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Primero llegó el contenedor verde, luego el azul, después el amarillo y ahora avanza la implantación del cubo marrón. La diferencia de depósitos de residuos ... obedece a la necesidad de reciclarlos según las diferentes fracciones, una tarea que se traslada directamente a los ciudadanos y trabajadores. Una mayor concienciación entre los habitantes de Segovia ha permitido rebajar los usos impropios de aquellos espacios destinados a albergar los restos de papel, cartón o envases de plástico. Esto ha supuesto el aumento de los umbrales de reciclaje hasta alcanzar una media de 42 kilos de desechos por persona al año, lo que se traduce en diez kilos más respecto a la última década.
El proceso de reciclaje de los envases domésticos comienza con la recogida selectiva de los contenedores amarillos (envases de plástico, brik y metal) y azules (papel y cartón) colocados junto a las casas. Son los servicios de los ayuntamientos, mancomunidades u otro tipo de unidades de gestión los encargados de controlar y trasladar las toneladas diarias de restos a la planta de selección situada en Los Huertos, donde las fracciones correspondientes se separan y se escogen con el objetivo de darles una segunda vida.
La gestión directa del tratamiento de residuos sólidos en la provincia la asume el Consorcio Provincial para la Gestión Medioambiental, una denominación bajo la que se engloban casi medio centenar de entidades que están consorciadas, como es la propia Diputación de Segovia, más de una veintena de consistorios, dos comunidades de Villa y Tierra y una docena de mancomunidades. La existencia de diferentes servicios de recogida en cada comarca posibilita la realización de una comparativa entre aquellas zonas que más y menos reciclan.
A escala provincial, la evolución de la participación ciudadana en este proceso se ha disparado en los últimos años. Cada vez más personas reciclan a conciencia, ya que tan solo hay que echar un vistazo a la estadística actualizada por el gestor de residuos Ecoembes sobre las prácticas correctas en los diferentes municipios, elaborada con datos de 2023, para conocer la evolución de los métodos de aprovechamiento y transformación.
Mientras que a principios del siglo apenas se alcanzaban los 20 kilos de desechos de plástico y cartón reciclados por persona, ahora se supera de forma general la barrera de los 40 kilos al año. Las campañas de sensibilización han dado sus frutos y el esfuerzo de los segovianos ha supuesto que se hayan batido varios récords en relación a las prácticas de reciclaje especialmente tras la pandemia.
El antes y después llegó con la extensión del contenedor amarillo por el conjunto de Segovia. En la capital, no se llegaba a los 150 cubos en 2006, mientras que ahora son más 256, de los cuales el 80% se corresponde con el sistema de carga lateral (los residuos se trasvasan desde los recipientes de prerrecogida a vehículos) y el resto, están soterrados. Un repunte similar experimentó el contenedor azul, al pasar de 80 cubos hace 20 años hasta superar los 225 en la actualidad, los cuales se consideran necesarios para garantizar la accesibilidad a los 51.000 empadronados en la ciudad.
Esta amplia presencia supone que cada residente en la capital segoviana recicla una media de ocho kilos de envases de plástico, a los que se suman 24,5 kilos de papel y cartón. Pero esto no es solo un hecho que se restringe al entorno urbano, ya que «hoy el cien por cien del territorio español cuenta con estos contenedores», asegura Ecoembes. Precisamente, el 99,85% de la población tiene acceso a la recogida selectiva de envases.
42,2 kilos
de residuos (envases ligeros y de papel-cartón) son reciclados por cada segoviano al cabo del año.
30% porcentaje
de aumento de la cantidad de residuos que recicla la población de la provincia en comparación con la última década.
Las islas de almacenaje de residuos tienen una presencia más baja en el medio rural. Por ejemplo, El Espinar cuenta con 46 contenedores amarillos y 37 de papel-cartón para dar servicio a sus más de 10.000 vecinos. Con unos niveles similares de población, Cuéllar cuenta con más de 130 depósitos repartidos alrededor de la villa. También se incluye en la estadística a Ventosilla y Tejadilla, el municipio más pequeño de la provincia según el INE, que dispone de un único contenedor de envases y dos de papel-cartón.
Estas fluctuaciones de sistemas de reciclaje no implican un mayor o menor compromiso de los vecinos en las tareas dirigidas a la sostenibilidad ambiental. Es el caso de la citada localidad con el padrón más escueto en la provincia, donde sus vecinos llegan a reciclar hasta 21 kilos de envases ligeros al año. Son tres kilos más que la capital, lo que equivale a 700 tetrabrik de leche vacíos. En el caso de la fracción de papel-cartón, la cantidad reciclada se dispara a un promedio de 27 kilos por persona al año, de acuerdo al análisis realizado por el gestor de residuos.
La media provincial de reciclaje asciende a 13,8 kilos de residuos que van al cubo amarillo por cada vecino, así como a 26,8 kilos en lo referente a los desechos que se tiran al contenedor azul. Algunos municipios están por debajo de estos valores, como sucede en el Real Sitio de San Ildefonso. Los camiones selectivos que prestan servicio a este pueblo arrojan un cálculo de apenas once kilos de restos de la fracción de plástico que son recogidos por persona y alrededor de 16 si se trata del papel o cartón, según refleja el barómetro de Ecoembes.
Con el avance de los años, estas cantidades han experimentado un notable incremento, sobre todo en referencia a los envases ligeros que se tiran al contenedor amarillo. En comparación con 2022, el acopio de residuos de este tipo llega a ser casi un 4% mayor. Si se tienen en cuenta los datos de hace diez años, el aumento se eleva a más del 30%.
A medida que las buenas prácticas se extienden, disminuye el uso incorrecto de los diferentes espacios que albergan los residuos. Esto se debe a que en 2006 -primer ejercicio del que se tienen registros- casi tres de cada diez desechos que se depositaban en el contenedor amarillo eran impropios. Es decir, se trataba de productos que nada tenían que ver con las botellas de plástico, envases metálicos, de cerámica o madera; el corcho blanco o los briks de leche. Algunos ejemplos más destacados de restos que no deben ir en esta fracción son los juguetes de plástico, biberones o chupetes, utensilios de cocina, cubos de plástico o CD.
A día de hoy, estos restos que se introducen erróneamente en el citado container representan algo menos del 20%. Un parámetro ligeramente superior visibilizan ciertos municipios del alfoz y la capital, aunque desciende en la comarca de Tierra de Pinares o en algunos puntos del nordeste, de acuerdo con la entidad gestora de los residuos. El objetivo al que aspira esta entidad es que el futuro sea «circular», es decir, que se minimice todo lo posible la producción de residuos por medio de la extensión del ciclo de vida de los productos.
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