Empleo

Segovia cuenta con 3.500 vacantes laborales de difícil cobertura

Aunque la ausencia de camareros es, tal vez, lo más conocido, se trata de una cuestión coyuntural para los representantes de varios sectores, desde la construcción hasta la madera, pasando por la agricultura y la ganadería, el sector industrial, la cerrajería y carpintería mecánica y los talleres.

En este último caso las necesidades pasan por mecánicos, pero también por chapistas, carroceros y pintores de vehículo, puestos de difícil cobertura en la provincia. Así lo afirma Juan Manuel Escribano, presidente de GESTRAA, el Gremio Segoviano de Talleres de Reparación de Automóviles y Afines. El problema, asegura, es que no hay profesionales del sector.

Una de las causas a las que apunta Escribano sobre la falta de personal es que los jóvenes ahora tienen más oportunidades de estudiar carreras «y el tema de los oficios se va perdiendo». Una situación que contrasta con la de hace años, cuando existían generaciones que apenas estudiaban y se ponía a trabajar muy jóvenes. Son, precisamente, las generaciones que ya se han jubilado o lo empiezan ahora. En la actualidad, las oportunidades de encontrar trabajadores llegan de la Formación Profesional.

Sin embargo, esto también supone un problema en este sector, pues enseñar un oficio de reparación «es muy costoso» y los centros no tienen medios. «Para enseñar a reparar un coche hace falta un vehículo para arreglarlo», detalla. Los productos que se utilizan también son de importes elevados. «No puedes poner a un chaval sin experiencia a pintar coches cuando un litro de pintura vale 200 euros», detalla. Los centros pueden ofrecer la teoría, pero para las prácticas «tienen que venir a los talleres» a hacer prácticas. Sin embargo apenas llega personal para formar.

Para Escribano se trata de una «problemática gorda» que en muchos casos se supera con poco personal, aunque en ciudades grandes ya se están dando casos de talleres que han tenido que cerrar por la ausencia de trabajadores. Otra de las consecuencias, que afecta directamente a los usuarios es la existencia de listas de espera largas para la reparación de vehículos. En estos momentos los plazos de reparación en muchos casos se extienden por unos dos meses y hay quienes tendrán su vehículo parado hasta finales de septiembre o principios de octubre.

En las pequeñas empresas del medio rural el problema se intensifica. «O formas gente del pueblo o no se mueven», señala Escribano, quien comenta que los chavales de los pueblos suelen optar por irse a las ciudades a estudiar o trabajar.

Otra de las cuestiones que afecta al gremio de la reparación de los vehículos es la necesidad de una formación continua, puesto que el del automóvil es un área que se encuentra en constante evolución. «Gente del oficio se ha ido a otras actividades que tienen menos responsabilidad y menos formación», asegura. Entre las soluciones que ha intentado implantar en su empresa, «como no puedo subir los sueldos», ha optado por realizar jornada continua de mañana «para que rindan más, se motiven más y tengan la tarde libre». Otra de las soluciones que baraja es buscar gente en el extranjero que quiera trabajar en España para poder dar cobertura a las empresas.

El de la hostelería es quizás el caso más conocido durante los últimos meses. Faltan candidatos en todos los perfiles, tanto de camarero como en cocina, si bien en este último campo existe algo más de disponibilidad, según apunta Rocío Ruiz, presidenta de Festur (FES Turismo). En este caso la formación no es el problema, con un buen número de escuelas de hostelería en las que sin embargo no se ocupan todas las plazas disponibles «probablemente porque en nuestro sector, cuando todo el mundo se está divirtiendo, tú estás trabajando».

Ese parece ser el principal problema, pues en los últimos tiempos se tratan de hacer horarios ajustados y trabajar ocho horas. «Tenemos mucho que mejorar, pero hay cosas que no van a cambiar», asegura Ruiz. Los fines de semana y festivos, en hostelería, hay que trabajar.

Pero tampoco es la única causa que aleje a los candidatos de la hostelería. En otros sectores con jornadas continuas de ocho horas y sin trabajar festivos tampoco se encuentra personal. «Si encima en la hostelería sumamos esta situación, evidentemente se complica mucho más hacer atractivo este oficio para las nuevas generaciones, a no ser que realmente sea algo vocacional y te guste tu trabajo», afirma. Asegura que hay personas que están estudiando en las escuelas y formándose porque quieren ser profesionales del sector.

