La delincuencia en el medio rural se ha duplicado en el último lustro
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El Equipo Roca de la Guardia Civil en Segovia detuvo a 59 personas el año pasado, el doble que en 2018, por su implicación en diversos delitosLa pandemia ha acelerado el auge de la criminalidad en el medio rural. «¿Tenemos más volumen que antes? Sí. ¿Hay más esclarecimientos? También». El resumen lo hacen dos miembros del Equipo Roca –dedicado a investigar robos en el campo– de la demarcación de Segovia de ... la Guardia Civil. Aumenta la carga de trabajo, pero los delitos son los mismos. Como ejemplo, en 2020 hubo 38 detenidos; un año después, el dato subió a 48, y el curso pasado ascendió hasta 59. Por contextualizar el avance, entre 2016, 2017 y 2018 la suma fue de 73, una media de 24 por año. Es decir, la tendencia se ha duplicado.
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Los Equipos Roca se crearon para dar respuesta a las explotaciones agrícolas y ganaderas más aisladas, en mitad del campo, ante los robos que sufrían. «La España vaciada tiene ausencia de Guardia Civil en muchos sitios, además de grandes extensiones prácticamente despobladas», señalan los agentes. Segovia tiene un equipo por demarcación geográfica: la capital –que cubre la parte sur–, Cuéllar y Sepúlveda. Surgieron en la provincia a finales 2016. Primero como área de investigación y después como equipo; aunque hay precedentes por toda España desde 2013.
Cada territorio los ha activado según los ha necesitado. «Vamos a donde se nos requiere en aras de recuperar objetos sustraídos y de detener a los autores», explican los guardias. Los delitos que afrontan estos agentes están considerados de dificultad media-alta: la baja la asumen los puestos y la alta es para policía judicial.
Pese a que la provincia se caracteriza por sus bajos índices de criminalidad, los casos iban en ascenso. «Si antes había un robo en dos o tres meses, empezó a haber cuatro o cinco cada mes», dan cuenta en la demarcación del Instituto Armado. Los agentes hablan de factores socioeconómicos y la pérdida de poder adquisitivo para explicar la tendencia: la gente se desplaza más a robar.
Se trata de mafias organizadas procedentes de Madrid o Valladolid, aunque hay robos «pequeñitos» en el ámbito rural cometidos por residentes en la propia provincia de Segovia. Además, reincidentes. «Van, roban, vuelven», resumen los agentes. Desde hurtos –por ejemplo, piñas– a robos en explotaciones de aperos, cobre, gasoil o baterías que dan suministro eléctrico a pequeños motores de riego. «No son muy valiosas, unos diez euros, pero si te haces seis o siete en una tarde al final tienes un jornal», apostillan en su exposición.
El amplio abanico delictivo –se centran en los que atacan el patrimonio, pero cubren todos– incluye suplantaciones, falsificaciones de documento público o estafas, que en el medio rural son más presenciales que telemáticas. Además, la población rural es más vulnerable. Predomina el abrazo cariñoso. «Casi siempre son rumanas; te doy un abrazo, te doy un beso, soy la hija de fulana… y le está quitando el reloj y las joyas. A veces son demasiado bruscas y el otro se queda tan contento», describe la Guardia Civil este 'modus operandi'. Una rutina que es muy difícil de perseguir. «Como son nómadas, ni siquiera tienen domicilio conocido, no entran a la cárcel de primeras y nunca se presentan al juicio. Ahora localízalos».
También hay plantaciones de marihuana, que tienen su momento de auge en septiembre, un perfil que cubre desde una persona normal a un delincuente organizado. «Casi todos los años hacemos tres o cuatro. Cualquier chaval puede plantar, es sencillo. Te vas a una vereda de un río, una zona escondida. Hasta una organización grande, con instalaciones 'indoor' y chalés alquilados, que también hemos hecho bastantes», relata el Equipo Roca. También son habituales los robos en bares de poblaciones que se encuentran más aisladas. Los cacos buscan el dinero en efectivo de la tragaperras o el tabaco. El gasoil de cualquier depósito alejado o del propio tractor también está en el punto de mira de los ladrones que actúan en los pueblos. «Suele ser gente de poblaciones muy cercanas que están caninos y lo necesitan para el coche. Una vez cogimos a uno que era repartidor de paquetería en Segovia y fue a robar con dos amigos», revelan los agentes.
Aunque no sea un tema estrictamente rural, los robos en supermercados han crecido mucho en los últimos años. «Como tienen buenos sistemas de videovigilancia, ya denuncian todo. Y cara que vemos, cara que identificamos. Se esclarecen todos los delitos; la gente es muy tonta, desde un enchufe de 20 euros hasta hurtos grandes de 500 euros en garrafas de aceite», cuenta la Guardia Civil.
Agentes del Equipo Roca de Segovia
Agentes del Equipo Roca de Segovia
El perfil también es extenso, desde «la mujer más normal que se guarda una tontería» hasta mafias organizadas que funcionan por temporadas: desde cremas solares a jamones. La provincia tiene secadores de jamones desprotegidos –Cantimpalos o Valseca– porque están en lugares aislados con difícil acceso. «Te cargan 20.000 euros en jamones en cuestión de media hora». Una de las operaciones que más les costó fue localizar cuarenta jamones en Pan Bendito, uno de los barrios más peligrosos de Madrid.
Unas de las claves de la Guardia Civil es fomentar la colaboración ciudadana, tanto a través de la tecnología –aplicaciones como Alertcops– como en un formato más presencial. Los agentes ponen por delante la información del procedimiento y subrayan que alertar de un delito no supone ser parte del procedimiento. «Que hablen con nosotros, aunque sea de manera 'anónima-presencial'. Yo no voy a figurar en un sitio, pero te voy a contar esto. Que no tengan tanto miedo, yo no te meto en las diligencias». La comunicación incluye contactar con el ladrón cuando las pruebas son abrumadoras. «Vente para acá, no tienes manera de escaparte, así que no me hagas ir a tu casa a por ti. Y vienen todos», desvelan.
La seguridad es un pilar más en la lucha contra la despoblación. ¿Qué respuesta puede dar la Guardia Civil para paliar la sensación de abandono? «A día de hoy, está difícil. Yo pediría a mis compañeros involucrarse un poquito más». Lo dice alguien que pone en valor el compromiso de los cuatro miembros de su equipo, como en las películas americanas. «La vocación se está perdiendo; la gente entra con una ilusión que solo es económica y de ascenso. Tiene que haber guardias civiles, no todos pueden ser sargentos. Y tienen que estar a pie de calle, en los cuarteles, hablando con la gente».
Es la Guardia Civil real. La que se levanta a las cinco de la mañana para investigar una casa a las seis porque es el momento exacto. Su fórmula es mantener los derechos adquiridos –en cuestión de horarios, por ejemplo– y pedir más efectivos. «Gente que venga con ganas de trabajar, no de vivir».
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