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Mujeres y niños saharauis recogen en un dispensario de la Media Luna Roja los sacos con víveres de la ayuda humanitaria. Víctor Vela
La conexión vallisoletana con la gran despensa solidaria del desierto del Sahara

La conexión vallisoletana con la gran despensa solidaria del desierto del Sahara

EN LOS CAMPOS DE REFUGIADOS DEL SAHARA (IV) ·

Daduh Brahim trabaja en la sede de la Media Luna Roja saharaui... su hermano Mohamed es médico en el hospital Clínico de Valladolid

Víctor Vela

Valladolid

Viernes, 25 de octubre 2019, 08:12

Un trinchera de contenedores de carga, amontonados como piezas de lego, ensambladas con destreza de tetris, delimita el trocito de desierto que ocupan las instalaciones de la Media Luna Roja en Rabuni, la capital administrativa de los campos de refugiados saharauis. Aquí adentro están las naves donde se aprovisiona la ayuda humanitaria, están los 235 trabajadores y voluntarios que coordinan la distribución de víveres, están los camiones que llegan, cargan, reparten. Están los expertos que luchan contra la «inseguridad alimentaria» que a diario sufren miles de familias.

Expertos como Buhabbayni Yahya, presidente de la Media Luna Roja saharaui, entidad que trabaja aquí, en los campamentos emplazados junto a Tinduf desde el 26 de noviembre de 1975, con el objetivo de «facilitar el tránsito de la ayuda humanitaria» en una comunidad construida a contracorriente. «Es la única experiencia de desplazamiento de población desde el mar al desierto. Los movimientos migratorios siempre son al contrario:hacia la costa. Quienes viven aquí no son refugiados que han escapado de la hambruna o de una catástrofe natural, sino que son desplazados forzosos, miles de personas que se instalaron en el desierto por la lucha por la independencia de su tierra», dice.

Habla en el corazón logístico de la solidaridad con el pueblo saharahui. Los lemas de la ONG, en gigantes letras rojas (en árabe y español), lucen como murales en las paredes de varios contenedores portuarios. Universalidad, se lee. Unidad, pone.También independencia, imparcialidad, neutralidad, humanidad.

Instalaciones de la Media Luna Roja saharaui, en Rabuni. V. V.
Imagen principal - Instalaciones de la Media Luna Roja saharaui, en Rabuni.
Imagen secundaria 1 - Instalaciones de la Media Luna Roja saharaui, en Rabuni.
Imagen secundaria 2 - Instalaciones de la Media Luna Roja saharaui, en Rabuni.

Miles de sacos albos, apilados en una de las naves de esta fortaleza solidaria, esperan turno para llegar a los hogares más desfavorecidos del Sahara. Cada uno de estos costales contiene cincuenta dosis personales. Cada mes, los beneficiarios de la ayuda de la Media Luna Roja perciben una «canasta básica» con 17 kilos de comida. De ellos, doce son cereales (sobre todo harina, para elaborar el pan). Hay también dos kilos de arroz, legumbres, harina de soja... y se distribuye gofio y 750 gramos de azúcar (en este último caso se ha reducido la cantidad para combatir los crecientes problemas de diabetes).

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados(Acnur) cifra en 173.600 personas el número de habitantes en los cinco campamentos saharauis. De ellos, el 77% son vulnerables, según los criterios del programa de alimentación de la ONU. Hay 152.000 personas que necesitan ayuda para comer a diario. Son 133.672 las que están en una situación de extrema vulnerabilidad, según los criterios que maneja la Media Luna Roja, cuyos almacenes se nutren de la solidaridad internacional. Argelia (que colabora además con las carreteras, las instalaciones eléctricas, la cobertura de Internet) es la principal fuente de ayuda, seguida de la ComisiónEuropea y España, y ya más lejos por Alemania, Italia, Suiza y Canadá.

Un carro reparte los sacos de ayuda humanitaria por los dispensarios locales. Debajo, rediles fabricados con chatarra para albergar los rebaños de cabras en los campos de refugiados. V. V.
Imagen principal - Un carro reparte los sacos de ayuda humanitaria por los dispensarios locales. Debajo, rediles fabricados con chatarra para albergar los rebaños de cabras en los campos de refugiados.
Imagen secundaria 1 - Un carro reparte los sacos de ayuda humanitaria por los dispensarios locales. Debajo, rediles fabricados con chatarra para albergar los rebaños de cabras en los campos de refugiados.
Imagen secundaria 2 - Un carro reparte los sacos de ayuda humanitaria por los dispensarios locales. Debajo, rediles fabricados con chatarra para albergar los rebaños de cabras en los campos de refugiados.

La entidad cuenta con una red de 3.700 voluntarios (la mayoría mujeres) que atienden los dispensarios de barrios desde los que se distribuyen los alimentos. Un pequeño carro tirado por un burro lleva los sacos de alimentos hasta el más pequeño almacén del Sahara, donde acuden las mujeres a por su ración mensual. Además, los 40.000 niños de entre 3 y 14 años que asisten a los colegios reciben allí, a diario, un vaso de leche y una galleta fortificada.

Junto a esto, la Media Luna Roja saharaui promueve programas de sensibilización para combatir el abandono escolar, fomentar la higiene (sobre todo, «manos limpias»), limitar los accidentes de tráfico en la carretera o las amenazas de la droga, como recuerda Daduh Brahim, responsable de Comunicación de la ONG. La joven se licenció en Informática y cursó un máster de redes sociales y Programación en la Universidad de Batna, en Argelia. Al regresar al Sahara, compitió en concurso por esta plaza en la Media Luna Roja, cuyas instalaciones muestra a la delegación castellano y leonesa (formada por sindicatos, empresarios y políticos)que visita estos días las campos de refugiados situados cerca de Tinduf.

«Mi hermano trabaja en el hospital de Valladolid», desvela Daduh. Su hermano es Mohamed Salem Brahim. Nació en el campamento de Bojador. De adolescente viajó a Madrid para estudiar Secundaria y luego marchó a Cuba para cursar Medicina, una carrera que, dice, siempre le gustó. «Una vez terminada la carrera, volví a España, me preparé la oposición y la saqué», explica desde Valladolid. Hoy cumple con el MIR en el Clínico. Radiología, «aunque también me atraía digestivo». «Me gustaría quedarme en España, tener un trabajo estable. No solo desde el punto económico, sino también de medios. Allí no hay equipos, no hay TAC, no hay ecógrafos, no se pueden hacer resonancias. Regresar hoy, si no cambia la situación, sería estancarme. Allí la cosa está mal. A mejor no va. Es muy complicado. Desesperante. La gente joven sin trabajo está cansada, con la idea de que, por este camino, las cosas no van a cambiar».   Hasta ese momento, la economía saharaui y la de miles de familias depende de la ayuda humanitaria.

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