbana de Valladolid y Provincia, Óscar Rodríguez.
Los ejemplos controvertidos en los últimos meses se escenifican por todos los rincones de la capital vallisoletana. «El problema lo estamos encontrando principalmente en las calefacciones centrales. Facturas que venían de 5.000 euros de gas son ahora de 13.000 euros, y con un consumo similar. Tenemos casos en los que se ha hecho alguna subida de la comunidad de vecinos y, al final de mes, volver a pedir un aumento porque sino no se puede hacer frente a los pagos», afirma el administrador de fincas José María Villa, de Villa Administraciones.
Las comunidades venían de unos años en los que prácticamente no había variaciones en el precio mensual. Ligeros retoques por el IPC o por determinados arreglos, que se han convertido en derramas en pleno invierno que se podrían repetir en el inicio de la primavera. «Eso ha provocado malestar. La mayoría de los vecinos lo entienden, pero alguno se molesta. Está provocando malestar y en algún caso preocupación. Además, la previsión que se ha revisado ahora puede quedar desactualizada a corto plazo», añade Villa.
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Los casos más sangrantes se reparten por diferentes puntos de la ciudad. En García Lomas ya ha crecido un 83% (de 120 a 220 euros). En Conde Ribadeo se ha duplicado (de 150 a 300 euros) y en Doctor Cazalla ha aumentado un 66% (de 114 a 190 euros).
Preocupantes aumentos que han obligado a tirar de medidas excepcionales entre los afectados para reducir los costes. Son muchas las comunidades que se plantean adelantar el fin de temporada de la calefacción central al 30 de abril, otras ya han optado por reducir el horario de encendido de las calderas y así reducir los gastos. Medidas todas ellas que chocan contra el confort o la calidad de vida.
Precisamente, todos los implicados en esta problemática abogan por empezar a concienciar al ciudadano. Algo así a lo que ha solicitado el representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, que ha pedido utilizar lo menos posible la calefacción para ahogar económicamente a Rusia en el conflicto bélico con Ucrania.
Este incidente ha sido el último golpe a un sector que solo ingresa dinero por parte de los propietarios. Se desconocen aún los efectos de la crisis, pero presidentes y administradores de fincas tienen claro que la guerra, como está quedando patente, va a agravar una problemática que puede explotar el próximo invierno si la tendencia alcista se mantiene durante la primavera y el verano.
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La situación más acuciante se ha dado en las calefacciones centrales que no disponen aún de contadores individuales o válvulas termostáticas en los radiadores de las viviendas. Esas comunidades hacen frente al pago total del suministro, sacando a relucir las costuras de un sistema energético que tiene los días contados.
Los tienes porque la fecha para despedir el 'despilfarro' de la calefacción central llega a su final. Valladolid, encuadrada en la zona D, debería tener ya el 1 de marzo de 2023 la nueva instalación. Eso en los edificios de menos de 20 viviendas, mientras que el plazo para los mayores de 20 concluye el 1 de octubre de 2022. De esta forma, con el Real Decreto 736/2020 en la mano, las comunidades de vecinos debería ya haber iniciado los trámites para la instalación de la contabilización individualizada, pues «en el caso de que alguno de los titulares de las instalaciones de calefacción o refrigeración no hubiera instalado un sistema de contabilización individual, le será de aplicación, como mínimo, la mayor ratio de consumo por metro cuadrado de superficie, de las calculadas en el proceso de elaboración de las liquidaciones individuales».
Ese problema ya no existirá en el edificio Príncipe de Parquesol. Vienen con los deberes hechos desde hace años y ahora afrontan la crisis energética anticipándose al futuro problema. También les toca subir las cuotas, pero de una forma más liviana. A la cabeza, aunque no sea el presidente, se encuentra José Castellanos y otros voluntarios con un excel que no deja ningún detalle en el olvido. Promedios, gastos de otros años, precios pasados que se convierten en la mejor arma contra la crisis. Ya saben que al pasar su cuota de 75 a 87 euros les servirá para esquivar la crisis.
Eso sí, el precio a ellos también les ha dado su particular colleja. «El verdadero problema está en los gastos fijos. El año pasado pagamos 1.400 euros en total, mientras que ahora se abonan 1.200 euros mensuales. La subida ha sido espectacular», relata Castellanos.
La cruzada contra la energía la inició esta comunidad, de más de 200 viviendas, en 2012. Se cambiaron las calderas por unas de condensación. «Las Mercedes de las calderas», apunta.
La instalación de contadores individuales en las viviendas con calefacción central ha evitado que se disparase el precio del alquiler. Principalmente, porque la subida de suministros ha afectado directamente al bolsillo del inquilino. «No se ha incrementado el precio del alquiler. Eso supone para el arrendatario otro gasto más, como le puede suponer llenar el depósito del coche. No hay repuntes», analiza el presidente de la asociación de Promotores Inmobiliarios, Gonzalo Jolín. Todo esto de momento. Si las cuotas de la comunidad siguen alcistas, el sector de los alquileres será el siguiente en caer en los dominios de la crisis.
Estas aprovechan el vapor de agua y para producir los mismos kilovatios hora de calor se necesitan menos moléculas de gas. «Además, cuando termina el horario de producción, las bombas siguen funcionando para aprovechar ese agua caliente que se encuentra en el circuito por trasteros, garajes u otras dependencias. Con las bombas en funcionamiento, tenemos otros 40 minutos de calor, realmente hasta que el agua baja de los 37 grados y ya no darían calor a los radiadores», explica Castellanos.
Una eficiencia que se añade al recorte en electricidad. La inversión en luces led, unos 500 euros en 2012, ya ha dado sus frutos. «En 2012 gastamos 12.000 euros al año, mientras que en 2018 esta cuantía ya había bajado a la mitad. El retorno de la inversión ha sido tremenda», continúa.
«Veníamos trabajando con un colchón en las arcas de la comunidad. Si no se actúa ahora con esta pequeña subida, se podría llegar a números rojos en un futuro. Hay que tomar decisiones ya», concluye José Castellanos, que ya tiene presupuestados los próximos cinco años para evitar sustos. De momento, esta crisis la han sorteado. En cambio, la mayoría de comunidades de Valladolid la esquivan a golpe de parches económicos. La que se avecina.
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