En España hay seis psicólogos por cada 100.000 habitantes cuando la media europea es de 18, se recuerda desde la Federación Salud Mental Castillay ... León (FEAFESCyL), que a lo largo de sus 27 años de existencia lleva reclamando a las instituciones una mayor inversión en salud mental y un refuerzo para la atención primaria con más dotación de psicólogos clínicos. Una necesidad más acuciante por las secuelas que la covid está dejando entre la población. Alba Ortiz Juez, psicóloga de la Asociación de Salud Mental Aranda de Duero analiza las necesidades psicológicas de la sociedad desde su experiencia en este colectivo que da servicio a 60.000 personas en la comarca burgalesa.
–¿Cómo afecta a nuestra salud mental la frenética vida que llevamos?
–Hay un estrés positivo, que nos hace estar activos y nos motiva en nuestro día a día. Nos hace tener iniciativa, crecer como personas y cumplir con nuestras responsabilidades. El problema es cuando empezamos a experimentar un estrés negativo, que nos puede acarrear sentimientos de miedo, angustia, ansiedad. Con la pandemia mucha gente ha llegado a experimentar soledad, distancia social e incertidumbre. Cuando eso ocurre, es importante pedir ayuda profesional, bien para uno mismo o para alguien del entorno que sabemos que está pasando por un momento complicado, que puede haberse agravado por la situación de la pandemia y por el confinamiento.
–¿Cómo ha influido la pandemia en nuestra salud mental?
–La salud mental de la población que ya tenía antes una enfermedad de este tipo se ha visto agravada. Y otras personas que llevaban a cabo una rutina más normalizada han visto cómo ciertas emociones y enfermedades, como la depresión y la ansiedad, han aparecido en su día a día y ahora tienen más miedo, más angustia y una sensación de incertidumbre constante, que si la dejas prolongar, puede derivar en un estrés agudo y una enfermedad mental más grave.
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–¿Cómo podemos mejorar nuestra salud mental?
–Pidiendo ayuda cuando no estemos preparados para desarrollar estas habilidades por nosotros mismos. Los profesionales podemos dotar de estrategias a las personas para ayudarlas con la gestión emocional y de pensamientos, así como en la organización de rutinas que contribuyan a un proyecto de vida más saludable. El estado de felicidad no es un hecho puntual, es un proceso, que con ayuda profesional se puede alcanzar.
–¿Qué otros desafíos psicológicos ha traído el coronavirus?
–Con la pandemia se han visto acentuadas muchas áreas de la salud mental de la persona que afectan al ámbito social. Hay mucho más riesgo de conductas suicidas, de violencia de género y una población infantil con un estrés añadido. También nos ha afectado a nivel laboral. Hacen más falta que nunca medidas para la conciliación. Las empresas deben poner de su parte y debemos seguir sensibilizando al tejido empresarial para que las personas con enfermedad mental pueden trabajar, y para ello, necesitamos que se atrevan a tener una transición de empleos más protegidos a otros más convencionales. Es importante detectar precozmente problemas de abusos, de violencia o de consumo de nuevas tecnologías, ya que la población infantil durante la pandemia ha sido muy dependiente de ellas. Empezar por la educación es vital porque la infancia marca todo nuestro aprendizaje posterior y todo nuestro bagaje social. Además, hay que seguir apostando por los modelos de atención comunitaria, con equipos interdisciplinares y un refuerzo en la atención primaria con más apoyos especializados que ayuden a gestionar todo lo que está pasando, porque lo que estamos viviendo es una nueva realidad. Este año, más que nunca, la salud mental es una prioridad global.
–¿Nos vamos a encontrar con una crisis masiva de salud mental debido a la pandemia?
–Así es. La OMS dice que una de una de cada cuatro personas ha tenido, tiene o tendrá un problema de salud mental a lo largo de su vida. Ninguno estamos libres de ello y tenemos que estar al tanto e invertir recursos. Dentro de unos años, los problemas de salud mental serán la primera causa de discapacidad. Diez personas al día fallecen en España por suicidio. Eso es muy alarmante. El suicidio todavía es un tabú, es una realidad silenciada y la pandemia ha multiplicado las probabilidades de padecerlo.
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