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A mediados del mes de agosto de 1951 se descubría en el cuartel vallisoletano de La Rubia un hecho que dejó atónitos a los compañeros de promoción del soldado Julio González. Su nombre real era Julia, nacida en la localidad asturiana de Sama de Langreo y de la que, tras 18 meses de servicio militar en Automovilismo, nadie de su entorno más cercano sabía que se trataba de una mujer.
La inverosímil noticia cayó como un jarro de agua fría entre sus camaradas de armas, pues todos coincidían en que «siempre se le conoció y vivió como un muchacho», un hecho que afirmaban, incluso, los hermanos de la joven. Abro hilo:
↓ Los orígenes de Julia se sitúan en Sama, una pequeña parroquia asturiana del concejo de Langreo. Tenía un tío con mucha fortuna que había prometido a sus padres dejar todas sus riquezas en manos del primer hijo varón que tuviese la familia. Los padres no lo dudaron y desde un primer momento comenzaron a vestir a su hija con ropa de niño y Julia pasó a ser Julio. Comenzó el colegio como un niño más del pueblo a los cuatro años de edad y a los 17 se fue a la mili como cualquier hombre de por aquel entonces. Fue destinada al Parque de Automóviles de Valladolid.
↓ Su vida dentro del cuartel no se diferenciaba de la de otros reclutas. El trato con sus compañeros era espectacular, saliendo en numerosas ocasiones a tomar vinos con ellos; incluso, durante su estancia, llegó a tener novia, con la que salía muchos días para ir al cine. Julia González Fernández era apreciada en especial por sus superiores, quienes apreciaban sus dotes morales y su soltura a la hora de conducir vehículos. Fue un miembro tan destacado en el cuartel de La Rubia que no tardó en ser galardonada con la categoría de soldado de primera por sus dirigentes.
↓ Por aquel entonces faltaban más de cuatro décadas para que se lograse la plena integración de la mujer en las Fuerzas Armadas Españolas. En la época, Julia se encontraba dentro de un servicio militar exclusivamente masculino que, por ley, tenía una duración de dos años, aunque podía reducirse a 18 meses a criterio del Ministerio del Ejército. No fue hasta agosto de 1951, casi al finalizar la mili, cuando salió a relucir una denuncia dentro del cuartel que terminaría revelando la verdadera identidad del soldado. Un miembro del grupo comunicó la desaparición de una cartera, ante lo cual, los superiores ordenaron un registro exhaustivo a toda la tropa.
↓ Al comenzar el registro el coronel exigió que todos se desnudaran. Así lo hicieron todos menos Julia, que desde un principió se negó. La actitud anormal de la soldado despertó en sus compañeros una actitud burlona y varias bromas al respecto de la situación. Sin embargo, al día siguiente del registro fue a visitar al jefe del parque para confesarle que no había obedecido porque era una mujer, una condición que horas más tarde confirmarían los médicos. Y, como era de esperar, el rumor se extendió como la pólvora por todos los compañeros del cuartel, que se quedaron asombrados tras descubrir la verdadera identidad de Julia.
↓ Tras enterarse de este suceso tan rocambolesco, lal joven fue rápidamente separada del parque y desplazada hasta el Hospital Militar, donde estuvo bajo la tutela de las religiosas. Allí permanecería poco tiempo, ya que días después fue trasladada a un colegio de la ciudad para ser educada en labores de cocina, costura o, bordado, es decir, como una ama de casa. En aquel momento ya circulaban las especulaciones acerca de la causa real que había llevado a Julia a simular ser hombre, así como con las razones que le habían llevado a hacer el servicio militar.
↓ Su caso daría la vuelta al mundo en el mes de septiembre de ese mismo año cuando la agencia Cifra dio a conocer un suceso por el que apodaron a Julia Rodríguez como la mujer soldado. La historia llegó incluso a los periódicos de Estados Unidos, que se hicieron eco de la situación. Las conjeturas de aquellos que rumoreaban sobre el caso aseguraban que Julia quería seguir una estratagema para hacerse con la herencia de su tío, a la que como bien se sabía sólo podía acceder bajo unas condiciones muy singulares. Otros opinaban que Julia había encubierto su verdadera identidad para suplantar la de su hermano, que se negó a cumplir el servicio militar; o que fue convertida en un hombre por sus propios padres, que se sirvieron del Sacramento del Bautismo para suplantar a algún fallecido. No faltaban quienes aseguraban que la propia madre de la joven, Carmen González Torre, creía firmemente desde un principio que su hija era un hombre.
↓ El caso de Julia no tardó en servir de pretexto para las coplillas de carácter satírico del momento, que se valían del argumento de la herencia para explicar lo sucedido: «Pongan atención señores/ con lo que voy a explicar/ un suceso que ha ocurrido/ con un joven militar./En un pueblecito asturiano/ allí una niña nació/ y sus padres al momento/ la vistieron de varón./ Pues según la gente dice/ esta familia tenía/ un pariente que es muy rico/ y era tío de la niña./Pues este señor tan rico/ a la familia la habló/ que dejaría su fortuna/ al primer hijo varón./ Entonces aquellos padres/ llevados por la codicia/ la vistieron de varón».
↓ Durante su estancia en el centro hospitalario, El Norte de Castilla envió a un periodista para aclarar las habladurías y las suposiciones que la opinión pública estaba generando en ese momento. Julia se encontraba en el departamento de Cirugía, en un cuarto situado junto al quirófano y bajo la atenta tutela de varias religiosas. «Delgada, de faz angulosa y de mediana estatura», así la definía el periodista, que no tuvo mucha suerte en este encuentro con la muchacha, ya que cuando Julia descubrió a qué se dedicaba declinó responder a cualquier pregunta que se le plantease. La exmilitar estaba muy afligida por el trato que habían dado los medios de comunicación a su caso.
↓ Se conoce gracias al reportero del periódico decano que «Julia hablaba con voz hombruna, aumentada el tono duro de la misma por la aspereza del dialecto asturiano», según le habían asegurado las religiosas. Del resto, no pudo sacar nada en claro. La verdad detrás de la ocultación sobre su cambio de sexo se dejó como estaba hasta entonces, a merced de las habladurías del pueblo. Es por ello que nunca se llegaron a conocer las razones que llevaron a Julia a hacerlo, otro de los motivos que llevaron a este suceso a tomar un tono novelesco que fue durante mucho tiempo el centro de las conversaciones de muchos vallisoletanos.
El Hilo recuerda el próximo sábado el viaje de Madrid a Valladolid en locomóvil.
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Fernando Morales y Sara I. Belled
Francisco González
Cristina Cándido y Álex Sánchez
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