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David Escudero y Alejandra Martínez ayudan a Julia y Carmen a hacer sus tareas mientras teletrabajan Ramón Gómez
Coronavirus en Valladolid: «Al acabar de trabajar te ayudo con los deberes»

«Al acabar de trabajar te ayudo con los deberes»

Miles de padres e hijos experimentan estos días en sus hogares cómo compatibilizar el trabajo de unos y el estudio de los otros, aprovechando al milímetro el espacio de la casa

J. A. Pardal

Valladolid

Viernes, 8 de mayo 2020, 06:53

En la mayoría de casas de España estos son días de reformas. No de esas en las que se tiran tabiques (aunque alguno estará deseando agrandar como sea el espacio del que dispone), si no de reestructuración de las rutinas de trabajo de los más mayores y de las de estudio de los pequeños, obligados unos y otros a desarrollar su actividad bajo el mismo techo y a compartir la práctica totalidad del día para hacer frente a un virus que ha transformado por completo la realidad del país.

La historia de los hogares de Patricia, Alejandra, Eva o Nati es la de los miles de madres y padres que desde hace ya casi dos meses realizan su actividad desde casa por medios telemáticos y a la vez se transforman en eventuales profesores para ayudar a sus hijos a completar las tareas escolares y resolver las dudas que les dejan las horas de estudio.

Pelayo, Jimena e Inés Díaz hacen los deberes en dos habitaciones diferentes de su casa. El Norte

Para cuando Julia (2º de la ESO) y Carmen Escudero (6º de Primaria) se sitúan delante de sus ordenadores y encaran la tarea del día, su madre, Alejandra Martínez, les aventaja en algunas horas ya que utiliza «horarios raros» para sacar adelante su trabajo de profesora de Informática de la Universidad de Valladolid. «Los vídeos que he grabado para mis alumnos los he hecho de noche, porque sé que no va a haber ruidos o se va a escuchar a alguien que va a la cocina», expone muy gráficamente. Desde Semana Santa, su casa ha frenado la actividad frenética en la que entró tras la declaración del estado de alarma y la rutina ha empezado a ganar terreno, tras muchas jornadas «intentando que las niñas entendieran que no eran vacaciones, si no que tenían que estudiar; lo que no se acabe por la mañana, hay que hacerlo por la tarde», recuerda. En su casa, el rendimiento no ha bajado «en líneas generales», aunque admite que para sacar adelante la gran carga de trabajo a la que se han enfrentado en las últimas semanas tanto ella como su marido, David Escudero, también profesor de la UVA, han tenido que realizar jornadas maratonianas.

Algo similar ocurre con los hermanos Pelayo, Jimena e Inés, que tienen que estar listos para empezar a estudiar a eso de las diez mientras su padre, Pablo Díaz, está fuera trabajando y su madre, Patricia García, les ayuda a completar sus tareas cuando no tiene que acudir a su puesto de técnico de prevención en Signify, donde desde hace dos semanas ha vuelto a hacer parte de sus labores de forma presencial. Jornadas «muy dilatadas» ha tenido que completar esta madre, especialmente durante las tres primeras semanas de crisis, ya que «aunque estaba teletrabajando doce o catorce horas, solo entre seis y ocho eran productivas». Las cuatro que se quedaban por el camino se perdían resolviendo las dudas de sus hijos, alumnos del Colegio El Pilar, cuando completaban los deberes. Durante el último mes la organización ha acabado triunfando en una casa en la que Pelayo y Jimena estudian sobre un escritorio en el que caben dos ordenadores e Inés, la más pequeña, utiliza otra mesa. Están conectados hasta las dos y después de comer es el turno de la resolución de esas dudas que antes salpicaban toda la jornada y que entre todos han conseguido aislar y ordenar para que no produzcan interferencias continuas.

Eva Tarín ayuda a su hija Alba a completar sus tareas durante la mañana de ayer. El Norte

Por los aires ha saltado la rutina de trabajo 'on line' que mantenía Eva Tarín desde hace una década. En su casa de Tudela de Duero ejerce sus labores de informática, mientras que su marido, Juan José Guijarro, regenta la confitería sobre la que viven. A esa casa en la que dos personas trabajan en el edificio se han sumado ahora las labores de Alba, de seis años, que como el resto de los estudiantes tiene que seguir el curso desde casa. «Como podemos», repite Eva Tarín en diferentes ocasiones para describir la forma en la que la familia se ha adaptado a la nueva realidad ya que, además, ella ha tenido síntomas de covid-19 que le obligaron a estar de baja, lo que ha supuesto no solo que no hayan sido capaces de organizarse aún, si no que ni siquiera han tenido «demasiadas ganas».

Fernando y Marina Chico estudian junto a la venta; él cursa primero de Informática en Salamanca; ella, 2º de la ESO en El Carpio. El Norte

«Ahora estoy bien y desde el colegio nos están poniendo fechas de exámenes y entrega de trabajos, así que estamos más centrados», asegura. Su marido, que no abre la confitería pero sí mantiene la tienda en Internet, le da el relevo cuando ella tiene que atender alguna videoconferencia.

Lo que le ha tocado a Nati Marcos ha sido cambiar radicalmente de tareas. En ERTE por el parón de la actividad de Industrias Metalúrgicas Beltrán, donde trabaja como administrativa, se ha convertido de la noche a la mañana en docente, ayudando sobretodo a su hija Marina, que estudia 2ª de la ESO, a completar sus tareas ya que su primogénito, Fernando, lo hace mediante videollamadas con los profesores del Grado en Informática de la Universidad Pontificia de Salamanca. «La niña tiene un exceso de carga, pero no de aprendizaje», se queja, porque aunque no está teniendo «ningún problema» para auxiliarla en Matemáticas o Física, sí considera que no puede emular a la capacidad de un profesor para ver su progreso y reforzar conocimientos. «Ese área queda muy floja», resume una madre que intenta hacer más llevadera la estancia de sus hijos en casa con un almuerzo a media mañana y que considera vital el patio que tienen, donde sus hijos pueden «realizar otra actividad». Son, como ella misma dice, las ventajas de vivir en un pueblo como El Carpio.

Las AMPA piden formación para profesores y familias si el curso empieza con los escolares en casa

María Capellán.

Lo tienen claro las madres y padres de alumnos de Valladolid: «la situación generada por el confinamiento debido al coronavirus nos ha pillado desprevenidos, pero estamos en mayo y hay tiempo de formar a profesores y familias para que, si el próximo curso empieza como ha acabado este, no se vuelva a repetir esta situación».

Así lo expone María Capellán, presidenta de la Federación Provincial de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos de Centros Públicos de Valladolid (FAPAVA), que considera que ante esta excepcionalidad se debe «dejar a un lado el currículum como tal y enseñar cosas que se van a necesitar». Esta reivindicación nace de los problemas que se están detectando entre familias que no conocen el uso de algunas plataformas 'on line' o que incluso carecen de una conexión a Internet en su domicilio y tienen que recurrir a la de su teléfono móvil, lo que hace que se les consuma la tarifa de datos y eso les impida continuar con la formación telemática.

Además de los problemas con la tecnología, afloran, según Capellán, otros como la enseñanza bilingüe por la que se ha apostado en Castilla y León y que muchos padres no pueden continuar desde casa por su falta de conocimientos o las dificultades para que los niños se centren tras tantos días en casa. «Hay familias desesperadas», afirma, a lo que se añade la «frustración» por el mal funcionamiento de plataformas, sobrecargadas por el uso masivo en algunos momentos del día.

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