Como gerente de Auvasa y especialista en la planificación del transporte, Álvaro Fernández Heredia (Madrid, 1980) ha participado activamente en la polémica nueva ordenación de ... la movilidad de Valladolid. Cree que ahora toca «hacer pedagogía». En el vídeo que acompaña esta información, pueden escucharse los audios de las declaraciones de Fernández Heredia sobre la situación del tráfico en la ciudad y más concretamente en Isabel la Católica. El directivo deja claro que hay que evitar esta vía para no colapsarla.
–Hay una frase recurrente: «Se ha creado un problema donde no lo había». ¿Puede rebatirla?
–Muy fácil. La pregunta es: ¿se ha podido crear algún problema a determinados usuarios? Sí. Pero cuando decimos eso no pensamos en todo el mundo, solo a los que se les ha creado el problema. Las personas que afirman eso piensan que son la mayoría.
–Está usted refiriéndose a los conductores de coches.
–Claro. En el centro, donde se genera la polémica, hay un espacio público donde conviven muchos usuarios. El 65% son peatones y algo menos del 25% son usuarios del transporte público, a los que no se genera problemas. Hay un 12% que son conductores. A estos sí se les ha podido generar un problema en momentos puntuales. ¿El 88% no tenía problemas?
–¿Qué problemas tenían los peatones?
–Pondré ejemplos prácticos. ¿Cuántas calles del centro, ahora y antes, tienen aceras tan estrechas que cuando va a una persona con un carrito y se cruza con otra se tiene que bajar a la calzada? ¿Eso no supone un problema? ¿No nos debe importar porque no pagan el dichoso impuesto de matriculación? ¿Cuántos usuarios del transporte público tardaban más tiempo del deseado en llegar a su destino? Los que dicen que se ha creado un problema son solo una parte del pastel, y no la más grande, y no les importan los problemas de los demás, que suponen el 88%. El espacio público nos pertenece a todos y deben primar criterios de interés general. Se han resuelto problemas para muchos y no se ha perjudicado a nadie gravemente.
–¿Preveían los atascos?
–Se sabía que podría haber momentos puntuales de congestión. Los estudios lo predecían. Hay dos objetivos, comunes a todas las ciudades europeas: que se procure no acceder al centro en coche, en la medida de lo posible, y que se evite el tráfico de paso por el centro, algo que se da mucho en Valladolid. Los usuarios de la movilidad y los conductores tomamos decisiones por razones de tiempo y coste. Hay personas que hacían un recorrido y que ahora tardan más. Muchos decidirán que no es la mejor opción y buscarán alternativas. Habrá gente que se verá en algún atasco hasta que cambie su comportamiento.
–¿La idea es atascar el centro para que los conductores desistan de entrar?
–No, esa es la consecuencia. La idea es equilibrar el espacio público. ¿Queríamos sacrificar el centro para que algunos lo atravesaran? Esta gente que lo utiliza como itinerario no va a consumir ni produce nada en el centro. Conlleva problemas para los que sí hacen actividades en el centro de la ciudad o viven allí. ¿Debemos tener infraestructuras desaprovechadas la mayor parte del tiempo para que la gente pueda atravesar el centro? El centro de las ciudades no es para eso. No puede nunca ser un atajo.
–¿Por qué se han hecho tantos cambios de golpe? ¿No habría sido mejor efectuarlos de manera escalonada?
–¿Son tantos cambios? Yo creo que no. Se ha intervenido en ocho calles: la VA-10 e Isabel la Católica. ¿Se podían haber hecho de manera gradual? Depende del final del camino. Dentro de poco Valladolid, como todas las ciudades, tendrá que implantar una zona de bajas emisiones. Eso va a suceder por ley. Si pensamos que es un paso gradual para esa zona de bajas emisiones ya no nos parecerá tan repentino. Mucho peor sería implantar esa zona de la noche a la mañana, sin haber encontrado itinerarios alternativos. También olvidamos que hay una amenaza como consecuencia del coronavirus: si no hubiéramos hecho nada, si no hubiéramos lanzado el mensaje de que el centro no es un lugar para ir con el coche, los problemas de congestión a partir de septiembre habrían sido mayores de los que va a haber. El centro no está preparado para soportar un 20% más de tráfico. Como consecuencia del coronavirus tenemos ahora en el centro 6.000 coches más circulando. No podemos cerrar los ojos a esta realidad.
El gerente de Auvasa, en las instalaciones de la empresa municipal de autobuses.
Henar Sastre
–Usted argumenta que la mayor parte del espacio de Isabel la Católica estaba infrautilizado. ¿Está ahora infrautilizado el nuevo carril bici?
–La ciudad se ha construido para el coche y se ha adaptado a él, pero antes no era así. Cuando se empezaron a ensanchar los carriles para los coches tampoco estaban muy utilizados. Hubo un momento en la historia en la que decidimos que el coche nos resolvería muchos problemas. Ahora estamos en otro punto de la historia de la movilidad.
–¿El coche es un problema?
–Es bueno y necesario, pero hay que limitarlo. Eso explica que demos espacio a vías ciclistas. Se dice que no están ocupadas, pero nunca lo estarán si no conseguimos crear una red que dé seguridad a las personas. Es como de la luz en casa: contratamos una potencia razonable y ya sabemos que no podemos utilizar todos los electrodomésticos a la vez. Con la calzada tenemos una potencia que tampoco utilizamos, pero ahora la pueden emplear peatones y ciclistas. El 90% del tiempo el tráfico será fluido. El 10% restante, los conductores aprenderán que no es el mejor lugar para circular y que disponen de alternativas.
