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Cazados al seguir el rastro de los móviles que robaron con una pistola simuladaSe les detuvo a mediados del mes de mayo de este año y para tal fin la Policía Nacional utilizó la paciencia como el mejor arma. Porque los hechos se remontan a octubre de 2021. En un espacio de tiempo de 48 horas, tres ... atracos con una pistola simulada se dieron en la capital vallisoletana. Uno lo consumaron y se llevaron como botín dos teléfonos móviles que a la postre, con la tecnología de por medio, sirvió para el arresto.
Primer minuto del 10 de octubre de 2021. Confluencia del paseo de la Magdalena con la calle Covadonga. En ese punto se encuentra la primera víctima de esta historia acompañado de una amiga. Las dos personas se cruzan con «un sujeto moreno y muy delgado que cubría su cabeza con una gorra y su boca con un pañuelo». Según refleja el atestado de la Policía Nacional, ese hombre sin ninguna parte de su cuerpo al descubierto «sacó una pistola, cargándola y situándose detrás de las víctimas».
Se dirigió a ellos en español, sin acentos, y les obligó a seguir caminando y a no decir nada, a no mirarle a la cara y a entregarle el dinero y los móviles. Asimismo, les 'invitó' a que no alertaran a nadie en un plazo de entre diez y quince minutos para «huir a la carrera en dirección a la plaza de las Batallas».
Sucesos en Valladolid
Era el primer atraco. El único que se consumó, al quedarse los otros dos restantes en intentos. La historia delictiva, al parecer por los mismos autores según la Policía, se traslada a las 1:30 horas del 12 de octubre de ese año en paseo del Prado de la Magdalena. «Se producía un hecho similar, en esta ocasión perpetrado por dos sujetos».
La víctima, que llegaba a la zona para retirar su vehículo allí estacionado, vio a las dos personas sentadas en un banco próximo, excesivamente abrigados y tapados, lo que le puso en alerta. Se metió en su coche y cerró inmediatamente las puertas.
Rápidamente, uno de los hombres sentados se acercó y golpeó con los nudillos la ventanilla, a la par que hacía gestos para que la bajara. La víctima no accedió, sacando este una «pistola negra de la cintura con cuya culata golpeó la ventanilla». Al negarse nuevamente la víctima a bajarla, el hombre montó el arma y le apuntó con ella, mientras el otro implicado intentaba sin éxito abrir la puerta trasera izquierda.
El conocimiento de armas de aire comprimido propició que la víctima arrancara y se marchara de la zona mientras se comunicaba con la sala del 091, aunque finalmente no denunció los hechos.
El tercer atraco se intentó media hora más tarde en el bar La Ferroviaria, en la calle Estación. En esta ocasión, un hombre accedía, pistola en mano, encañonando a tres clientes y al responsable del negocio. «¡Contra la pared!», les espetó.
Pero con lo que no contaba el presunto atracador era que uno de los clientes se enfrentara a él. «Ante el cariz que tomaban los acontecimientos hicieron que el individuo armado retrocediera hasta la puerta y que huyera con el otro implicado (esperaba fuera) por la calle García Valladolid».
Igualmente, hostelero y clientes no formularon denuncia, pero los hechos quedaron grabados por el sistema del establecimiento.
Y hasta ahí los atracos. La Policía tenía como pruebas iniciales cámaras de vigilancia y dos terminales robados. Era el material con el que trabajarían desde entonces, al que se sumaba después más grabaciones de un negocio cercano al paseo del Prado de la Magdalena en el que se confirmó parte de la versión de la primera víctima.
La investigación se iniciaba y se intentaba ampliar al preguntar en establecimientos de compraventa, así como en las operadoras de telefonía móvil por los dos terminales sustraídos. Obtuvieron un resultado negativo por todos los frentes.
Hasta el 12 de mayo de 2022. La operadora Yoigo informa de que se ha utilizado el móvil de la amiga de la primera víctima, lo que lleva a la Policía a la titular de la línea. Y de ahí, al hijo de esta (T. N. M.), que hacía escasos meses había salido de prisión tras cumplir cinco años y ochos meses de condena.
Un mes después de ese avance en la investigación llegaba la alerta de la operadora Digi. El otro terminal entraba en acción y cuyo nuevo titular era D. B. D., que era la pareja de J. P. C.. Por esas fechas, D. B. D. estaba detenida y reconoció que «su pareja le había facilitado varios terminales sabiendo que alguno había sido robado previamente». Aludió a una de esas ocasiones en que «al parecer le dijo que era de dos chicos de Madrid y que nunca denunciarían, añadiendo que esos robos los cometía con una pistola que tenía en su poder», refleja el atestado policial.
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Con esos apuntes, la Policía ya tenía a dos sospechosos (T. N. M. y J. P. C.) para sacar las primeras conclusiones. «Tanto el robo con intimidación como el intento en el vehículo de la segunda víctima se cometen a escasos cuarenta metros de distancia», a lo que se añade la misma franja horaria y la analogía de un sujeto armado. De ahí, a las grabaciones y el rastro de los móviles para que finalmente en mayo de este año fueran detenidos los dos presuntos atracadores. Por aquel entonces, J. P. C. acumulaba 16 detenciones por parte de la Policía, mientras que T. N. M. sumaba 43.
Ahora, J. P. C. se enfrenta a una pena de cárcel de cinco años y dos meses, mientras que T. N. M., a 18 meses.
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