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A bordo del pionero Locomóvil CastillaEl Hilo
A bordo del pionero Locomóvil CastillaTenía una potencia de diez caballos de vapor, consumía 50 kilos de carbón cada sesenta minutos y, en el mejor de los casos, su velocidad ... máxima alcanzaba los 10 kilómetros por hora. Fueron veinte días de recorrido que se hicieron largos para la tripulación a bordo del Locomóvil Castilla, el primer vehículo de vapor que circuló hasta Madrid partiendo de Valladolid. A su llegada, cientos de madrileños se apelotonaban en el entorno de la Puerta de Segovia para ser los primeros en presenciar la llegada de un invento único. Abro hilo:
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↓ Tras la novedosa maquinaria se encontraba Pedro de Ribera, un joven ingeniero con ganas de experimentar su viabilidad. Como portavoz de su propia empresa decidió importar en 1860 desde Londres varias locomotoras desmontadas por piezas que, anteriormente, ya habían demostrado sus fiables resultados en las carreteras convencionales. El transportar el artefacto desmontado hasta la ciudad vallisoletana no entraba en sus planes puesto que su objetivo era armarlo en Santander, donde atracó el barco con las piezas. El siguiente paso sería llevarlo hasta Valladolid circulando por el camino Real. Sin embargo, esta vía se hallaba en unas condiciones pésimas entre el tramo de Bárcena a Reinosa ya que era una zona de paso constante de carruajes.
↓ La locomotora fue armada finalmente en los talleres del ferrocarril. El 17 y 18 de octubre de ese mismo año, Ribera realizaría unas primeras pruebas que no resultaron concluyentes por la falta de algunas piezas que se habían estropeado durante el trayecto en barco. Una vez resuelto el contratiempo se armaron sin muchos miramientos, y luciendo la palabra Castilla en su lateral. La fiera metálica partió en su primera prueba desde el paseo de las Moreras hasta llegar a una pronunciada pendiente de Zaratán. Tampoco faltaron los ensayos en los que la maquinaria transportaba en sus vagones trigo u otro tipo de carga. Una vez que Ribera se cercioró que era fiable, emprendió su aventura final: iniciar un viaje desde Valladolid a Madrid circulando por el Camino Real de Francia.
↓ Ribera pretendía que el invento fuese útil para transportar mercancías por los lugares a las vías de tren no llegaban y, aunque unos años antes (en 1855), el inventor valenciano Valentín Silvestre había probado ya su locomóvil en Madrid, el Castilla fue el pionero en circular por los caminos españoles. A las tres de la tarde del día 31 de octubre Ribera inició su viaje a Madrid. Esta vez partiría del Canal para cruzar el Puente Mayor y enfilarse a la carretera de Madrid por la puerta del Príncipe Alfonso del Campo Grande. Como era de esperar la prensa ya había dado noticias al respecto y la bestia de metal convocó a un público expectante a lo largo del recorrido para presenciar su salida de la ciudad.
↓ El artefacto disponía de una gran caldera y varios juegos de ruedas, los traseros de más de dos metros de diámetro. En la parte frontal estaba el puente de mando, con un timón dirigido por el propio Ribera y el contramaestre Flamier que permitía manejar la máquina con precisión y cuidado. Y, por si hubiese algún contratiempo, la parte posterior estaba ocupada por dos obreros encargados del buen funcionamiento de la máquina.
↓ Aunque el artefacto de vapor es idéntico a lo que se conoce ahora como una locomotora convencional, la del ingeniero contaba con una reductora de potencia para evitar que todo saltara por los aires. La potencia oscilaba entre 10 y 12 caballos y, en terreno llano, podía alcanzar los 10 kilómetros por hora. Además, el ingenio contaba con una capacidad de arrastre de carga de hasta 20 toneladas, por lo que ningún transporte animal podía competir con aquello. Recorrer los 200 kilómetros que separaban Valladolid de la capital en veinte días a bordo de algo innovador era un auténtico reto. Sin embargo, la prisa no era un factor relevante en este asunto.
↓ Se decantaron por el camino más largo, unos 250 kilómetros, en vez de tomar la carretera de Santander donde los tripulantes disponían de 70 km menos, en esta ocasión deberían salvar el puerto del Alto del León. Con esta ruta trazada en el mapa, pasó por las localidades de Tordesillas, Rueda, Medina del Campo y Arévalo, que por aquel entonces eran considerados importantes centros comerciales. Estas poblaciones también permitirían a los viajeros pernoctar, si así lo decidiesen, y allí poder solventar cualquier avería que sucediese por el camino. Así lo relatan el ingeniero García Tapia y el historiador Cano García en su libro 'La aventura del Castilla'.
↓ Tras pasar una noche en el parador de Sierra, ya a las puertas de la capital madrileña, Ribera y sus acompañantes subieron la cuesta de San Vicente para entrar en la villa por la puerta de Segovia, próxima al Palacio Real. Se puede deducir por el número de días que les llevó completar el recorrido que al menos tuvieron una o varias averías durante el viaje, lo que les llevó a detenerse durante un tiempo en varios puntos del recorrido. La aventura llegó a su fin el 18 de noviembre de 1860 cuando el mecanismo de vapor se avistaba por la Puerta de Segovia al calor de cientos de madrileños que esperaban con ansias su llegada. La tripulación entró triunfante en Madrid y dejó asombrado al público.
↓ Una vez en Madrid, el Castilla estuvo en reparación hasta el 4 de marzo de 1861 en los talleres ubicados en la plaza del puente de Segovia. Ya estaba listo para recorrer las calles céntricas de Madrid. Los intentos de Ribera para que el viaje pasara lo más desapercibido posible cayeron en vano, pues la prensa destapó todos los detalles de la aventura. Los artículos de elogio no vinieron de la prensa vinculada a las compañías ferroviarias puesto que esta mostraba su desconfianza ante un nuevo medio de transporte que amenazaba con competir con el ferrocarril.
↓ A pesar de haber tenido un viaje exitoso no lograron convencer a los industriales de la época de que aquel artefacto metálico era una buena alternativa a la tracción animal para el transporte de mercancías. Lo cierto es que aquel intento de locomotora nunca llegó a triunfar. Lo que comenzó siendo todo un acontecimiento en su época cayó en el olvido poco tiempo después. El locomóvil de Pedro de Ribera fue visto de nuevo en Asturias, hacia 1862, donde realizó pruebas de transporte de carbón. Más tarde, el ingeniero dejaría en Madrid un sucesor de su máquina pionera.
↓ El nuevo invento estaba formado con piezas que había traído de Inglaterra y con nuevas modificaciones personales que él mismo añadió tras su experiencia del viaje desde Valladolid. Bautizado como Príncipe Alfonso en honor del futuro rey Alfonso XII, contenía gran cantidad de innovaciones. No obstante, Ribera no tardó en abandonar su fiebre por el artilugio para pasarse a una vida más tranquila y muy exitosa en el sector del ferrocarril. Tuvo que pasar más de un siglo y medio para que sus ideas fueran recuperadas en una época donde los automóviles ya se habían convertido en los auténticos dueños de las carreteras. Ese futuro que Pedro de Ribera ansiaba conseguir al mando de su maquinaria de vapor.
El Hilo repasa la historia de cuando Los Bordinis se jugaban la vida en Valladolid.
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