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Que no es fácil llegar a ser centenario es algo que cualquier estructura de los medios de comunicación sabe. Lo es menos si, además, el medio en cuestión convive «con gobiernos no muy favorables a la libertad de expresión», como ha sucedido en España o ... en Brasil, como recordó Roberto Dias, primer ponente del III Congreso Internacional de Periodismo Miguel Delibes y, a la sazón, director adjunto de Folha de São Paulo, periódico de mayor importancia de Brasil, que, pese a las adversidades, se ha mantenido firme en el propósito de hacer un periodismo no partidista, pluralista, crítico e independiente. Mal que le pesara, entre otros muchos, a Jair Bolsonaro.
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En ese afán de independencia, a Folha de São Paulo le pasó lo que pasa a veces cuando uno no se posiciona de un lado: que los que están en él creen que está en el contrario. Así, tanto la derecha como la izquierda fueron críticos y lo han convertido en carne de campañas críticas incluso del expresidente, aunque Dias es claro a este respecto: «Si somos criticados por todos, creemos que lo estamos haciendo bien». No en vano, el periódico (que cuenta con 790.000 suscriptores) jugó un papel importante para que en Brasil existieran unas elecciones directas al presidente e informó, por ejemplo, de las revueltas populares de junio de 2013, que se extendieron por todo el país, del 'impeachment' a Dilma Rousseff, destituida por este proceso en agosto de 2016, o de la Operación Lava Jato, «que metió en la cárcel a gente que nunca imaginamos que pudiera entrar», como confesó el director adjunto.
La convulsión política que ha vivido Brasil en la última década acabó con Lula da Silva en prisión, al tiempo que vivió el auge de un un personaje radical de derechas como era Bolsonaro, quien, en medio del clima de protestas y de ciudadanos descontentos, fue ganando adeptos hasta convertirse en presidente de la República. Entretanto, «había una crítica contra el periodismo, que todavía sigue hoy, por hablar de él, que considera que no había que haber cubierto ese crecimiento». Este tenía una base social, fuerza en la calle; en definitiva, «el fenómeno existía», y como tal, debía cubrirse. Sin embargo, en octubre de 2018, cuando ganó las elecciones, Bolsonaro eligió «como enemigo número uno» a Folha de São Paulo, empezando por tildarlo como 'fake news' y continuando con una campaña de acoso que pasó por pretender que el Gobierno cancelara todas las suscripciones a la publicación e, incluso, por presionar a sus anunciantes para que dejaran de publicitarse y sustentarlo. Llegó a ir más allá, con ataques personales a profesionales como Patrícia Campos Mello. Y la reacción de Folha fue seguir haciendo periodismo.
Roberto Dias
Director adjunto de Folha de São Paulo
«Reaccionamos con un posicionamiento editorial durísimo, como nunca antes», confiesa Dias, con artículos en los que se tildaba a Bolsonaro de «un ensayo de dictador» o de sus «fantasías de emperador». «Empezamos una campaña de defensa de la democracia en Internet. Hicimos una encuesta y el 75% de los participantes se mostraron a favor de la democracia. Él empezó a estar discutido y empezamos a utilizar el verbo 'mentir' en situaciones agudas», como las que se produjeron con la llegada de la pandemia, duranta la cual el gobierno del país «reaccionó mal, intentando ocultar datos de enfermos y muertos», lo que provocó la aparición de un consorcio de medios de comunicación con el fin de trabajar juntos, por primera vez, en la investigación en pos de una información real y veraz.
Con el tiempo, y mientras Bolsonaro intentaba ganar poder en el congreso, Folha de São Paulo hizo campañas de marketing utilizando las reacciones adversas de Bolsonaro en su contra para defender su independencia, que acompañó de demandas (ganadas) por su acoso al medio. A la vez, y mientras seguía haciendo periodismo, las dudas respecto a la Operación Java Lato crecieron. A pesar de que estaba constatada la existencia de corrupción, informaciones surgidas a partir de una filtración de datos demostraron que el expresidente Lula da Silva había sido encarcelado sin que fueran respetados todos sus derechos en el proceso, por lo que su condena fue anulada.
Llegados a este punto, «la democracia ha resistido», considera Roberto Dias. Tanto es así que la situación se ha revertido y Bolsonaro fue recientemente declarado inelegible hasta 2030, meses después de que Lula da Silva volviera a ganar las elecciones y fuera investido... en contra de los bolsonaristas, que invadieron el congreso el ocho de enero. «Existe una polarización de la sociedad fruto de todo lo anterior», lamenta Dias, quien, sin embargo, es claro respecto al objetivo de Folha: seguir haciendo periodismo. «No pensamos que sin Bolsonaro el poder tenga que dejar de ser criticable; seguimos intentando hacer un periodismo crítico hacia los que están en el poder», que ejemplificó con el control que se está haciendo a Lula en su intento de aprobar su agenda en el congreso.
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