«Estamos a tiempo de evitar la catástrofe»

–Los datos son tozudos, pero no desaparece el negacionismo en este tema.

–En el ámbito científico, apenas hay nadie que se apunte a esta corriente, mas en general, los negacionistas constituyen un reducto insignificante. Pero los que hay, se alimentan fácilmente porque los seres humanos tendemos a refugiamos en la esperanza.

–¿Llegamos a tiempo para detener o revertir esta tendencia?

–Estamos a tiempo para evitar la catástrofe que significaría una subida media de la temperatura en la Tierra de cuatro o cinco grados, lo que complicaría mucho mantener la vida tal y como la conocemos hoy. Lo fundamental es dejar de echar CO2 y metano (es muy peligroso, están saliendo millones de toneladas de la zona del Ártico porque el hielo se está fundiendo, y el metano que estaba enterrado por él se libera). Yo no soy catastrofista, porque la capacidad de la ciencia para resolver problemas siempre ha existido, y siempre queda esperanza de que podamos atajar el problema antes de que nos desborde. Y esto pasa por encontrar y utilizar fuentes de energía que eviten echar a la atmósfera la cantidad de porquería que estamos echando ahora.

–¿Existe tecnología para lograrlo?

–Actualmente hay miles de jóvenes muy brillantes que están investigando en energías alternativas. Y hay que recordar que, por ejemplo, cuando yo empecé a estudiar esto con mis alumnos, los aerogeneradores que se montaban tenían una potencia de 0,75 megavatios; ahora los hay de 40 megavatios. Igual ha ocurrido con el rendimiento de las placas solares, que ha crecido enormemente. Es decir, la investigación siempre da sus frutos.

–¿Y hacia dónde apuntan esas investigaciones?

–Existe cierta esperanza de que la energía nuclear de fusión, la que alimenta al sol, la que hace brillar las estrellas, la podamos reproducir sin necesidad de montar reactores nucleares descomunales. Se están alumbrando nuevos combustibles que permitirían manejar mejor la energía nuclear de fusión. El sol lleva 5.000 millones de años luciendo y le quedan otros tantos, aunque consuma miles de millones de toneladas de hidrógeno cada segundo. Esta idea de que la energía salga del hidrógeno, o de sus isótopos, marca la esperanza actual, y es donde se va a invertir mucho dinero en los próximos años.

–Se está acuñando el término 'energívoro' para definir el sistema de producción y de vida actual…

–La energía es, efectivamente, el alimento de todo el sistema. Se han desarrollado nuevas fuentes, pero el consumo sigue disparándose, por lo que no llega, de momento, para solucionar el problema. Por ejemplo, hay una fuente de consumo de la que no nos damos mucha cuenta que es la que tiene que ver con la Inteligencia Artificial. Para entrenar a los ordenadores que gestionan esos millones de datos, las grandes empresas tienen que gastar una energía descomunal. Eso está pasando ya.

–Volviendo a lo local, ¿qué hay de eso de que Segovia tiene dos estaciones, la de invierno y la del tren?

–El calentamiento global está provocando que dichos como este o refranes de toda la vida se desmientan a sí mismos. Segovia tiene una estación de invierno, una primavera que huele a verano, un otoño que también huele a verano y un verano que es cada vez más tórrido.