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Ignacio Ibáñez señala el pajar de su familia en Torre Val de San Pedro destruido por el incendio forestal de Navafría. Antonio Tanarro

Torre Val despierta de la pesadilla de verse acorralado por las llamas

Una casa de un matrimonio «con mucho arraigo» en el pueblo y dos pajares son el rastro más visible de la destrucción provocada por el fuego en la pequeña localidad segoviana

César Blanco Elipe

Torre Val de San Pedro

Domingo, 17 de julio 2022, 12:29

La noche acrecienta el miedo. El telón oscuro inflamado por las llamas imponía el vilo en el que en buena parte continúan, 48 horas después, vecinos de la zona afectada por el fuego iniciado en la mañana del viernes en Navafría. Residentes de Torre Val ... de San Pedro y el Valle de San Pedro o La Salceda no dejan estar atentos a la evolución del fuego, aunque en las últimas horas del sábado y las primeras de este domingo respiraban algo más aliviados después de la tensión acumulada.

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La ladera del Parque Natural de Guadarrama y las orillas de la nacional N-110 muestran la devastación al ennegrecer su paisaje, una destrucción que no se quedó en el patrimonio natural y los pastos y que avanzó decidida hasta las puertas de las casas de los habitantes de Torre Val de San Pedro y de su otro núcleo casi homónimo.

Los terrenos quemados se quedan en los umbrales de las vallas de piedra que separan lo agreste de lo urbano. A primera hora de la tarde del sábado, dos dotaciones de Bomberos de la capital segoviana refrescaban los restos humeantes de lo que eran dos pajares antes de que el fuego buscara un resquicio para colarse en Torre Val. Entre ellos, el agua de las mangueras se acumulaba en el suelo de una vivienda que también sucumbió a las llamas. Son las víctimas materiales del incendio.

Los bomberos de la capital segoviana refrescan uno de los pajares arrasados por las llamas en Torre Val de San Pedro. A. Tanarro

Ignacio Ibáñez, uno de los alrededor de 200 vecinos que suman ambas poblaciones, subraya en su testimonio la velocidad con la que se propagó el fuego por las cubiertas de madera de los inmuebles damnificados. Su familia es la dueña de una de las cuadras arrasadas. Este sábado contaba cómo acudieron impotentes a la voracidad de las llamas que consumieron los listones, vigas y el material de obra que guardaba en el lugar.

Y es que al lado, casi milagrosamente, la vivienda habitual ha quedado intacta. Solo se echan en falta tres tornillos del portalón de madera que saltaron por el tremendo calor que llegó a hacer durante el incendio que se propagaba apenas a unos metros del inmueble.

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En el otro pajar, los cristales de las ventanas han estallado en el infierno de fuego que logró saltar el muro de piedra que cerca la propiedad arrasada. El damnificado, el alcalde de Torre Val de San Pedro. Santiago Santiuste lamenta las pérdidas materiales, pero sobre todo el drama del matrimonio 'vecino' en esta tragedia de llamas y humo.

Una pareja de ancianos «de toda la vida y muy arraigado en el pueblo» a quienes el incendio que anoche estaba estabilizado en la zona de monte, más alejado del núcleo urbano, ha arrebatado «todo lo que tenían», comenta apesadumbrado el regidor.

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«Se han quedado sin nada»

«Se han quedado sin nada», repetía apesadumbrado Santiuste. Según su relato de los hechos, el matrimonio quiso quedarse en la vivienda a pesar del riesgo creciente que suponía el avance de la cabeza del incendio. Cuando las llamas se veían cada vez más próximas y los residentes en Torre Val decidieron de manera voluntaria abandonar sus casas, para el matrimonio ya fue demasiado tarde para tratar de salvar sus enseres, su ropa, sus recuerdos... Una vida encerrada en unas paredes que el fuego destruyó. El matrimonio se encuentra bien, apunta el regidor, que evoca cómo salieron «con lo puesto, en babuchas y con el pantalón corto». Los hijos de los afectados acudieron a la localidad para llevárselos y realojarlos.

La lucha no ha tenido tregua en los últimos dos días. El delegado territorial de la Junta afirmaba que uno de los momentos más complicados se produjo hacia las 1:30 horas de la madrugada del viernes al sábado. José Mazarías señala que «el alto del monte era un gran horno, con pinos estallando y llamaradas tremendas».

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Tras retirarse de madrugada y volver en la mañana del sábado, «he alucinado porque solo se ve un pequeño foco humeante». Las rachas enemigas de viento que soplaron al inicio del foco se convirtieron en aliadas, explica Mazarías ,que califica de «milagroso» que el dios Eolo se mantuviera constante, como encerrado en una zona de monte, sin empujar las llamas, lo que favoreció que no se extendiera por la ladera.

Santiago Santiuste, alcalde de Torre Val de San Pedro y afectado por el incendio. Tanarro

«No fue un frente, fue todo el perímetro. Una situación tremenda»

Nadie en Torre Val de San Pedro pegó ojo en la madrugada del viernes al sábado. La noche se hizo eterna, deja entrever el alcalde de la localidad, Santiago Santiuste. En apenas unas horas vieron cómo las llamas que calcinaban el monte se acercaban peligrosamente al pueblo hasta que, «debido al cambio brusco en el viento, se tomó la decisión de que abandonaran sus casas». Eran entre las tres y las cuatro de la tarde del viernes. «Hubo gente que se fue a casas rurales de la zona de Torrecaballeros y Espirdo», añade Santiuste.

«Fue todo a la vez y todo muy rápido. Una situación tremenda y muy lamentable porque afectaba a todo el perímetro, no era solo un frente», llama la atención sobre la celeridad que cogió la expansión del incendio en las primeras cuatro y cinco horas desde su propagación en Navafría. El alcalde de Torre Val de San Pedro no pone un pero a la intervención del operativo que se desplazó en esos momentos a intentar atajar la extensión que alcanzaron unas llamas desbocadas. «Se ha hecho lo que se ha podido», incide Santiuste.

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