Segovia tiene ya más segundas residencias que viviendas principales

Los datos ponen en evidencia que la provincia segoviana es más un destino provisional, una 'querida', en vez de la novia formal con la que contraer un compromiso de pertenencia y formar y enraizar un hogar. Las segundas residencias ya son mayoría. Sobre un parque de 128.255 casas registradas por el organismo oficial en su recuento elaborado a partir de las cifras recabadas dos años atrás, 64.902 son consideradas viviendas «no principales», es decir, no están destinadas por sus ocupantes a vivir durante todo el año.

Estos inmuebles secundarios han aumentado cerca de un 59% en diez años, cuando no llegaban a los 40.900. En términos relativos, la proporción de segundas residencias es ahora del 50,6%, frente al 49,4% que representan las primeras moradas contabilizadas y que suman 63.353 viviendas. No solo no han crecido, sino que han menguado un 1,4% en el último decenio.

Además, el censo cifra en 35.253 las casas que están vacías. Si se echa la vista atrás al anterior estudio sobre población y vivienda de 2011, este parque deshabitado se ha disparado. Hay 16.289 inmuebles desocupados más que diez años atrás, lo que equivale a un incremento de casi el 86%.

Según se puede extraer de las estadísticas del INE, de los 209 términos que componen el mapa segoviano, solo en 32 hay más primeras que segundas residencias. Ahí están la capital, Cuéllar, Palazuelos de Eresma, Carbonero el Mayor, Cantimpalos o Villacastín, así como Real Sitio de San Ildefonso, La Lastrilla y otros municipios del alfoz, como Trescasas, San Cristóbal de Segovia, Torracaballeros, Valverde del Majano o Espirdo. También localidades que han crecido a golpe de promoción inmobiliaria y de urbanizaciones de nuevo cuño, como Garcillán.

La regla de a más vecindario, más primeras residencias, presenta una excepción: El Espinar. La segunda localidad más poblada de la provincia ha visto crecer su padrón en cerca de seiscientas personas entre 2020 y 2022. Este movimiento está en buena parte motivado por la conversión de segundas viviendas en domicilios principales. El destino espinariego de cientos de madrileños se ha visto favorecido también por los cambios de hábitos sociales y laborales propiciados por la crisis de la covid, y en particular por la implantación del teletrabajo.

En el nordeste se localiza uno de los paradigmas en la provincia de segundas residencias. Riaza cuenta con un parque de 888 inmuebles principales; sin embargo, las casas utilizadas solo durante determinados periodos del año por sus propietarios, que no están entre los cerca de 2.200 censados, casi se triplican rondando las 2.400. Al alcalde, Benjamín Cerezo, no le extrañan estas cifras, e incluso cree que el INE se ha quedado corto al contabilizar las viviendas que no se ocupan todo el año.

«Hay temporadas en las que la población aumenta hasta los 12.000 o 14.000 habitantes», subraya el regidor, quien añade otro dato, el de los contadores de agua. Hay unos 4.000 medidores. «Si en una época normal se consumen unos 10.000 metros cúbicos, por ejemplo, cuando recibimos esa población flotante tan grande pueden consumirse en torno a 150.000». Esto quiere decir que el uso de agua se multiplica por quince.

Benjamín Cerezo admite que Riaza «vive sobre todo del turismo y de los segundos residentes». Pero el municipio quiere continuar su expansión y aumentar la oferta de vivienda para abrazar la llegada de nuevos empadronamientos. «Hay cuatro planes parciales aprobados», revela; aunque con la crisis financiera generalizada de 2008 quedaron paralizados. Algunas construcciones se bloquearon y otras ni siquiera se empezaron. «Había una previsión de unas trescientas viviendas más, además de chalés y casas porque hay mucha parcela disponible», agrega el regidor, quien asegura que el problema de la prestación de servicios ante un crecimiento demográfico en la zona no sería tal debido a infraestructuras que se han ido ejecutando, como la potabilizadora de agua.

¿Cómo se puede convencer a segundos residentes para que se empadronen y fijen su domicilio principal en un lugar como Riaza? Cerezo asume que es «complicado». Sin embargo, el Ayuntamiento que vuelve a presidir tras las elecciones municipales del 28 de mayo pone toda la carne en el asador de la fiscalidad. Así, destaca que «no cobramos plusvalía, nunca lo hemos hecho; llevamos quince años sin subir la tasa de la basura y más de veinte sin subir el impuesto sobre vehículos, y el tipo para la tasación de inmuebles es el mínimo que se puede aplicar».

«Intentamos que los impuestos que se cobran sean los mínimos posibles», incide el regidor. Al haber tanta residencia temporal y no fija, la recaudación fiscal no recae en las arcas municipales, sino en Madrid, que es la procedencia de más del 90% de los vecinos que no están inscritos como riazanos aunque pasen temporadas y «paguen por lo que gastan».

Cerezo, al igual que otros alcaldes segovianos cuyas localidades comparten este atractivo para el establecimiento de segundas viviendas estacionales, como es el caso del Real Sitio de San Ildefonso, reclama la implantación del «doble empadronamiento», que vendría a sufragar el incremento de servicios al que obligan las poblaciones flotantes que pasan varios meses en estos destinos.