La demanda de catering en época navideña ilustra cómo la comodidad se abre paso en las familias como una forma de simplificar la organización de grandes comidas. Se estila cada vez más recoger el asado para llevar y sacar a la abuela de la cocina. ... Lo agradecen las pocas empresas segovianas dedicadas a este servicio, que duplican su negocio estas fechas, tanto en su clientela minorista como en la sangría de eventos de empresas e instituciones que llevan celebrándose desde comienzos de mes.
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En las últimas dos semanas, La Trébede ha servido en Cuéllar, Maello (Ávila), en La Granja de San Ildefonso –tanto en un evento en la Fes como en una asociación de jubilados con 90 personas–, a una empresa de fontanería para 150 comensales, una judiada para más de 100 en la Base Mixta, pequeños catering a una empresa de ambientadores y a la sede de DYC y, esta semana, ofreció un cocido para los vecinos de Aldea Real. Después de llevar El Ventorro de San Pedro Abanto durante 12 años, Roberto González creó en 2006 el negocio junto a dos hermanas con la idea de trabajar la hostelería en una zona industrial como el polígono de Valverde del Majano. Aquello empezó con un restaurante, sumó un pequeño hotel e incluyó el catering porque llegó la crisis inmobiliaria y había que buscar nuevas vías de ingresos. Lo que empezó como un mero complemento, con pequeños catering a las empresas vecinas para sus inauguraciones, hoy supone un 40% de sus ingresos, con una flota de dos camiones, tres furgonetas y una nave de 2.800 metros cuadrados. «Hay demanda y somos muy poquitas empresas».
De peticiones como «¿Y por qué no nos haces el bautizo en mi casa?» a un engranaje de «mínimo» 250 o 300 eventos al año. Mientras las celebraciones estaban antes más acotadas a restaurantes, González lo explica por «exclusividad», personalizar la celebración en un lugar propio. La época navideña no llega a los números globales del verano, la temporada alta de cócteles, un periodo de demanda continuada, pero hay fechas como esta última semana, de ebullición total. «Si algo nos caracteriza en España es celebrar todo». Si contamos las fiestas de los pueblos, hay semanas en las que da de comer a 1.200 personas: paellas, hamburguesas, parrilladas o huevos fritos. Y las bodas. «Llevamos una década que en Segovia han proliferado las fincas de eventos, la demanda es increíble. Yo he dado bodas de australianos, estadounidenses, coreanos o franceses. Y, por supuesto, de Madrid. Todo ha ido creciendo».
Unas celebraciones que también han germinado en empresas e instituciones: comida en lugares ilustres de Segovia como el Teatro Juan Bravo o el Palacio Episcopal. No solo organismos públicos, sino los Colegios de Abogados o Médicos, así como entidades que organizan actos culturales o sociales. «Eso hace 20 años era impensable. Rara es la semana que no tenemos un mini-servicio en el Hospital General de laboratorios o jubilaciones». Aunque la teoría dice que es más caro desplazar el servicio, un cóctel, en el fondo, ahorra. «Si haces algo sencillo, puede ser una horquilla de 25 o 30 euros cuando en un restaurante ya tienes que irte estas fechas a 40 o 50». Y una cuenta abierta, entre postres, chupitos o cafés.
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Pero no es oro todo lo que reluce, el trabajo de preparación, transporte o la incomodidad de ciertos emplazamientos. «En un restaurante ya tienes montada la mesa y la cocina. Tienes que cargar en vehículos todo, hasta un palillo», añade González. Llevarlo por escaleras o protegerse del frio o la lluvia, pues muchos son al aire libre, así que hacen falta carpas o estufas. Recuerda un bautizo en Muñopedro para 200 personas y mover todo a un local cuando empezó a diluviar. O cargar sillas en locales con no pocas escaleras como el Palacio de Carlos III o la Fábrica de Cristales de La Granja.
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Luis Javier González
Luis Javier González
Su apuesta dentro del catering es por la organización de eventos, su principal vía de ingresos, aunque lo conjuga con el servicio a particulares. «Cualquier persona nos encarga un cochinillo asado, unas raciones de croquetas y una empanada, pero suele abastecerse más en Segovia, al lado de casa», resume González. Un cliente de proximidad. «En cuanto tienes que desplazarte 15 o 20 minutos, una paella pierde bastantes propiedades». Su empresa también alquila material: mesas, manteles o cristalería.
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«Para nosotros es el mejor mes del año», resume el gerente de Píos, Diego Jiménez, con dos tiendas de comida para llevar y un servicio de catering en eventos. El doble que un mes normal, por eso abre todos los días; llevan desde noviembre recogiendo pedidos para el 24 de diciembre, el día más intenso del año, pues vende unos 60 kilos al peso, mientras que un día normal no suele superar los 30. Sin incluir los asados, una noche en la que salen 14 cochinillos y 12 corderos enteros. Aunque cada vez es más difícil hacer previsiones, pues su sensación es que la gente decide cada vez más tarde si celebra en casa o fuera.
Entre su clientela diaria destaca el trabajador que sale a las tres, gente que vive sola, tanto personas mayores como jóvenes. «Universitarios que pasan de cocinar», resume Jiménez, que habla de entre unas 60 u 80 personas, desde el que se lleva dos albóndigas. Hay una oferta fija al peso más añadidos que van cambiando. «Hoy, que hace frío, hemos hecho sopa castellana y tenemos judiones. En invierno, mucha cuchara, y en verano ensaladilla, huevos rellenos, patatas alioli. La gente se lleva mucha verdura y pescado; la gente joven es más de croquetas, empanadillas o pollo asado, cosas más rápidas».
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Frente a La Trébede, Píos va a un cliente más minorista. «Nos centramos mucho más en el particular». Aunque son hijos de la misma costumbre. «Yo siempre hablo de la palabra comodidad. La gente pasa de ir a la compra, preparar, lavar o recoger. En lugar de que la madre y la abuela se metan en casa pringadas desde el día anterior, nos encargan a nosotros». La logística ha acompañado a celebrar cualquier cumpleaños. «Todos los pueblos tienen un centro cultural o una sala de usos múltiples que se alquilan por precios muy baratos». Por eso él y sus socios dejaron la hostelería al ver «un auge muy grande» en la comida para llevar después de la pandemia. «Mucha gente conoció lo que era pedir la comida a casa. No es barato, pero es cómodo».
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