Ante esta situación, los hosteleros están ya tomando medidas en sus negocios para poder afrontar la falta de personal. Se ha tratado de contratar para atender la campaña de verano, que en Segovia es de mucho trabajo. Pero en los casos que no se ha encontrado personal se ha tenido que adaptar el negocio, principalmente los horarios. Se ha concentrado a los trabajadores en las horas de mayor facturación, lo que ha supuesto abrir más tarde o cerrar más tarde. También se han modificado los horarios de cocina y se han realizado estudios para ver los picos de facturación y adaptarse a esos tiempos e incluso hacer bolsas de horas. En estos momentos hay que estar «continuamente gestionando la situación».

Del mismo modo opina Jesús Castellanos, presidente de Hotuse, la Asociación de Empresarios de Alojamiento, Hostelería y Turismo de Segovia, quien señala que los horarios han cambiado, con aperturas más tardías y cerrando en aquellos momentos de escasa intensidad. Son unos cambios que considera irán evolucionando hacia, por ejemplo, el cierre los domingos, al menos por las tardes. «Nuestros equipos necesitan descansar y muchos piden días festivos o por lo menos medio día. Va a ser la solución para poder mantener los negocios abiertos y dando un servicio correcto», asegura.

Para Castellanos, la situación de la falta de personal se viene repitiendo cada verano, por lo que este año el sector se encuentra ya más preparado. Se ha optado por recortar terrazas y comedores y amoldar los negocios al personal que se puede contratar.

Desde su punto de vista, lo fundamental para el sector es la formación, «que el personal que trabaja en hostelería sienta que es un trabajo de futuro, una forma de vida, que no está de paso». Para ello, la formación es «fundamental» ya que gracias a ella las personas sienten más arraigo tanto por su trabajo como por el sector. Aquí Castellanos señala una de las claves del problema. Apunta que los trabajadores no se quieren formar «porque están de paso». La ventaja que observa el presidente de Hotuse es la opción de dar trabajo a ese nicho de personas que no tienen prácticamente ninguna formación.

En el caso de Hotuse, Castellanos destaca las necesidades pasan por camareros, aunque también tienen problemas para encontrar personal en alojamientos y hoteles, sin olvidarse del personal de cocina, aunque en este caso los estudios de esta área están teniendo mayor auge. Según los cálculos de la agrupación, en Segovia, tanto capital como provincia, puede haber una bolsa de necesidad de trabajo en el sector que supera las 800 personas. Como solución, señala la necesidad de atraer a personas de otros países con permisos de trabajo para poder cubrir las vacantes, lo que ya se está haciendo en otras comunidades.

Para Castellanos, la escasez de candidatos también puede deberse a «la falta de necesidad que tienen los jóvenes de trabajar». Declara que resulta complicado «que un trabajo sea atractivo, el trabajo tiene que ser sacrificio» y se niega a pensar que la hostelería es un sector que los jóvenes rechazan. «En construcción pasa también y en ese sector no trabajan los domingos».

Razón no le falta al presidente de Hotuse cuando habla de un problema que también se produce en el sector de la construcción. No solo albañiles, sino también encofradores, maquinistas especializados en movimientos de tierras, gruístas y un largo etcétera que se traslada también a los sectores auxiliares de la construcción, como fontanería, electricidad o pintura, según explica Javier Carretero, expresidente de la Asociación Provincial de Industrias de la Construcción y conocedor del sector.

La falta de personal se traduce en unas obras cada vez más caras «porque como cada vez hay menos personal, hay que subir el coste del personal». Asevera que existe la intención de conseguir que el sector sea atractivo, con sueldos que en comparación con otros sectores «son bastante buenos». Lo que no se consigue es que los jóvenes se formen y que haya una formación profesional de albañil que esté bien vista. A juicio de Carreterero, «todo el mundo tiene que ser ingeniero y está claro que para los ingenieros tengan casas tienen que haber albañiles». Añade que a los jóvenes se les anima a estudiar, pero se necesitan también personas que se dediquen a la construcción y otros oficios.

Echa en falta cursos y módulos destinados a los oficios, que hoy en día prácticamente han desaparecido, en buena medida ante la ausencia de alumnos interesados en ello. Señala que hay jóvenes que no quieren estudiar y que se podrían dedicar a la albañilería, que es «una profesión tan digna como cualquier otra». A este problema se suma que muchos de los trabajadores de antes se están jubilando y las empresas, que antes pasaban a manos de los hijos, ahora tienen que cerrar, una situación que se repite especialmente en los pueblos.