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'Déjala que juegue con un balón' es el nombre de la obra efímera instalada este 8 de mazo, Día Internacional de la la Mujer, ... por la artista visual Eva Velasco en el Puente Colgante de Valladolid. Se trata de consignas impresas en cintas con formato de 'hashtags', en las que se reúnen algunos de los lemas más importantes del movimiento feminista, además de preguntas planteadas por la artista vallisoletana.
El objetivo, asegura Velasco, es «provocar una reflexión sobre el papel de la educación como herramienta fundamental en el camino hacia la igualdad de las mujeres».
Las cintas, que salen al paso de los paseantes «como lenguas movidas por el viento, interpelan a los viandantes a la vez que los invitan a hacerse eco de los mensajes en ellas escritos». El proyecto invita a que el público participe de forma activa subiendo a redes sociales sus propias imágenes, que incluye etiquetas como «#educas a tu hijo igual que a tu hija», «#dejalo que juege con un tutú», «#déjala que juegue con un balón», «#educa en la igualdad para la igualdad» o «#por tu hija, por tu hijo, por todos».
Eva Velasco recuerda que hace once años se mudó a Nueva York, ciudad de la que regresó a principios de marzo del año pasado «huyendo de la pandemia» en aquella ciudad. «Allí nació mi hijo, allí todavía (tele)trabajo. Allí todavía están mi casa, mis libros, nuestra vida. Veníamos por unos meses. Un año después, seguimos aquí».
«Salimos casi corriendo, advertidos por el consulado de que no sabían por cuánto tiempo se mantendrían los vuelos entre los dos países. En aquel momento, autoconfinados en casa, escuchábamos día y noche las sirenas de las ambulancias, ese ruido de fondo de las películas de Nueva York que sorprende al que la visita por primera vez porque suena exactamente igual en la vida real. Una realidad que hizo que cancelara la instalación que había planeado repetir allí el pasado 8 de marzo y que hoy puedo hacer por primera vez en mi ciudad«, asegura Velasco.
Esta es la quinta de una serie de intervenciones urbanas que arrancaron hace ya tres años en Nueva York, y que posteriormente repitió en el puente de Triana de Sevilla y en el Parque del Retiro de Madrid. «Cada una de ellas ha tenido una motivación, un mensaje algo diferente a la anterior, aunque con un mismo hilo conductor: dar visibilidad a los derechos de las mujeres, interpelando al paseante con palabras y frases relacionadas con el feminismo que reclamamos y celebramos hoy. Interpelando, en definitiva, con la palabra y con la estética, desde la forma y con fondo. Con la esperanza de que la estética, que es el lenguaje del arte, atraiga a los que por allí pasen y les deje un buen y hermoso recuerdo una vez que se alejen«.
«La primera de estas intervenciones fue mi respuesta a la tristemente famosa sentencia del juicio de La Manada. Estaba embarazada y leí sus cuatrocientas páginas el mismo día que se publicó, con una mezcla de estupor, preocupación, rabia y miedo. Fue mi forma de homenajear y sentirme cerca de mis hermanas, en un momento en el que física y emocionalmente me sentía muy lejos de ellas y de mi tierra. En simples notas de color fucsia (el color de los Pussy Hats, gorros de lana que en Estados Unidos fueron riada en la histórica manifestación feminista contra Trump), escribí las consignas y hashtags que ese día leí y escuché en las manifestaciones que en aquel momento brotaban espontáneamente por toda España«, añade.
«La segunda y tercera réplicas tuvieron lugar ese mismo verano en Sevilla y Madrid. Esta vez al otro lado del charco, y añadiendo mensajes de mujeres de otros países como China, Chile o Italia, que quisieron sumarse. La cuarta vez la instalación volvió a Central Park el 8 de marzo de 2019. Esta vez con una pregunta que partía de una preocupación personal, la pregunta de una madre de un niño de seis meses: ¿Cómo pueden los hombres ser parte del feminismo?«, indica.
«Dos años más tarde, con un niño de dos años y medio que ya puede hacer preguntas por sí mismo, el virus hace que esté viviendo en la misma ciudad que mi madre. Y aunque yo no tenga respuestas para todo lo que pregunta y preguntará, sí que tengo unas pocas certezas de cómo quiero que crezca y de cómo me gustaría que educásemos a nuestras niñas y niños. En suma, mi única certeza es que la igualdad solo se conseguirá a través de la educación. Educar a nuestros hijos (no solo a nuestras niñas) en el feminismo para que su generación no tenga que preguntarse cómo ser parte del feminismo. Para que lo sean desde la cuna«, asegura.
«Y esto es lo que he querido compartir con los vallisoletanos este 8 de marzo. Con la esperanza de que mi hijo pueda crecer jugando libremente con un tutú y mi ahijada divirtiéndose con un balón. Con la esperanza de que las cintas color fucsia Pussy Hat que he colocado en el Puente Colgante de Valladolid salgan al paso de los que por allí crucen y se enreden danzarinas en su pensamiento. Con la gran esperanza de que no solo se enreden, sino que boten y reboten una vez lleguen a la otra orilla«, concluye Eva, la autora de la intervención que este lunes ha despertado conciencias en el Puente Colgante de Valladolid.
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