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Sara Concepción y Alberto Barranco, en el Obrador del Pan de Garcillán. Q. Y.
Coronavirus en Segovia: «Los hábitos de consumo para la compra de pan se han vuelto locos»

«Los hábitos de consumo para la compra de pan se han vuelto locos»

Los panaderos Sara Concepción y Alberto Barreno notan cambios en la demanda de un producto al que también está afectando la crisis del coronavirus

Quique Yuste

Segovia

Miércoles, 22 de abril 2020, 11:32

Raro es el hogar de España que no tiene pan sobre su mesa. Un producto básico de la cultura española que superó la crisis económica de 2008 sin demasiadas complicaciones, pero que ha notado la alarma generada en la sociedad por el coronavirus.Han disminuido las ventas y también ha cambiado el consumo, hasta el punto de ser un quebradero de cabeza para las direcciones de los obradores. «Los hábitos de consumo se han vuelto locos. Es casi imposible acertar el pan que se va a vender cada día», afirma Alberto Barreno, uno de los encargados del Obrador del Pan Concepción Moreno, en Garcillán.

Los días en los que ajustaban con bastante precisión las ventas en cada una de las tiendas a las que reparten han quedado atrás. Ahora, el comportamiento de los clientes ha cambiado y todavía no han dado con la tecla para hacer previsiones más o menos acertadas. «Hay tiendas en las que un día entregas ochenta barras y les sobran la mitad y otros que con las mismas barras se quedan pronto sin ellas y podían haber vendido otras cuarenta», explica Alberto. El motivo de un consumo tan inconsistente se encuentra en las nuevas rutinas de la sociedad. La gente sigue comprando pan, pero no de la misma manera. Los hay que lo compran a diario, los hay que compran para un par de días e incluso quien compra para toda la semana. «Así es casi imposible ajustar y eso al final son pérdidas», lamenta Alberto.

Las panaderías, como servicio esencial, han estado abiertas durante las seis semanas de confinamiento. No obstante, pese a mantener su actividad sufren una caída de las ventas. «De primeras cerraron todos los bares y restaurantes a los que llevábamos pan», afirma Sara Concepción, encargada del Obrador del Pan de Garcillán. Además de la inactividad de la hostelería, también fueron varias las tiendas que vendían pan que cerraron sus puertas con la declaración del estado de alarma. «Sobre todo por miedo. Muchas veces el estar de cara al público te puede generar angustia porque hay gente que tiene familiares con riesgos y no quieren estar expuestos», añade. Otro motivo de cierre es la ausencia total del turismo, para muchas tiendas del centro de Segovia un porcentaje muy alto de sus venta. «Han cerrado porque estaban en la tienda con los brazos cruzados», indica Sara, quien añade que otras tiendas, aunque no han cerrado totalmente, sí que lo hacen varios días de la semana cuando antes de la crisis sanitaria abrían siempre.

Con menos establecimientos a los que repartir, la producción también ha bajado «bastante» aunque no tanto como para recortar en personal. «Aquí siguen trabajando las mismas personas», subraya Sara. «Hay menos trabajo pero seguimos con todos», insiste la encargada del obrador. «Lo que pasa es que ahora hay más días libres, los horarios son más cortos», añade Alberto, que nota también la menor carga de trabajo en los repartos del pan. «Ahora tardamos menos tiempo que antes para hacer cada ruta. Terminamos una hora antes, porque pasábamos mucho tiempo parados por el tráfico. Ahora lo hacemos todo seguido y acabamos con la sensación de no haber hecho todo», comenta.

Más en barrios y pueblos

El confinamiento también ha provocado que la gente vuelva a demandar el pan de siempre, «el de pueblo». Antes de la crisis tenían una importante demanda de «panes especiales» que ha bajado de manera notable durante las últimas semanas. Por último, han notado un aumento de las ventas en las tiendas situadas en los barrios y en los pueblos, como la que ellos mismos tienen en Garcillán. «No es tanto porque la gente se haya venido al pueblo a pasar el confinamiento, sino porque los vecinos de aquí ahora prefieren comprar cerca de casa y no ir al supermercado», afirma Sara. En este sentido, Alberto espera que una vez se vuelva a la normalidad «la gente se acuerde del panadero, del frutero o del carnicero de pueblo o de barrio, que son quienes estamos demostrando que estamos ahí cada día para cualquier necesidad».

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