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Dio el paso y se independizó en diciembre, justo cuando los precios comenzaron a subir. «No he podido elegir peor momento», comenta poniendo una sonrisa a la situación. Afronta solo el alquiler de un pequeño piso en el barrio de La Circular. «Suficiente para uno ... solo», asegura el vallisoletano Ignacio de Pablos, un joven médico de familia de 26 años que trabaja en el Hospital Río Hortega desde hace un año. Como todos, ha notado el incremento de los precios a la hora de hacer la compra y con el ticket en la mano, al salir del supermercado, tras hacer una pequeña compra de 23 euros que cabe en una bolsa, comprueba que, «la mayoría de productos ha aumentado su valor», asegura.
«Lo he notado, por ejemplo, en la leche, que por fin encuentro, porque otros días ha sido imposible. A parte de la leche, han subido, los yogures, suelo coger siempre de marca blanca», explica mientras coge un pack de seis. «Y también el queso está más caro que antes», asegura mientras hace un repaso de los productos que ha colocado en el interior de su bolsa. «Y eso que he hecho una compra de cuatro cosas que necesitaba para pasar la semana», asegura de Pablos. Se organiza bien y procura no tirar comida, «porque aunque viva solo es cuestión de organizarse y en mi caso cocino los domingos, que eso de no estar encendiendo la vitrocerámica todo el día también se nota en la factura de la luz», afirma.
Desde hace tiempo mantiene pequeños gestos como comprar el aceite de oliva en grandes cantidades a una cooperativa abaratan los costes de un producto que está a precio de lujo. «Hago un pedido conjunto con mis padres y algunos vecinos y así sale mejor de precio, nos ahorramos como mínimo unos 20 céntimos el litro de un producto de calidad, explica el joven.
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De Pablos compara y comenta que la clave para ahorrar, sobre todo en frutas y verduras que consume a diario, está en buscar un negocio de proximidad en el que ajusten bien los precios. «Hay que mirar mucho, pero al final siempre encuentras un sitio donde ahorrar algo, pero aún así se ha notado mucho que en las últimas semanas productos como el tomate se han encarecido un 40%», comenta.
Aunque donde más ha notado De Pablos el incremento de los precios en su caso es en la energía. «Cuando este mes he mirado la factura del gas me he llevado una sorpresa y no precisamente buena», afirma. De febrero a marzo ha pagado 195 euros, «pagué 54 de diciembre a enero y con estas cifras he decidido directamente abrigarme un poco más y apagar la calefacción», explica. «Eso no quita para que los días de mucho frío tenga que subir un poco el termostato, pero voy a tener mucho más cuidado a la hora de calentar el piso para evitar estas sorpresas en las facturas», asegura. Del mismo modo, el encarecimiento del combustible le lleva a tomar otra decisión. «Voy a dejar de coger el coche para ir al trabajo porque son otros 100 euros al mes y voy a empezar a coger la bicicleta para ir al hospital a trabajar, porque al final todo suma», finaliza el joven.
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