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Hombres, mujeres y niños, en las primeras horas tras la llegada de las tropas soviéticas al campo de concentración. reuters
La culpa de seguir vivo

La culpa de seguir vivo

Auschwitz: 75 años del final del horror ·

Dar testimonio de lo sufrido fue para muchos la razón principal y casi única de continuar en este mundo

LUISA IDOATE

Sábado, 25 de enero 2020, 08:11

Llevamos la supervivencia en los genes. Nos aferramos a ella en toda situación. Atacamos, defendemos, huimos, nos ocultamos; mentimos, convencemos, suplicamos, traicionamos; resistimos, flaqueamos, nos rendimos. Imponemos el instinto de conservación. Los supervivientes de los campos de exterminio nazis se agarran desesperadamente a la vida; ... la misma con la que luego negociarán para convivir con la inasumible mochila de seguir existiendo. ¿Cómo olvidar los hornos crematorios, los cadáveres amontonados? ¿Los cuerpos famélicos consumidos por los piojos? ¿Los vagones hacinados de gente y heces? ¿Las ejecuciones, las palizas, las violaciones? ¿El crujido de un bebé estampado contra un muro? ¿La lucha a muerte por una patata cruda? ¿La cosificación de la persona, reducida al número en el brazo? Lo peor, dicen quienes salieron vivos, es afrontar la libertad. Empezar de cero sin nadie a quien buscar ni que te busque. Sin dinero, papeles, ni hogar al que volver. Tomar decisiones, acostumbrado a obedecer a punta de pistola en todo momento. Enterrar la culpa de sobrevivir. Y encarar la vida.

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