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Eva Gascón es fotógrafa y recoge con su cámara momentos irrepetibles que permanecen en el tiempo como un recuerdo imborrable. Enamorada de Burgos, hace diez años llegó a un mundo poco explorado como es la fotografía de parto. Fotografiar el instante en el que comienza ... la vida es «la luz de la moneda», explica ella misma. Pero toda luz tiene su sombra y, aunque no ha llegado a vivir un parto «que empezase bien y terminase mal», sí comenzó a estar dentro de los hospitales de «manera más inmersiva» y empezó a trabajar en un proyecto con bebés en la UCI neonatal, informa Burgosconecta.
«Tienes más probabilidades de ver cosas, porque vas a hacer fotos a unos niños y cuando vuelves la semana siguiente, algunos se han ido, pero otros no han salido del hospital», cuenta Eva. Las fotos que había hecho a esos bebés se convertían en un punto de apoyo a los padres, un reconocimiento de que ese bebé ha existido, «que lo han tenido en brazos un día, una semana, con cables, con bombas, pero estuvieron ahí…».
Este 15 de octubre, Día Mundial del Duelo Gestacional, Perinatal y Neonatal, reclama que todas las familias tengan la oportunidad de guardar un bonito recuerdo de aquellos bebés con los que no pudieron llegar a casa. «Hacer esas fotos es, de alguna manera, reconocer esa maternidad, porque aunque a la gente le pareciese incómodo sí sabían que una familia había estado en una uci neonatal sosteniendo a su bebé», indica la fotógrafa, pero ¿qué pasa con los bebés que no han llegado a ese punto, que fallecieron antes de nacer o en el parto? ¿Qué pasa con esas madres?
«Me puse en contacto con Norma Grau, que es un referente en España en fotografía de duelo. En ese momento no había protocolos en los hospitales, no había ni siquiera un acompañamiento psicológico. El único consuelo para esos padres era haber guardado algo de esos bebés. Entonces, se empezaron a plantear las sesiones de recuerdo», explica Eva. En ellas no hay bebé, pero en las fotografías se intenta «dejar ese vacío» para indicar «que esa presencia estaba, había estado y permanecía en el corazón de los padres», que, así «entendieron al ver esas fotografías la importancia de reconocerse y reconocer que había habido una vida ahí».
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Estas familias, en muchas ocasiones, solo podían agarrarse a «una foto de autopsia» y «estaban desesperadas por mostrar algo más que una cajita o unos patucos que se pueden tener en una sesión de embarazo». «Entonces nos mandaban esas fotos de autopsia, que a veces ni siquiera habían sido capaces de ver, y empezamos a intentar mejorar esas fotos. Es un trabajo muy duro», reconoce, «pero los padres estaban muy agradecidos y tú les estabas dando algo que sabías que si se hubiera producido en el momento adecuado tendría otro cariz». Entonces fue cuando decidieron dar un paso más. Pese a las dificultades, porque si es complicado hacer una sesión de fotos en un parto, hablar de fotografiar el duelo sigue siendo un tabú o un acto tachado de macabro y morboso.
Pero nada más lejos de la realidad de las familias que deben transitar por el duelo de no poder llegar a casa con su bebé en brazos. «Queríamos que se agarrasen a un recuerdo mucho más amable de esa muerte, así que se empezó a formar a los sanitarios también. Muchos pensaban 'qué necesidad', y la necesidad es la de dar valor a esa existencia. Tener una foto en su casa puede ser terapéutico», asegura. Y es que el punto macabro solo se encuentra en la mirada de la gente. «Cuando les das la validación de ser padres a ojos del mundo, ese duelo se mitiga mucho antes. Por eso los psicólogos recomiendan hacer esas fotos, aunque no se puedan ver en ese momento, aunque tarden años en poder verlas o no las vean nunca», asevera.
Por eso, Eva Gascón insiste en que «la fotografía no es imprescindible», pero entiende que «tiene que ser una opción». «Insistimos en que se diga en los planes de parto. Porque todo va a ir bien, pero sabes que si algo se tuerce también estás preparada y que, además de esa cajita de recuerdos se ofrezca el poder llamar de urgencia a un fotógrafo y que esté acompañándote. O que haya personal sanitario que sea capaz de hacer la foto y protegerla por si no quieres verla en ese momento», cuenta Eva. No en vano, las fotos de autopsia están protegidas con contraseña, para solo verlas cuando las familias están preparadas para hacerlo. «Te llega un e-mail y una contraseña y tienes cinco años para poder abrirlo.
