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El cabo Gago se despide tras 43 años cuerpo a cuerpo con los explosivosPoco se imaginaba el cabo primero de la Guardia Civil Vicente Gago (San Sebastián, 1959) la mañana que tenía por delante cuando llegó, por última vez, a la Comandancia de Valladolid. Era viernes, 21 de junio. Era su último día de servicio, tras 43 años en el cuerpo, y su «idea» era despedirse de una forma sencilla, como marca el protocolo. Pero sus compañeros del Grupo de Especialistas en Desactivación de Artefactos Explosivos y de naturaleza (Gedex) tenían otros planes para él, para agradecerle y poner en valor tantos años de entrega y dedicación a la provincia. Incluso se implicó en el homenaje el teniente coronel, Andrés Velarde.
De hecho, cuando Gago fue a darle un último apretón de manos, el teniente coronel le instó a tomar un café, para llevarle, a hurtadillas, hasta el patio de la Comandancia, donde decenas de compañeros y familiares le esperaban para despedirle con honores, con saludo militar incluido. «Fue muy emotivo, la verdad, algo inesperado. Llegar después de 43 años a la edad de jubilación y que te hagan un homenaje de este calibre... No me lo esperaba, sinceramente, es algo inolvidable», admite, aún visiblemente emocionado, el cabo primero Gago, el especialista en detonación de explosivos en activo más veterano del país. Hasta el pasado viernes.
Aquella mañana, Gago, que vivió en primera línea los años más crudos de ETA en el País Vasco, que guarda en su memoria aquella bomba que no llegó a explotar en una gasolinera de Cubillas de Santa Marta hace casi treinta años, cumplió, sin saberlo, con su misión más difícil. Porque nunca es fácil, ni para el que se queda ni el que se marcha, cerrar la puerta de la que ha sido una segunda casa durante tanto tiempo. «He intentado cumplir con mi trabajo lo mejor posible; nunca me he creído más que nadie, pero me voy con la conciencia del trabajo bien hecho, de haber dado todo de mí», añade este guardia civil, destinado en Valladolid desde hace 37 años.
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Su experiencia previa por el País Vasco cuando ETA mostraba su peor cara le ayudó a afrontar cualquier amenaza de bomba que se registraba en Castilla y León y poder neutralizarla. Asegura que durante sus años en Valladolid «se ha recibido alguna amenaza» de explosión, pero las intervenciones del Gedex de Valladolid -formado por el sargento, el cabo primero (hasta ahora Vicente Gago) y cinco agentes- se centran fundamentalmente en desactivar armas y proyectiles de la Guerra Civil. «Los proyectiles están constantemente apareciendo; en los últimos diez o quince años, la mayoría de las intervenciones que hacemos son de este estilo, aunque también atendemos alguna amenaza de bomba en algún centro comercial como RÍO Shopping», explica, justo antes de concretar que otra de las labores principales de los Gedex es cubrir eventos y actos de trascendencia, ya sea por número de participantes o por la relevancia de los asistentes. «Son intervenciones prioritarias, como la Presidencia del Gobierno, acordonar la zona cuando vienen los Reyes... Todo ese tipo de servicios», apostilla.
Asimismo, cuenta que a raíz de la bomba fallida de ETA en Cubillas (había llovido, se mojó y no llegó a estallar) se recibió un aluvión de avisos de estas características. «Recuerdo que aquella vez nos llamaron sobre las doce o una de la madrugada y fue una intervención de toda la noche prácticamente. Luego, a raíz de eso, fue curioso porque sí que recibimos varios avisos más de colocación de artefactos en distintos sitios que resultaron ser falsos», incide.
Vicente Gago
Cabo primero de los Gedex en Valladolid
Lo suyo fue vocacional. No sabía en qué especialidad, pero lo que sí que tenía claro Vicente Gago es que quería ser, como su padre, guardia civil. Mismo camino que siguieron sus tres hermanos, agentes todos del instituto armado, cada uno en un destino y una especialidad. Vicente se decantó por formarse en la detonación de artefactos explosivos. «Había una asignatura que era estudiar los artefactos que estaban ya poniendo las bandas terroristas de la época, y a raíz de ahí me empezó a llamar la atención cómo los construían; tenía cierta inquietud por conocer un poco más esa especialidad y hasta hoy», argumenta el cabo.
43 años al servicio de la Benemérita, estudiando y analizando todo tipo de explosivos, dan para mucho. Incluso para comprobar, en primera persona, cómo ha evolucionado el terrorismo y la forma de actuar. «A parte de permanecer en guardia las 24 horas para atender cualquier incidencia que se produzca, nos estamos preparando constantemente, antes por el tema del terrorismo de ETA y los GRAPO y ahora con el yihadista, que puede aparecer en cualquier momento y en cualquier punto de España. También han irrumpido en nuestra especialidad, como en la vida en general, las nuevas tecnologías, con la inteligencia artificial, los drones y demás, que puede ser una forma de trasladar el peligro», subraya Gago.
Así, para hacer frente a todo tipo de adversidades, están «constantemente» en preparación y formación. «En el servicio central de Valdemoro celebramos seminarios anuales; estamos allí para inundarnos, sobre el terreno, de todos los avances que haya podido haber en terrorismo, tanto nacional como internacional. Luego, lógicamente, nos preparamos en nuestra base», concluye.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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