Las granjas cambian horarios y ponen cámaras para ahuyentar a los cacos
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La Guardia Civil, a través del contacto con los agricultores y ganaderos, recomienda una serie de medidas para prevenir los robosEl trabajo del Equipo Roca de la Guardia Civil de Segovia es de investigación, es decir, una vez ocurrido el delito. Pero una función clave es la prevención, algo que han fomentado a través de encuentros periódicos con asociaciones de agricultores y ganaderos. El ... objetivo es que ellos mismos prevengan ante una realidad: cada vez hay menos patrullas. Se trata de unas normas básicas como que no tengan siempre los mismos horarios porque «los malos suelen cubrir las salidas para poder entrar cuando no hay nadie», advierten en el Instituto Armado. Las contravigilancias: «Hacer que te vas y volver enseguida». A ser posible, no utilizar los mismos vehículos. «En lugares muy amplios no puedes ver la cara al tío, lo que ves es el coche».
Otro consejo es dejar luces programadas dentro de la explotación o alarmas sonoras, aunque no estén conectadas a nada. «Al final el agricultor necesita ganar dinero, pero tú pones una alarma-señuelo que suene fuerte, que parezca que está avisando a alguien, y reduces bastante el tiempo de robo, tienen que marcharse».
Y las cámaras, un factor clave en la búsqueda que llevan a cabo los agentes. «Yo les insistí mucho. Cuantas más cosas tengamos para poder investigar, antes lo haremos». Estiman que un buen sistema camuflado de cámaras cuesta unos 50 euros y permite captar vehículos, matrículas y hasta las caras de sus conductores. «Solemos conocer a casi todos. Si no yo, el de Cuéllar o el de Salamanca».
Agentes del Equipo Roca en Segovia
Los agricultores trasladan ese sentimiento de desprotección a efectos de seguridad ciudadana por la dispersión geográfica que a veces sitúa a la patrulla más cercana a treinta kilómetros. «En diez minutos ya has robado lo más grande». Uno de los agentes segovianos pone el ejemplo de una noche en la que cazaron a unos ladrones con la furgoneta hasta arriba y trazaron de dónde venía cada cosa: aperos, máquinas caras –unos 2.000 euros– para lavar hortalizas para n total de 10.000 euros en material que ya es casi chatarra.
«Cuando roban, destrozan, no se lo llevan tal cual», apuntan en la Guardia Civil. Así que esa máquina la venden, como mucho, por 150 euros. También hay robos de herramientas útiles como motosierras o desbrozadoras. «Suelen ser pequeñas gentucillas que se dedican a eso y prefieren robarlas a gastarse 500 euros».
Eso se une a la desprotección judicial. «Muchas veces no quieren ni denunciar porque tienen que ir al juzgado, perder sus días de trabajo, que son oro, tener que ver la cara al delincuente o que el abogado defensor tenga sus datos». Los agentes piden castigos más duros, tanto para proteger a los agricultores como para reducir su carga de trabajo ante un perfil tan reincidente. Porque el alto ratio de culpables se traduce en conformaciones que reducen penas. «Al final se te tienen que juntar veinte delitos para que pases un mes en la cárcel», añaden.
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