Esas madres muchas veces confían en otra persona para que la abran y la guarden; así, cuando están preparadas, tienen a quién recurrir. Hay tiempo y fórmulas. Lo importante es dar toda la información», reclama, al tiempo que pide que «el duelo esté presente y que no se perciba como algo macabro».
Por esa razón, en muchos hospitales se utilizan cunas que mantienen a estos bebés que fallecen fríos, para que pueda llevarse a cabo un encuentro con hermanos, con los abuelos, con la familia que quiere conocer a ese bebé antes de despedirse de él. «La obsesión que tenemos con la imagen a veces se nos va de las manos, pero no hay que censurar a unos padres por querer recordar una vida que ha existido», explica, Eva, quien considera que, de ese modo, lo que se censura es la muerte. «Porque duele. Porque te duele a ti. Porque no sabes cómo reaccionar», asegura. «Se trata de una foto muy íntima.
Cuando ese duelo lo tienen trabajado, esa foto la enseñan, y cuando se enseña, la gente tiene que entender que es porque ya se ha transitado un camino. Cuando eso pasa, esos padres no pueden seguir escuchando '¿qué necesidad tenías de fotografiar esto?', '¿por qué tenéis esta imagen?, avanzad'. Si la comparten es porque el duelo está avanzado. Si no sabes qué decir es mejor evitar decir esas cosas», lamenta.
Las fotografías se hacen de muchas maneras: «No tienen que ser explícitas. Incluso en las fotografías en las que hay un bebé vivo se puede incluir detalles del bebé que no está si así lo quiere la familia. Que el bebé sostenga algo de su hermano. Supone una tranquilidad para esas madres cuando tienen esa foto, una sensación de alivio. Se les ve en la postura corporal. Incluso con las fotos de la autopsia. Lo que hacemos es cambiar el tono de la piel, revestirla con mantitas para quitarle esa frialdad que tiene; nunca ven la foto primigenia».
Asimismo hay veces en las que las mujeres ya saben que van a dar a luz a un bebé sin vida. «Y esas mujeres han parido; se han visto pariendo. Cuando tienen a sus bebés en las manos, puedes sacarles una toma desde arriba o la mirada de los padres. Esa mirada, durante segundos, es la misma que tienen todos los padres que han tenido un bebé a término. Es una mirada llena de amor», sentencia.
Es importante, además, que el protocolo del hospital contemple la muerte gestacional, perinatal y neonatal, porque de esta manera ofrecen a las familias que pasan este duro trago la oportunidad de hacer cosas que quizás no se llegan a plantear, como puede ser pedir que les hagan fotos o les tomen unas huellas de recuerdo junto a un mechón de su pelo. «Cuando entras en una habitación, tienes que hacerlo sin prejuicios, porque la puedes cagar, ante un bebé vivo y ante uno muerto», explica Eva.
«Es necesario tener formación para entrar en un parto y necesitas no prejuzgar cuando entras en una habitación donde el bebé está muerto. No siempre vas a encontrar unos padres destrozados; a veces hay felicidad porque han podido abrazar a su hijo. Y ahí empieza tu rol de acompañante. Y es muy difícil, porque el acompañante no se involucra. Yo no hablo con ellos, solo disparo, como si ese bebé estuviera. Yo no veo muerte, solo el amor, y mi labor es proporcionar algo a esos papás que se van a quedar sin ese bebé», afirma.
Pero el «momento duro» llega cuando hay que editar esas fotografías. El momento de la entrega es similar en todos los casos. «Siempre hay mucho agradecimiento. No veo todas las reacciones, porque no todas familias quieren ver las fotos en ese momento, porque no están preparados. Pero los que lo hacen, cuando reciben las fotos y las ven, es como si se quitasen una mochila. Por eso no puedo entender a quien dice que es macabro. Es porque no han visto a mis familias ver la foto de su bebé», finaliza Eva.
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