Lorenzo Ordóñez González llegó a la capital con 20 años desde Pozuelo de la Orden, donde había nacido en 1911. Aquel mismo año, 1931, abrió junto con un socio –Jorqui, un conocido mayorista de frutas, verduras y hortalizas de Valladolid–, una barbería en el número ... 16 de la calle Platerías. «Aunque desde el principio fue socio al 50%, mi abuelo comenzó como aprendiz; nunca antes había tenido este oficio», recuerda José Ignacio Ordóñez Antón, nieto de Lorenzo y actual propietario del negocio familiar. Apenas dos años después, en 1933, «Jorqui le ofrece a mi abuelo quedarse con su parte del negocio. Mi abuelo venía de una familia humilde y su única duda era si se lo podía pagar. Se ve que en aquella época siendo una buena persona y con buena predisposición... Así que sellaron el acuerdo con un apretón de manos y, por supuesto, rindiendo sus cuentas. Y mi abuelo se quedo solo en el negocio», explica José Ignacio.
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A los tres años estalló la Guerra Civil y Lorenzo fue enviado al frente. En vez de bajar la persiana de la barbería, este emprendedor vallisoletano contrató a dos chicos para que le llevaran el negocio durante su ausencia. «En aquella época las noticias llegaban por carta. Y las que le enviaban a mi abuelo sus empleados decían que la cosa no iba bien y que la peluquería daba en pérdidas. Pero mi abuela le escribía que cuando pasaba por delante de la barbería siempre había gente, así que ella creía que no iba tan mal el negocio», rememora José Ignacio.
Después de la Guerra
Y terminó la Guerra. Y Lorenzo regresó a Valladolid. «Cuando llegó a la barbería los chicos le dijeron 'maestro, hemos intentado sacar el negocio adelante pero no ha funcionado'. Entonces mi abuelo vio por allí a un chavalillo con corbata y les preguntó que quién era. Los jóvenes le explicaron que era un aprendiz que habían cogido para que les ayudara. '¿No hay trabajo y habéis tenido que coger un aprendiz para que os ayude?'. Inmediatamente despidió a los dos trabajadores y se quedó con aquel chiquito, de nombre Dionisio, que trabajó con mi abuelo cuarenta años», explica el nieto del fundador.
Casado con María Olmos Gómez, en 1941 nació su hijo Lorenzo Ordóñez Olmos, quien empezó a trabajar con su padre en los años sesenta. En aquellos años llegaron a ser cuatro peluqueros: Lorenzo padre, Lorenzo hijo, Dionisio y Anastasio 'Tasio' Velasco. Así hasta mediados de los años ochenta en los que el patriarca de los Ordóñez Peluqueros y Dionisio se jubilaron. «Mi padre se queda entonces al frente del negocio y contrata a Marino, que está en la peluquería cinco o seis años. En vez de Nacho me tendrían que haber llamado Rigoberto, para encajar mejor en esta historia», bromea el actual propietario del negocio por el que han pasado como clientes muchos políticos y miembros del clero vallisoletano, desde el alcalde Martín Santos Romero al arzobispo Braulio Rodríguez.
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«Mi abuelo y mi padre fueron los maestros y yo sigo siendo el aprendiz», confiesa José Ignacio, quien regenta hoy el negocio en el número 2 de la calle San Martín, tras unos años en el número 5 de la Plaza de la Libertad. «Los clientes como son de tantos años te siguen».
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