El inicio del fin: ocho años del ascenso a Primera del Segovia Futsal

'¡Es de Primera, Segovia es de Primera!'. Fue el cántico más repetido durante el fin de semana del 8 y el 9 de abril de 2017. Primero en Rivas-Vaciamadrid, municipio madrileño que fue invadido por medio millar de segovianos para presenciar el último partido de liga en Segunda División; después, en Segovia, tanto en la fuente de Santo Tomás como en el recibimiento al equipo en la Plaza Mayor.

Aquel primaveral fin de semana de 2017 Segovia regresó a la élite del fútbol sala nacional y mundial. Lo hizo justo 45 meses después de su expulsión por la puerta de atrás con la desaparición del Caja Segovia. La afición, nombrada en varias ocasiones como la mejor de España, volvió a estar ilusionada tras cuatro años de necesario duelo y recuperación. El golpe de 2013 había sido muy duro. Se pasó en cuestión de semanas y sin un solo partido en la cancha de pelear con el todopoderoso Barcelona por un hueco en la final de la Liga Nacional de Fútbol Sala a echar por la borda en los despachos los 32 años más exitosos del deporte segoviano.

El trayecto entre aquel verano de 2013 en el que Caja Segovia pasó a denominarse Segovia Futsal -aquello se anunció como un club nuevo- y la primavera de 2017 no fue sencilla. Fueron 1.370 días en Segunda División a través de cuatro temporadas con 53 victorias, 18 empates y 38 derrotas conseguidas con tres entrenadores (Carlos Sánchez, David Zamorano y Diego Gacimartín) y otros tres presidentes (Rafa Encinas, Javier Herrero y Álvaro Fernández), con dos fases de ascenso sin éxito y una última campaña portando el cartel de favorito.

Con Diego Gacimartín a los mandos de una plantilla que combinaba la experiencia de jugadores veteranos como Cidao, Carlos Muñoz o Borja Blanco y la juventud descarada de los Buitre, Edu, Álex Fuentes o Chus, entre otros, el equipo segoviano se sobrepuso a un complicado inicio de temporada para poco a poco ir subiendo puestos en la clasificación hasta situarse en el liderato que permitía el ascenso a Primera División. Lo pudieron lograr en la penúltima jornada, en un Pedro Delgado con 3.000 aficionados que se quedaron con las ganas por el triunfo a cientos de kilómetros de Antequera, el rival por el objetivo. Pero en la última jornada los segovianos dependían de sí mismos y el empate era suficiente.

Por ello, el polideportivo de Rivas-Vaciamadrid se quedó pequeño ante la avalancha de 500 aficionados del Naturpellet Segovia, que sufrieron en un partido que empezó con gol local pero que los segovianos remontaron en la segunda parte para llevarse por 2-3. Se logró el objetivo. Segovia volvió a ser de Primera División.

Aquella gesta, perseguida durante años, supuso también el inicio de una pesadilla que lastró al club. Ese mismo verano tuvo que renunciar a su equipo femenino para concentrar sus recursos en la aventura del conjunto masculino en Primera División. El regreso fue exitoso, con una plantilla a la que Diego Gacimartín llevó hasta una cómoda salvación.

Sin embargo, aquella campaña ya dejó tocado económicamente al club segoviano. Su nefasta gestión en los despachos avergonzó a Segovia en todo el país, con jugadores que tenían que marcharse del club ante los reiterados impagos por parte de la directiva. Los que se quedaban, bajo mínimos, siguieron peleando en la cancha, con opciones hasta la última jornada de lograr una permanencia que no habría servido para nada. El Segovia Futsal estaba condenado a la desaparición. La segunda de un equipo de fútbol sala en Segovia en apenas seis años.

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