La última tormenta provoca vertidos de aguas fecales en el Eresma

El lugar donde los transeúntes detectaron este lunes este derramamiento se localiza antes de llegar a la estación de tratamiento de aguas residuales. En esta ocasión, en principio no ha habido afectación sobre la fauna, ya que en episodios anteriores sí ha habido que lamentar la mortandad de peces, que perecen asfixiados por la falta de oxígeno y el escaso caudal con el discurre el Eresma en determinadas épocas del año, sobre todo en el estiaje.

El Ayuntamiento de Segovia admite la existencia del problema cuando las copiosas precipitaciones se acumulan además en un espacio corto de tiempo. Es lo que ocurrió este pasado domingo tormentoso en la ciudad. El observatorio meteorológico ubicado en la ciudad registró la mayor cifra de litros de precipitación recogidos para una jornada del mes de mayo. Dicha jornada, la capital soportó una tromba de agua y granizo en un breve intervalo. La intensidad de las precipitaciones se tradujo en la recogida de 38 metros cúbicos.

Esas mismas fuentes municipales explican que, además, «el único aforador que había operativo y que manda regularmente datos se averió». Es el único que hay en los aliviaderos distribuidos por la ciudad, que está ubicado en San Pedro Abanto.

Para corregir deficiencias como esta, el Ayuntamiento revela que «se está redactando un proyecto para colocar aforadores en todos los aliviaderos». Se trata de tener más información en cada punto y, por lo tanto, disponer de un mayor control, ya que estos aparatos sirven para medir el caudal y se emplean de manera particular con la finalidad de velar por la cantidad de filtraciones producidas en construcciones que requieran este tipo de vigilancia, como pueden ser los aliviaderos. Asimismo, a esta iniciativa el Consistorio añade el desarrollo de mejoras que se introducirán en la digitalización.

Sin embargo, la amenaza de un aguacero como el que descargó el domingo día 5 va a seguir latente, por lo que el riesgo de vertidos no desaparece. Y es que bajo la ciudad únicamente discurre un conducto al que confluyen tanto las aguas pluviales como las residuales procedentes de las viviendas y establecimientos cuando los desagües de las alcantarillas se ven desbordados.

Dicha conducción, además, arrastra una antigüedad y un desgaste considerables, lo que la hace vulnerable a que sufra más averías y fugas, como la que ocurrió en octubre de hace dos años. Entonces la alcaldesa de La Lastrilla advertía de que el colector estaba «obsoleto».

El diámetro de la tubería subterránea tampoco es suficiente para que fluya el torrente. De ahí los colapsos que ha padecido a lo largo del tiempo. El embudo que se forma por hábitos incívicos como los de arrojar por los sumideros domésticos toallitas, pañales, compresas y otros desechos hace un efecto tapón, que contribuye a que luego se viertan al río estas aguas fecales y arrastren esos residuos al cauce, con el consiguiente hedor que se expande cuando se producen estas obstrucciones del colector.

Por estas razones, la opción del desdoblamiento de la conducción subterránea para que las aguas pluviales y las residuales vayan cada una por una circuito parece la idónea, pero la inversión es muy elevada y requiere una obra faraónica. Mientras, se buscan fórmulas encaminadas a reforzar el control del caudal.