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En 2018 Teresa Sanz y su familia se trasladaron a vivir a un pareado en el barrio El Peral de Valladolid, construido bajo las especificaciones del estándar Passivhaus. Una decisión que ahora valora como «todo un acierto», no sólo por el ahorro energético que ... supone una vivienda de este tipo, sino por el elevado confort acústico y climático que sienten en su interior. «Ahora hay una necesidad imperiosa por parte de todo el mundo, de consumir menos electricidad. Nosotros tomamos la decisión antes de esta crisis de los precios. Vivíamos en una casa unifamiliar en el mismo barrio, pero siempre hemos sido muy responsables con la sostenibilidad. Nos preocupaba el ahorro energético. No habíamos oído hablar de las casas Passivhaus, pero nos llamó la curiosidad. Al conocer más sobre ello y saber el confort que ofrecían, nos decidimos y hemos ganado muchísimo», explica esta vallisoletana, quien confiesa que cuatro años después, siguen sorprendidos por sus múltiples beneficios. «En verano, y sobre todo este año que ha hecho tanto calor, entrar en casa era una delicia. El lugar de reunión con nuestros amigos, ha sido nuestra casa y no el patio precisamente, sino dentro, porque se está muy a gusto y siempre a la temperatura que tú elijas. Además, cuando cierras la puerta, se hace el vacío y la sensación es como estar en una cámara, donde no hay ningún ruido. Se está fenomenal», prosigue.
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En su anterior domicilio llegó a pagar recibos de 500 euros de gas «porque todo el calor se iba por las ventanas, que no estaban bien selladas». En su nueva vivienda ha venido pagando unos 60 euros mensuales en primavera y otoño (unos 120 euros en los meses de máximo frío) por la luz, agua caliente y calefacción/refrigeración. Este año, con la escalada de precios y calor extremo ha llegado a pagar 180 euros. «Las ventanas de mi nueva casa tienen triple cristal y todo es hermético, por lo tanto, no hay ningún escape. Algunos de nuestros amigos, al conocer todas estas ventajas, también se han comprado una vivienda pasiva», subraya. Además, como consecuencia del hermetismo y del sistema de ventilación mediante la renovación de aire depurado y filtrado, la vivienda se mancha menos porque no entra polvo de la calle. «Es una gozada. No hay ningún resquicio, así que prácticamente no se mancha», concluye.
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