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Las obras de Padre Claret agudizan el cierre de El Salvador y el hastío en San GabrielLos vecinos de El Salvador afrontan los dos meses de obras en Padre Claret con «la esperanza de que sean por fin las definitivas» y con el «disgusto» de que el plan alternativo de circulación multiplique el tráfico en San Gabriel, una calle que ... sus vecinos ya perciben como saturada en condiciones normales. La valoración del presidente de la Asociación de Vecinos Justo y Pastor, Fernando Sánchez-Guijo, redunda en que la pérdida temporal de su arteria principal agudiza su cerco urbanístico cotidiano.
Los residentes de El Salvador aceptan las obras con la condición de que esas molestias sirvan para algo. «Ya que se han hecho esos estudios y parece que el Ayuntamiento ha dado con la clave para que no tengamos que estar así cada año y no tengamos que volver a abrir dentro de unos meses», subraya Sánchez-Guijo. Las obras, presupuestadas en unos 48.000 euros a la espera de decidir en los juzgados si los paga la empresa que acometió los últimos trabajos, terminarán a mediados de septiembre.
Las molestias empiezan por lo más evidente, el paso por la acera, todo un incordio para un barrio con una avanzada edad media y personas con movilidad reducida. También para negocios como el Restaurante Maribel o la gasolinera de la propia calle. «Son negocios que llevan ahí muchos años y en nuestro apoyo al comercio del barrio entendemos que les perjudica. Con toda la mierda de las obras, si puedes te vas a echar gasolina al polígono». Y no sobran negocios para un callejero que tiene a la Academia de Artillería y a los institutos Ezequiel González y Mariano Quintanilla como vecinos principales. «Es un barrio residencial con cuatro comercios que no sé lo que van a durar», lamentan los vecinos.
Y los atascos por cortar una arteria principal, que generan una sensación de claustrofobia. «Entre el Acueducto, que no lo puedo atravesar; Blanca de Silos, que no puedo pasar, y Padre Claret…. Cuando parece que ya tienes una solución, te tapan otra calle y tienes que recalcular, como el Google Maps». La consecuencia está en el tiempo –no solo las vueltas, sino los despistes– y en un chiste ya extendido en el barrio ante la falta de entradas y salidas. «Estaba tan malo que atravesé el Acueducto en coche». Como la ambulancia. Obras y humor negro.
El estacionamiento de la ORA divide el barrio en dos –a uno y otro lado del Acueducto– y los vecinos deben dar rodeos para aparcar donde les corresponde. Hablamos de minutos para unas pocas decenas de metros. El día a día de un lugar que se define como aislado. Algo que tienes sus pros, como la ausencia de ruidos, pero no igualan a los contras, especialmente para la gente mayor, que ahora tiene una barrera extra para bajar al centro de salud de San Lorenzo. «Para cualquier cosa, tienes que ir por una calle cortada». La asociación pide al Ayuntamiento recuperar el microbús que une la Plaza Mayor con San Lorenzo y que sumara a su trayecto una parada en la plaza de El Salvador, que ya la tuvo años atrás.
Una de las soluciones de contingencia del Ayuntamiento ha sido abrir Ochoa Ondategui para el paso de los autobuses urbanos. Los vecinos piden que se mantenga abierto para el tráfico general. «Es muy difícil salir y entrar con el Acueducto en medio. El turismo no llega al barrio. Ves ahí unos bolardos, las motos de reparto, unas casas que se están cayendo...». Es la queja perpetua del Restaurante Muñoz en esa calle: que la gente no sube.
El momento de las obras es en el menos boyante del barrio, con los institutos cerrados, así como la Escuela de Idiomas. Pero el calendario aprieta porque la vuelta del curso escolar amenaza con colapsar Soldado Español, la paralela a Padre Claret que sirve de aparcamiento para los autobuses. De hecho, ya hay problemas de paso en condiciones normales cuando algún coche grande aparca de forma irregular. «Como no lo acaben antes, sería horroroso. Ya hablaríamos de otra cosa».
La coyuntura también agudiza el descontento de los vecinos de San Gabriel, que reivindican convertir la vía de doble sentido en sentido único –de bajada, para reducir la contaminación– y que ahora verán multiplicadas las molestias. Carlos Cuéllar, que representa a una decena de vecinos de la vía y es parte de la asociación del barrio, recuerda la reunión en enero con el Ayuntamiento y medidas previstas para el primer semestre como señales de reducción de la velocidad a 30 kilómetros por hora –ya lo establece per se el código para vías de un carril por sentido– que ahora no se presumen necesaria ante los atascos. Su grupo ha remitido escritos y presentado alegaciones al reglamento de la Zona de Bajas Emisiones. «Muchas nos han dicho que vendrán cuando se implanten en 2025, pero hay otras como la iluminación de los pasos de peatones o la instalación de barreras para que los coches no invadan las aceras que podrían hacer ya».
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Muchos coches y poca defensa vegetal, no solo como barrera física con la carretera, sino de protección ante el sol. «Si acompañas el estar ahí asfixiado con el humo de los coches a que no haya un árbol con la calle…» También piden un paso de peatones frente a las escaleras que conectan la calle con Padre Claret para reducir la velocidad antes de la curva, eliminando si es necesario el que está unos metros más arriba, a la entrada del parque del Cementerio. «Todo son buenas palabras, pero no se hace nada». Cuéllar lamenta haberse enterado de las obras por los medios de comunicación y pide soluciones «antes de esperar al encabronamiento máximo de tener por ahí a todo el tráfico de Segovia».
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