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Es uno de esos jóvenes talentos que en su día se vieron obligados a emigrar de la provincia en busca de un futuro laboral más despejado y ya no regresaron. «Me fui donde me ofrecieron un puesto de trabajo fijo», recuerda con un punto de ... nostalgia Francisco Javier Tapiador (Valladolid, 1973), catedrático de Física de la Tierra de la Universidad de Castilla-La Mancha y fundador y director del grupo de investigación en Ciencias de la Tierra y del Espacio (Cite) de esa misma institución académica. Allí lleva dos décadas y uno de sus últimos trabajos ha sido analizar en profundidad la DANA que tan trágicas consecuencias ha tenido para España.
Formado como geógrafo en la Universidad de Valladolid (UVA), donde se doctoró en Ciencias Físicas en el año 2000, este especialista es uno de los miembros del equipo científico de la Misión Incus (Investigación de Corrientes Ascendentes Convectivas, en castellano) de la NASA, que tiene como objetivo conocer con más precisión el mecanismo de las tormentas y por qué solo algunas producen condiciones climáticas extremas. «Ya desde niño me gustaban mucho la astronomía y las nubes y al final entre la Astronomía y las Ciencias de la Atmósfera pensé que tenía más salida profesional lo segundo y me decanté por eso», rememora el también escritor (es autor de cuatro ensayos, cuatro novelas y tres libros de poesía).
El proyecto de la NASA al que Francisco Javier Tapiador lleva vinculado veinte años «mide la precipitación desde el espacio» gracias a «un radar en órbita como los que tiene la AEMET (la Agencia Estatal de Meteorología), pero que está girando a 400 kilómetros de la Tierra». El resultado son «imágenes muy detalladas de la precipitación que cae», una información preciosa por cuanto «ayuda a mejorar las estimaciones de los modelos de predicción del tiempo, con eso pueden hacer estimaciones más precisas de lo que va a pasar», lo que permite realizar «actividades de mitigación y de adaptación» a lo que está por venir.
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El informe de la NASA sobre las gravísimas inundaciones en Valencia, Castilla-La Mancha y Andalucía determina que estuvieron ocasionadas por «las fuertes lluvias de un sistema de bajas presiones de nivel superior que se estancó al sur de España», que «estuvo acompañado por un chorro de viento del este de nivel bajo sobre el mar». Según el catedrático de Física «es habitual que llegue un chorro de humedad del Mediterráneo», pero «que llegue con tanta humedad no es normal, y es porque Mediterráneo estaba muy caliente. Y luego que la DANA se quede ahí estacionaria tanto tiempo tampoco es del todo normal, pero nos tenemos que habituar a ello porque va a seguir sucediendo con frecuencia en el futuro. Es una de las consecuencias del cambio climático», advierte.
Dicho de otra manera, uno de los efectos del calentamiento global es que provoca «unos cambios en la dinámica atmosférica que hacen que las cosas se puedan quedar 'pegadas' a una zona durante más tiempo», como ha ocurrido en la costa levantina con el resultado que todos conocemos. Y la cosa no tiene visos de mejorar, todo lo contrario. De hecho, «sabemos que los fenómenos extremos meteorológicos, estas lluvias, van a ser más frecuentes y van a ser más intensas cada vez, más destructivas. Eso ya está estudiado, lo sabemos y de hecho llevamos diciéndolo 20 años. Lo que pasa es que nadie nos hace caso a los científicos», lamenta el experto vallisoletano. Tanto es así, que apenas quince días después de la DANA Valencia se prepara para otro diluvio.
El problema es que una vez se desencadenan esas precipitaciones torrenciales paliar su impacto es complicado. «Es difícil porque para ello hay que llevar a cabo obras públicas muy complejas, para que cuando cae el agua en esas rieras y en esos barrancos se consiga evacuar hacia el mar», reflexiona el especialista, que sostiene no obstante que anticiparse para evitar daños en las personas sí es posible. «Preverlo sí se puede hacer, de hecho la AEMET predijo tres días antes que esto podía suceder. Lo que hay que ver es que los sistemas de alerta funcionen mejor, porque la AEMET da avisos, que es lo que le corresponde, pero las alertas las tienen que dar otras entidades y es lo que no funcionó en este caso», resume.
Francisco Javier Tapiador
Catedrático de Física de la Tierra y colaborador de la NASA
De ahí que sea tajante al responsabilizar de la catástrofe a nuestra dirigencia: «Aquí lo que ha fallado ha sido la parte política», dice. «Lo que hizo la AEMET fue impecable y lo que han hecho los políticos está muy mal, de uno y otro lado. Ambos partidos lo han hecho muy mal», sentencia. Y va más allá: «Es muy duro y sobre todo para los que nos dedicamos a esto, sabiendo que se predijo con antelación y que se podía haber hecho algo, ver que por la incompetencia política de unos y de otros ha muerto gente». «Tenemos políticos muy mediocres y muy mal formados que no están capacitados para tomar decisiones complejas. Son gente que no tiene la formación requerida para actuar bajo presión y para tomar decisiones correctas basadas en criterios técnicos y científicos. Eso hay que cambiarlo», apunta Francisco Javier Tapiador, que opina que «no puede ser que alguien entre en un partido político a los 20 años, que vaya ascendiendo y que al final no sepa de nada y esté ahí por lealtad. Los partidos políticos tienen que tener la responsabilidad de, por lo menos en los puestos técnicos, poner a gente competente», zanja.
En este sentido, considera que «si se hubieran dado las alertas a tiempo se hubieran evitado algunas muertes. La gente no se hubiera metido en un parking a rescatar el coche. A la que estaba en zonas inundadas le hubiera dado tiempo a salir de allí. Posiblemente se hubieran suspendido actividades laborales... La Universidad de Valencia, por ejemplo, suspendió las clases y eso yo creo que salvó a gente. Si otras empresas hubieran hecho lo mismo, hubieran dicho 'oye, no vengáis que hay una alerta muy grave', seguramente se hubiera salvado alguna vida», señala el colaborador de la NASA. «Los que han muerto eran trabajadores que iban y venían del trabajo, fundamentalmente. Eso es una pena», concluye con tristeza.
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