Los cofrades de Jesús de Medinaceli y Discípulo Amado bajan las andas de una grúa. José C. Castillo

La procesión del almacén: así vuelven las andas a la nave de las cofradías de Valladolid

Los cofrades se afanan durante la mañana del Sábado Santo en recoger las estructuras y adornos de los principales pasos de la Pasión vallisoletana

Víctor Vela

Valladolid

Sábado, 30 de marzo 2024, 18:42

Hay una procesión –sin fieles en las aceras, sin cámaras atentas a los detalles, sin aplausos ni fervor popular– que cada Sábado Santo por la mañana recorre las calles de Valladolid. Se trata de un cortejo sin santos, de un desfile sin tallas, de ... un trasiego de grúas que, como si fueran costaleros, llevan a cuestas las andas y carrozas de la Pasión.

Publicidad

Desde primera hora, cofrades de las veinte hermandades de la capital recogen las estructuras usadas durante esta Semana Santa y las trasladan desde sus sedes, sus templos e iglesias, hasta una nave junto al cementerio del Carmen donde se conserva todo el año la estructura básica de cada procesión.

Aquí está guardado el andamiaje de la Semana Santa vallisoletana, el esqueleto sobre el que se asienta la carne policromada de los Cristos, vírgenes y santos. Aquí se custodian buena parte de esos elementos imprescindibles para el montaje de una procesión que, después de la general del Viernes Santo, se ponen a cubierto hasta el año que viene.

Los cofrades del Discípulo Amado y Jesús de Medinaceli (arriba), Jesús Nazareno (abajo a la izquierda) y las Siete Palabras (abajo a la derecha) que han ayudado a recoger las andas. José C. Castillo

«Es imposible no sentir algo de pena cuando te pones a recogerlo todo. Es cuando te das de verdad cuenta de que hasta el año que viene no volverás a salir», asegura Santiago Capote, hermano mayor de la hermandad del Santísimo Cristo Jesús de Medinaceli, Nuestra Señora de la Divina Misericordia y Discípulo Amado.

Publicidad

A las ocho de la mañana, ya estaban en la iglesia de San Martín, listos para recoger flores, imágenes, faldones, candelabros o tulipas. Tres horas después, una veintena de costaleros ayudaban a bajar las andas del Paso de Sentencia de la grúa que la ha acercado (oculta y protegida por una lona)hasta este depósito que las cofradías tienen cerca del camposanto. «Es imprescindible para todos, porque aquí dejamos muchas estructuras que, de otro modo, no sabríamos donde meter», cuenta José María de Luis, de la cofradía Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Varias de las estructuras y enseres, en la nave de las cofradías. José C. Castillo

«Hace unos años, ya se hizo una ampliación de la nave. Y no estaría mal ir pensando en hacerla más grande, porque esta se nos va quedando pequeña.Las cofradías cada vez tenemos más andas (nosotros el año que viene estrenaremos unas), más adornos y estructuras, y no siempre disponemos de sitio donde meterlas», asegura José María, quien junto a su hijo Samuel y a Víctor Díez y Daniel Martín terminan de colocar el material que han traído hasta aquí.

Publicidad

Ese problema de falta de espacio lo sufren, por ejemplo, en las Siete Palabras. En este almacén, cada una de las cofradías (además de la junta que las representa a todas) disponen de un espacio propio, delimitado y numerado. Aquellas agrupaciones que cuentan con otros lugares o naves donde dejar sus enseres, ceden su espacio a otras hermandades.

Así, por ejemplo, la cofradía de las Siete Palabras no solo reparte sus objetos por su espacio, sino también por el del Cristo de la Luz. «Aquí tenemos las andas de cuatro de las palabras, del Cristo de los Trabajos, del Cristo de las Mercedes o de la Virgen de La Salve (que no sale en Semana Santa).También hay cajones con crespones o el púlpito al que se sube quien ofrece el sermón desde la Plaza Mayor», explica Vicente, nieto de Tomás Maturana, uno de los fundadores de la cofradía de la Siete Palabras en 1929.

Publicidad

Varios de los elementos guardados en la nave. José C. Castillo

Vicente recibe la ayuda de su hijo Sergio (cuarta generación con los hábitos)para la colocación todas estas estructuras. «Y el trabajo de este Sábado Santo no solo se da aquí. En la iglesia hay muchas personas limpiando, recogiendo, quitando cera, guardando hachones... y hay que hacer viajes también al Museo de Escultura», explica Vicente.

«El Viernes Santo solemos acabar muy tarde después de la procesión general (este año más, porque salimos con retraso), pero luego el sábado estamos en funcionamiento desde primera hora para recoger», dicen SergioCastro y Daniel López, vicesecretario y vocal de patrimonio de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna. Arrastran al interior de la nave las andas que durante estos días han ocupado el Atado a la Columna y el Cristo de la Humildad.

Publicidad

«Ha sido un año complicado por la lluvia, aunque nosotros tuvimos algo de suerte a principios de semana y pudimos salir a la calle», recuerdan Sergio y Daniel mientras, a su alrededor, continú a el trajín de hermanos y cofrades, de grúas y furgonetas que acercan hasta este depósito las estructuras de la Pasiónvallisoletana. Aquí descansan, hasta el año que viene, los soportes que, embellecidos con telas, flores y luces, sirven para ensalzar aún más el valor artístico y devocional de la Semana Santa de Valladolid.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad