Investigadores se dirigen al domicilio familiar donde ocurrió el crimen. J. S.
Audiencia de Valladolid

El inspector de Hacienda que mató a su esposa a cuchilladas, ante el jurado

tribunales ·

El proceso se inicia el próximo viernes 3 de marzo en la Audiencia de Valladolid con la selección de los integrantes del tribunal popular

M. J. Pascual

Valladolid

Jueves, 23 de febrero 2023, 19:22

Un jurado popular juzgará desde el próximo viernes 3 de marzo el crimen de África, la arqueóloga de 55 años que fue acuchillada hasta la muerte por su marido en su propio chalé familiar de la urbanización Santa Ana y en presencia de una de ... sus hijas. José Javier C. F., inspector de Hacienda de 59 años, se enfrenta a una condena de 25 años de prisión si prospera la petición unánime que todas las acusaciones, entre ellas, sus propias hijas. En junio de 2021, cuando se encontraban confinados en el chalé familiar de la Urbanización Santa Ana porque habían dado positivo en coronavirus, el hombre zanjó la discusión que mantenían sobre los términos de su separación propinando más de veinte puñaladas a su esposa en presencia de las hijas, que entonces tenían 16 y 18 años. La pareja continuaba viviendo bajo el mismo techo en el domicilio familiar del número 37 de la calle Montreal pese a estar en trámites de divorcio.

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La Fiscalía, la acusación particular, la acusación popular que ejerce la Asociación Clara Campoamor y la Junta de Castilla y León solicitarán a los miembros del jurado un veredicto de culpabilidad para el encausado, a quien le atribuyen en sus respectivos escritos de acusación un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento. El ministerio público pide que se imponga al acusado una indemnización para cada una de las dos hijas, por los daños morales, 85.000 euros, así como 17.000 euros para cada uno de sus cinco hermanos y 43.000 euros para el padre de la víctima.

Mala praxis

El acusado basará su defensa en una supuesta negligencia o mala praxis médica, ya que se escuda en que su mujer todavía seguía con vida cuando fue trasladada al complejo hospitalario, donde falleció poco después. Su letrado argumentará que no existe delito de asesinato, sino que considera que los hechos son constitutivos de un delito consumado de lesiones o, subsidiariamente, homicidio en grado de tentativa. Además, considera que en ambos casos concurre la circunstancia de parentesco y la atenuante de obrar por causas o estímulos tan poderosos que hayan producido arrebato, obcecación u otro estado pasional de entidad semejante. Únicamente respecto de la tentativa de homicidio, contempla la excusa absolutoria incompleta de desistimiento voluntario pasivo del autor. Solicita que se imponga a su representado, por el delito consumado de lesiones, cinco años de prisión y, subsidiariamente, por tentativa de homicidio, siete años y medio de cárecel. Respecto de la responsabilidad civil, pide que se indemnice a cada una de sus hijas con 42.500 euros por los daños y perjuicios ocasionados.

Los forenses certificaron que la víctima recibió entre quince y veinte puñaladas, en su mayoría propinadas por la espalda y un costado, a la altura del tórax, aunque su cuerpo presentaba también cortes por delante y en las manos, heridas estas últimas de posible carácter defensivo.

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El crimen ocurrió en pleno confinamiento por el coronavirus, y el procesado tuvo que ser aislado en el módulo penitenciario del Clínico antes de ser conducido a prisión

José Javier C. F., que tuvo que superar el coronavirus, ingresado y aislado en el módulo penitenciario del Hospital Clínico antes de poder pasar a disposición judicial, fue conducido posteriormente a prisión, donde permanece desde entonces a la espera de juicio.

Según refiere el relato de acusación, desde octubre de 2020 la convivencia matrimonial era un infierno, hasta el punto que no comían juntos ni se dirigían la palabra a no ser para mantener continuadas discusiones, que solían comenzar por cualquier motivo sin importancia y derivar en reproches «que el acusado dirigía a África sobre el hecho de que esta no trabajara y, por tanto, no aportara ingresos a la economía familiar». Esta tarde entablaron una de esas discusiones en el salón, ubicado en la planta baja del chalé y, en un momento determinado, el acusado fue a la cocina, cogió dos cuchillos (uno de 21,5 centímetros y otro, de 2,85 centímetros de hoja) y regresó al salón, donde, «de forma sorpresiva e inesperada», arrojó al suelo a su mujer y, empleando ambos cuchillos, le asestó numerosas puñaladas por todo el cuerpo «con ánimo de acabar con su vida», sin que ella tuviera oportunidad de defenderse.

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Las hijas, testigos de la agresión

Las hijas del matrimonio, que en ese momento se encontraban en la planta superior de la vivienda, al oir los gritos de su madre pidiendo ayuda bajaron al salón y vieron a su padre con los dos cuchillos en las manos sobre su madre, que estaba tendida en el suelo. La pequeña, conmocionada por la escena, salió corriendo de la casa, mientras que la mayor comenzó a golpear a su padre en la espalda para tratar de quitarle de encima de su madre, sin conseguirlo. En ese momento, la madre le pidió a su hija que llamara a la policía, por lo que la joven subió a la segunda planta para coger el móvil. Cuando bajaba por la escalera con el teléfono se cruzó con el acusado, que subía con los dos cuchillos en la mano y le dijo a su hija que «ya se había acabado todo».

A continuación, el hombre se encerró en el baño de la habitación del matrimonio, donde se introdujo en la bañera, donde se hizo heridas superficiales en ambas muñecas. Poco después llegaron los servicios de emergencia avisados por la hija mayor que, tras lograr reanimar a África la trasladaron al hospital, donde fueron inútiles los intentos del personal médico para salvarle la vida. Falleció a las ocho de la tarde de ese día. La muerte se produjo como consecuencia del shock hemorrágico ocasionado por las múltiples heridas penetrantes de arma blanca. Se cuentan 28 heridas.

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