–Hay conductores que tal vez deban circular a esas horas por ese itinerario...
–Sí. Hay quien pone el ejemplo de que debe dejar a señora mayor en la puerta de su casa a esa hora porque no puede andar. Está justificado. Hágalo. Pero no me creo que otros 15.000 estén también en la misma situación.
–¿Y si tiene que pasar una ambulancia en plena congestión?
–Hay más calles con un solo carril. ¿Ahí no era un problema? La reducción de carriles se ve como un privilegio arrebatado. Pensemos qué pasaba con la ambulancia en momentos de congestión antes de que hubiese carril bici. No tenía vía de escape y ahora sí; el propio carril bici. Según la ordenanza de Valladolid, los vehículos de emergencia en esa situación pueden utilizar las vías exclusivas para otros vehículos como carriles bici o bus. En Poniente y Cebadería ha habido atascos siempre. Ahora existe un carril bus que permite que la ambulancia no se vea afectada por el tráfico.
–¿Va a ser el centro un caos circulatorio en septiembre?
–Las personas que dicen eso suelen ser conductores. El atasco lo producen los coches. No la vía, que es inerte, ni los ciclistas, ni el alcalde... Si usted cree que irá a un atasco a partir de ese septiembre, lo tiene muy fácil gracias a esta polémica. Si alguien sabe que tendrá problemas en Isabel la Católica en hora punta y sigue yendo es que querrá generar atasco. Si va por ahí es porque quiere. Lo más prudente es buscar un itinerario alternativo.
«Las ciudades se adaptaron a los coches, pero ahora estamos en otro punto de la historia»
–¿Son más eficientes ahora los autobuses? ¿Cómo puede Auvasa recuperar los viajeros perdidos por la pandemia?
–Ya hicimos un primer estudio para evaluar las medidas: la velocidad comercial ha aumentado el 26%, con ahorros de tiempo entre tres y seis minutos. Los usuarios lo corroboran. Sí, se recuperarán los viajeros porque se normalizará la idea de que el transporte público no es un sitio peligroso y la pandemia pasará. La mejor forma de fomentar el transporte público es que sea eficiente y que sea una alternativa real y competitiva al coche, además de serlo en tiempo. No hay mejor campaña para una empresa de autobuses que la imagen donde se ve saturación de coches y el autobús avanzando...
–¿Confía en que Valladolid se convierta en una ciudad ciclista como Sevilla o San Sebastián?
–Tiene todos los condicionantes para que sea así. Requiere un cambio de mentalidad. Valladolid ya tuvo cultura de la bicicleta entre los años 20 y 40 del pasado siglo. Los obreros iban entonces a trabajar en bicicleta porque no se podían permitir un coche. El cambio llevó al uso del automóvil: la ciudad se adaptó y se convirtió en un símbolo de estatus. Ese camino se puede volver a realizar ahora en el otro sentido. Lo han hecho muchas ciudades.
–¿Cómo está el proyecto del ascensor a Parquesol para peatones y bicicletas?
–De esto tendría que hablar el Ayuntamiento, pero creo que está ya para ejecución a finales de este año. Lo llamamos transporte vertical y se piensa como una medida de acompañamiento para desplazamientos peatonales. Se dice y es cierto, relativamente, que la zona más hostil para los ciclistas es Parquesol. Un ascensor resuelve ese problema de la noche a la mañana porque el cambio de cota se hace de un tirón. Esos ascensores pueden transportar bicicletas y apoyarán la movilidad ciclista en Parquesol.
«Valladolid reúne todos los condicionantes para recuperar la cultura de la bicicleta»
–¿Cómo encajan los patinetes eléctricos en la nueva movilidad urbana?
–Mi opinión personal es que hay que abrir la ciudad a los patinetes. Es evidente que no pueden ir por la acera. Pueden tener un tratamiento, aunque no exactamente igual, al del la bicicleta. Hay vías, de un solo carril o limitadas a 30 kilómetros por hora, donde pueden coexistir. En vías arteriales, hay que darles plataformas reservadas que compartan con las bicicletas. La red de carriles bici también es beneficiosa para los patinetes. Pero hay una gran diferencia entre patinetes y bicicletas: el tamaño de las ruedas es un riesgo importante si se topan con un bache y hay coches a 50 kilómetros por hora.
-¿Usted qué medios de transporte utiliza para venir a trabajar al polígono o para ir al centro?
–Todos. La sede de Auvasa está lejos. Por el centro me muevo andando, esta ciudad es ideal para hacerlo. Para llegar al centro suelo ir en bicicleta. Esta semana no la tengo, y he cogido más el autobús. Si me toca ir muy lejos, dispongo de un coche de servicio.
–Es evidente que los conductores también pueden ser ciclistas y, obviamente, peatones...
–Yo no tengo un discurso en contra del coche. Es insustituible en algunas ocasiones, pero debemos plantearnos que el 50% de los trayectos en automóvil en la ciudad son de menos de tres kilómetros. Si desaparecieran la mitad de esos desplazamientos, esta sería otra ciudad. No abusemos del coche. Diversifiquemos. La vida será más fácil para todos.
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