Iago, Vega y Álvar, en su casa de Batallas. RAMÓN GÓMEZ

Las casas del confinamiento en Valladolid: tres dormitorios y entre 76 y 90 metros cuadrados

La estadística permite descubrir cómo son las viviendas donde los vallisoletanos pasan el confinamiento. Y tres familias cuentan cómo afrontado las últimas semanas

VÍCTOR VELA

Valladolid

Sábado, 25 de abril 2020, 06:54

La Rondilla, Pajarillos bajos y Hospital son los tres barrios que, de media, cuentan entre sus edificaciones con las viviendas más pequeñas de la capital, por debajo de los 90 metros cuadrados construidos, de acuerdo con los datos que recoge el Plan General de Urbanismo, un documento que completa la radiografía que en 2011 trazó el Censo de Población y Viviendas.

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Este documento vivirá el próximo año una revisión, aunque no habrá grandes modificaciones en los datos sustanciales, puesto que la actividad constructiva no ha sido tan elevada en este tiempo (apenas 2.835 nuevas viviendas) y se ha producido en nuevos barrios (Pinar de Jalón, Los Santos Pilarica, Los Viveros), sin que haya cambiado el perfil de los distritos tradicionales.

En estas semanas de confinamiento, también la superficie y las características de la vivienda han influido en el bienestar de los vallisoletanos. Uno de cada tres pisos de la capital tiene entre 76 y 90 metros cuadrados. Y hay casi un 40% que son viviendas más pequeñas aún. En Las Viudas, el 74,8% de los pisos tienen menos de 60 metros cuadrados. En las calles entre el Paseo del Cauce y Vadillos suponen el 72%. En el entorno de Éxtasis (La Rondilla), son el 46,7%. Y otros puntos de viviendas con poca superficie son el polígono del 29 de Octubre, las calles Estornino, Oriol y Trepador o desde la vía hasta la calle Industrias.

La media es de cinco habitaciones (tres dormitorios, salón y cocina), ya que el informe cuenta los baños aparte.

Además, hay otras características de las viviendas, respecto a la superficie media o la antigüedad de construcción

Rubén, con Iago, Vega y Álvar, en el salón de su casa. RAMÓN GÓMEZ

Tania y Rubén: «Estos últimos diez días se les hacía más duro, pedían salir»

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«Los clips de Playmobil y las princesas Disney han colonizado toda la casa», reconocen Rubén y Tania, padres de Iago (6 años), Vega (5) y Álvar (3), familia numerosa «en un piso normal, 75 metros cuadrados» en las Batallas, «pero con un balcón y un pequeño patio que sirve lo justo para que puedan dar un par de patadas a la pelota». En ese escenario han pasado la cuarentena el último mes y medio. Los padres, teletrabajando. Ella, para el Espacio Joven. Él, como profesor de Historia en el instituto de Portillo, con todo el «cambio de dinámica educativa» que esto ha supuesto.

«Cuando anunciaron que los niños podrían salir a dar un paseo, lo vimos con esperanza. Luego, el bajón, cuando dijeron que sería solo para ir al súper. Y ahora, a ver qué pasa. Yo creo que pueden salir a dar una carrera sin cruzarse con nadie por el paseo del Cauce, en Filosofía y Letras. No hace falta ir a los columpios. Pero un paseo o salir un poco con la bici a que se desfoguen...».

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Abandonar por unos minutos estas cuatro paredes que han sido fortaleza desde mediados de marzo. «Se viven momentos muy divertidos en familia. Un día de Semana Santa, les vimos que estaban preparando entre los tres la maleta para irse de viaje a la playa, a Alicante. Metieron de todo. Y claro, había que explicarles luego que no se podía salir», cuenta Rubén, quien recuerda que los niños han llevado «bien» la reclusión domiciliaria, «aunque los últimos diez días ya se les hacía un poco pesado. Te preguntan si pueden ir al pueblo, a ver a los bisabuelos a Palencia...».

De izquierda a derecha, Macarena, Blanca, María, Paloma, Carmen, con Alfonso en brazos, Alfonso y Elena posan en el jardín de su casa. Gabriel Villamil

Alfonso y Carmen: «Fijar horarios ha sido clave para una convivencia más fácil»

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«La clave es tener unos horarios más o menos fijos. Para estudiar, para la lectura, para ayudar en las tareas de casa, para los juegos o las películas. Saben que son también flexibles, pero que hay que cumplirlos», aseguran Alfonso y Carmen, los padres de Macarena (12 años), Blanca (10), Elena (8), Paloma (4), María (ahora en mayo hace 3) y Alfonso (a punto de cumplir 2). «Nos hemos organizado bastante bien. Mi mujer es una máquina, es psicopedagoga, subdirectora de un colegio, y eso ayuda mucho a la hora de organizar las tareas y los deberes, sobre todo con las tres mayores», asegura Alfonso, quien ahora teletrabaja desde casa.

«La empresa puso todas las facilidades desde el primer momento. Incluso antes de que se decretara el estado de alarma. Mi trabajo está en Madrid y esta situación me está permitiendo pasar más tiempo con la familia, sobre todo con los pequeños, que piden más tu atención». «También entre ellas vemos que hay cosas que han tenido que aprender a gestionar. Por ejemplo, a la hora de pedir turno para elegir la película que les gusta. O a lo que quieren jugar», indica Alfonso. «Si viviéramos en una casa de 80 metros cuadrados, seguro que se haría más difícil. En nuestro caso, es una casa con jardín, aunque con el tiempo que ha hecho, con tanta lluvia, tampoco se ha podido usar mucho». ¿A partir de ahora? «El miedo de salir a la calle sigue ahí. Hemos visto que el Gobierno ha dado bandazos a la hora de tomar decisiones y hasta que no haya una situación más clara, saldremos con muchas precauciones», asegura Alfonso.

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Mario y Carmen, con Unai, Ainhoa y Leire. RAMÓN GÓMEZ

Carmen y Mario: «Está bien salir a pasear, pero quieren quedar con amigos»

«A la pequeña no le gusta mucho ir al colegio, pero el otro día nos dijo: 'Ay, qué ganas tengo de volver», cuentan Carmen y Mario, los padres de Ainhoa (16 años), Unai (12) y Leire (9). La familia ha vivido el confinamiento en los 68 metros cuadrados de su vivienda en La Rondilla. «Al final nos hemos organizado de forma natural. Sin haber decidido nada de forma concreta. Pero mi hija mayor estudia en su cuarto, el chico se ha quedado con el salón (porque además tiene ahí la consola) y yo estoy teletrabajando en el dormitorio de Unai, echando una mano a Leire cuando puedo con los deberes», explica Carmen, teleoperadora que ahora atiende llamadas desde casa.

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«Lo del trabajo lo estoy llevando mejor de lo que esperaba. Mis hijos se están portando bien y no entran en la habitación cuando estoy con una llamada», señala. Si le toca turno de mañana, aprovecha para «hilvanar» la comida en el descanso y es Mario quien termina de cocinar. Si Carmen está de tarde, adelantan el horario de la comida. Mario, electricista afectado por un ERTE, se encarga de la compra (y acerca además comida a la abuela). Ainhoa saca a pasear al perro. «Los que no han salido nada de casa son Unai y Leire. Cuando nos dijeron que se podría salir a la farmacia, decían: '¿Pero para qué quiero ir yo a la compra?' El paseo está bien, que puedan correr algo en el parque. Aunque ellos, lo que de verdad quieren es quedar con los amigos, que solo los ven por videoconferencia». «Durante Semana Santa fue un poco más duro, el colegio a distancia les ayuda a fijar horarios».

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