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El piragüismo en aguas bravas es un deporte en el que un suspiro marca la diferencia entre la victoria y el último puesto. Lo sabe David Llorente, con una década de competiciones internacionales a sus espaldas a sus 27 años. Pero lo que ocurrió el ... 9 de junio en el canal de Praga no es achacable a la incertidumbre. El segoviano decidió tomar por la derecha el último remonte de su semifinal, aunque condujera a una trampa, como si hubiera una línea continua en medio de la carretera, para no chocar con Manu Ochoa, el otro español en liza, y evitar el peor escenario: dos españoles eliminados. Pasó ronda el gallego, que ganaría después la final. Aquel día, en teoría, solo estaba en juego una plaza extra para el país en la modalidad de Kayak Cross para los Juegos Olímpicos de París, que España consiguió. Pero también, sin que nadie lo supiera, quién se la quedaba. El segoviano puso al país por delante de su resultado personal, pero la Federación Española de Piragüismo le dejó ayer en la estacada otorgando la plaza al gallego.
Llorente tenía dos vías para acudir a sus segundos Juegos. La primera, el K-1, la modalidad clásica de aguas bravas en la que cada palista compite en solitario con tiempos cronometrados. Tras ser el único representante español en Tokio y meterse en la final –fue décimo–, el segoviano peleó por repetir la plaza en un selectivo competido hasta las milésimas con Pau Echaniz que se decidió en la última bajada: el de Palazuelos fue más rápido, pero fue penalizado. Cerrada esa vía, quedaba el Kayak Cross, una modalidad eliminatoria en la que bajan cuatro palistas a la vez y los dos mejores pasan ronda. Para ello, España debía conseguir una plaza extra. El requisito era poner a un palista entre las tres mejores nacionalidades en la Copa del Mundo de Praga.
Antes de ese día clave, la Federación Española de Piragüismo anunció que había decidido los criterios para resolver quién ocupaba esa plaza, pero que los mantenía en secreto, «buscando que los palistas en liza consigan el mejor rendimiento sin estar sujetos a reglas que los condicionen». Tampoco los des veló ayer. Así las cosas, el objetivo prioritario era asegurar la plaza para el país. Ochoa y Llorente coincidieron en octavos y cuartos sin ponerse en riesgo el uno al otro y llegaron a semis: dos españoles contra dos franceses. Allí el segoviano se puso en cabeza, seguido de Renia, mientras Ochoa y Madore iban rezagados. Cuando llegó el penúltimo rulo, Llorente tenía todas las papeletas para pasarlo, mantener la primera posición y meterse en la final. Pero fue especialmente pulcro y lo pasó por la derecha para evitar el peor escenario: un choque con el gallego que dejara a los dos en la estacada y a España sin plaza.
Llorente y Renia quedaron atrapados, Ochoa y Madore pasaron a la final y el gallego se llevó la victoria más importante de su carrera. «He conseguido la plaza», resumió en su entrevista posterior, sin euforia, como un soldado que había cumplido la tarea. Ahí empezó una semana de incertidumbre hasta la Copa del Mundo de Cracovia del domingo, fecha a partir de la cual la Federación se había comprometido a desvelar el secreto. Todo apuntaba a que la plaza sería para Llorente, el mejor español en una modalidad que debuta en los Juegos. Fue quinto en el Mundial de Londres, bronce en el Europeo de Tacen (Eslovenia) en mayo, campeón de España y el mejor del selectivo olímpico.
Cuando la Federación anunció el secreto de los criterios, prometió un sistema «objetivo, equitativo y que tendrá en cuenta las competiciones que pueda realizar cada uno, manteniendo abiertas las opciones de cada palista hasta el final». La primera pista la recibió Llorente cuando vio que Ochoa era invitado a Cracovia y él no, una decisión que sí estaba publicada: si alguien daba a España esa plaza extra obtendría el derecho a competir en Polonia. Pero el segoviano no lo sabía. Praga ya no solo daba réditos nacionales, sino también nominales.
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Luis Javier González
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Ochoa fue semifinalista en Cracovia y esperaba, como Llorente, con la mosca detrás de la oreja, la resolución. Los tres directores técnicos de la Federación (paracanoe, sprint y slalom) tomaron una decisión que validó la junta directiva a las tres de la tarde. Siguió un comunicado con los miembros del equipo: Maialen Chourraut, Miren Lazkano, Miquel Travé, el representante de C-1, que ocupará la otra plaza de Kayak Cross, Echaniz y Ochoa. Sin desvelar los criterios. «Ochoa, campeón en la Copa del Mundo de Praga en Kayak Cross, será el quinto representante español en la cita olímpica. Desde la RFEP queremos agradecer y destacar el trabajo realizado por David Llorente, bronce en el Campeonato de Europa de 2024, por su dedicación y compromiso con el equipo nacional».
En el elogio a Llorente está la justificación, la pregunta sin respuesta. ¿Cómo explicar que una federación deje en casa a su mejor carta? El Kayak Cross no era solo la vía de Llorente para los Juegos, sino una opción real de medalla, más cercana que en el K-1. En principio, el mismo palista asumiría ambas, por lo que el segoviano no lo fio todo al K-1 y trabajó en el Extreme, en los contactos. Por ejemplo, Echaniz es un solista bárbaro que no brilla en el fuego abierto de esta modalidad. Ante la falta de respuesta, solo quedan preguntas. ¿Habría hecho Ochoa lo mismo ante el dilema que afrontó Llorente en la puerta 8? Lo que parece evidente es que si el segoviano hubiera sabido que no solo se estaba jugando una plaza nacional, sino el titular de la misma, habría puesto el kayak en sitio.
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