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«No hay que esperar mucho de nadie más que de uno mismo». Comenzaba así la entrevista que El Norte hizo en 2001 a Josefa Corrales, Pepi para todo Valladolid, propietaria de la buñolería Ideal desde 1981. Hoy, los «mejores buñuelos de Valladolid» se despiden ... de la ciudad por la jubilación de su creadora y son muchos los que aprovechan las últimas horas para disfrutarlos una vez más.
Churrera «de nacimiento», esta zamorana nacida en Cañizal comenzó en el oficio junto a su padre con apenas doce años vendiendo las elaboraciones por los pueblos que rodeaban al suyo. Su infancia y adolescencia fueron «tranquilas, como las de cualquier otra joven de entonces». Cursó la educación básica y al cumplir los 18 viajó a Suiza para trabajar en una fábrica textil. Hasta allí se llevó a su marido, Vicente Torrecilla, y novio por entonces, y juntos regresaron a Valladolid, donde se encontraron con el cierre de una churrería de la calle Dos de Mayo y decidieron hacerse cargo de ella. «No lo pensamos y allí abrimos el negocio porque era lo que yo sabía hacer. A mi marido le enseñé el oficio y ha sido mis manos y mis ojos porque se encargaba del obrador; sin él, nada hubiera sido posible», destaca Pepi.
Pronto se ganó el cariño de los vallisoletanos y algunos de los más ilustres, como Miguel Delibes o Tomás Rodríguez Bolaños, frecuentaban la cafetería los domingos. «Venía mucha gente y se formaban grandes colas, teníamos clientes fieles que no faltaban a su cita con los churros y buñuelos», asegura. En el año 2000 dieron el salto al centro de la ciudad, más en concreto a la calle Teresa Gil, donde su clientela más fiel continuó acudiendo diariamente.
Otros cierres en Valladolid
Proveniente de familia labradora y churrera, «de pueblo de toda la vida», para Pepi, ser mujer y regentar un fructífero negocio ha sido «fácil porque los vallisoletanos han respondido muy bien y han sido respetuosos».
Ahora, en su esperada jubilación, Pepi asegura que disfrutará de pasear, de estar con su familia y de tomar café. «Siempre me han dado mucha envidia los grupos de mujeres que tomaban chocolate y churros juntas aquí, yo quería estar en su lugar pero me tocaba trabajar. Ahora podré disfrutar de ese pequeño placer», comenta entre risas, a lo que añade que «si alguien desea hacerse cargo del negocio estaremos encantados de enseñarle a hacer todo, igual que me enseñaron mis padres».
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