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Sidahmed, Lkoi, Rabub y Zenabu, niños saharauis que pasaron el verano con familias de Castilla y León. VÍCTOR VELA
Nostalgia de la playa, la piscina de Valladolid, los columpios... y el Mercadona en el Sahara

Nostalgia de la playa, la piscina de Valladolid, los columpios... y el Mercadona en el Sahara

EN LOS CAMPOS DE REFUGIADOS DEL SAHARA (III). EL OCIO ·

Cuatro niños saharauis recuerdan desde el desierto su estancia el pasado verano con familias de Castilla y León en el programa Vacaciones en Paz

Víctor Vela

Valladolid

Jueves, 24 de octubre 2019, 07:19

El sol afloja en el desierto del Sahara. Las escasas sombras son cada vez más alargadas. Y un grupo de niños juega al fútbol en un infinito campo de arena: las porterías son dos piedras y una jaima de Acnur (la Agencia de la ONU para los Refugiados) marca la línea de banda. Ahmed, nueve años, viste una camiseta blanca del Real Madrid. Con el 7 de Raúl. El balón es un esférico de balonmano que alguien compró en Decathlon. Yun enjambre de chavales corre sin descanso camino del gol, como si después les esperara la merienda que no hay. Unos metros más allá, fuera del imaginario campo de juego, los ojos de Sidahmed (11) siguen el partido.

–¿Y tú no juegas?

–Hoy no tengo ganas.

A su lado están Lkoi (12), Zenabu (12) y Rabub (11). Los cuatro viven en la daira de Lagüera, en el campo de refugiados de Auserd (donde residen casi 37.000 personas), y pasaron el verano con familias de Castilla y León, dentro del programa Vacaciones en paz, que permite que niños saharauis abandonen los campamentos durante dos meses para recibir asistencia sanitaria y descubrir un mundo más allá de las casas de adobe, las largas caminatas por la arena hasta el cole y las porterías de piedras.

«¿Qué es lo que más os gusta de España?», pregunta el curioso visitante al Sahara. Y los niños, en un tímido español, responden casi al unísono, como si los mejores recuerdos fueran compartidos, pese a haber estado con distintas familias en Zamora, Palencia, Valladolid o León.

«La piscina, la playa, los helados, los columpios. El cine, palomitas, la play, el fifa». Y Mercadona. Cuenta Sidahmed que aquí, en el Sahara, se levanta a las seis de la mañana. Que desayuna, todos los días, sin otra posible elección, pan con queso. Y que, frente a eso, las visitas al super vallisoletano eran una promesa de festín mañanero. «Chocolate, chucherías, tartas, cereales, Nesquik», enumera Sidahmed.

Encarna Sancho fue su madre de acogida en Valladolid: «Cuando íbamos al supermercado siempre nos decía: 'Aquí la gente gasta mucho dinero'. Le sorprendía ver las cajas llenas de billetes, pagar con tarjeta», cuenta Encarna, quien destaca la inteligencia de Sidahmed. «Era muy vivo y superagradecido. Estuvo muy apegado a nosotros». Y cada novedad era recibida con enorme interés. «Le llamaron muchísimo la atención las fiestas de Villamarciel, nuestro pueblo:las verbenas, las peñas. ¡Y los hinchables! No se cansaba nunca». Fue a la playa en Conil («le encantaba, aunque un día el mar le dio un sustillo y ya no se metía tan confiado»). Y disfrutó, sobre todo, con la piscina.«Mejor la piscina que el mar», dicen los cuatro cuando se les pregunta.Tal vez porque es más fácil nadar sin olas y es más novedoso el suelo de hierba que el de arena.

Un grupo de niños saharauis, en el campamento de Lagüera. V. V.
Imagen principal - Un grupo de niños saharauis, en el campamento de Lagüera.
Imagen secundaria 1 - Un grupo de niños saharauis, en el campamento de Lagüera.
Imagen secundaria 2 - Un grupo de niños saharauis, en el campamento de Lagüera.

«Vacaciones en paz es un programa imprescindible para nuestro pueblo», asegura Mohamed Elouali Akeik, primer ministro saharaui, quien define esta iniciativa como «estratégica», no solo por la atención que reciben los niños en España durante el verano, sino porque «también sirve para mostrar que somos un pueblo tolerante. Desde otros países, como Argelia, Marruecos, Mauritania o Siria se nos critica porque hemos demostrado que personas musulmanas se pueden relacionar sin problema con familias de otras culturas». De hecho, dos hijas del primer ministro participaron en este programa y estuvieron hospedades en Valladolid, «en la calle Morena».

Rufo Martín, presidente de Amigos del Pueblo Saharaui en Castilla yLeón, recuerda que 234 niños saharauis pasaron el verano en la comunidad, una cifra que comienza a recuperarse después de los mínimos registrados en la crisis económica.«Hay una tendencia contrapuesta:la gente cada vez está mas concienciada, pero al tiempo la sociedad se vuelve más individualista», asegura. Y recuerda que ya se trabaja en la campaña del próximo verano (www.ashva.es). «A nosotros nos gustaría que Sidahmed volviera», reconoce Encarna. «Claro, claro. A mí también me gustaría volver», dice Sidahmed, mientras a su lado pasa volando, camino de ninguna parte, el balón de una pachanga en mitad del desierto.

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