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Los estudiantes saturan las listas de espera de las inmobiliarias ante la falta de pisosSegovia
Los estudiantes saturan las listas de espera de las inmobiliarias ante la falta de pisosLuis Javier González
Segovia
Lunes, 15 de julio 2024, 16:27
Los tiempos en los que las inmobiliarias tenían una bolsa de alojamientos estable han quedado en el retrovisor en Segovia, una ciudad en la que los estudiantes que quieren residir en ella tienen que revisar cada hora el móvil en busca de una habitación en ... la que anclar su vida. «Piso que me dan para alquilar, lo publico en la página y mañana está alquilado. No nos dura», subraya el presidente de la Asociación Segoviana de Inmobiliarias, Gonzalo Marina. La explicación está en un mercado con mucha más demanda que oferta, la raíz troncal de una problemática agudizada por el aumento de la población universitaria y porque la nueva ley del alquiler ha llevado a los propietarios a alejarse de contratos a largo plazo y optar por la temporalidad: acuerdos de un año a un precio generoso porque no falta quien lo pague.
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La Asociación Segoviana de Inmobiliarias, adherida a la Federación Empresarial Segoviana, echó a andar hace un año para «dar transparencia y legitimidad» a una profesión que lucha contra el intrusismo. «No solamente trabajamos este mundo los agentes inmobiliarios; aquí vende pisos todo Dios. Estamos luchando para que la gente se ponga en manos de profesionales», subraya su presidente, que esgrime su experiencia –en su caso 23 años– como la de otros compañeros. Y una labor que va más allá de la compraventa. «Captamos promotores e inversores que viene a Segovia».
Un sector que busca crear un espacio de convivencia en un vagón de metro en el que no cabe un alma más. Los estudiantes son una pieza más insatisfecha de un tablero descompensado del alquiler en el que la oferta no es suficiente para una demanda desbordante. «Han subido muchísimo los alquileres en general, es economía pura y dura. El propietario puede subir el precio e incluso elegir al inquilino que quiere». Un incremento de un 25% en el último año, el mayor a nivel nacional. A ello se une que Segovia, además de ser una urbe con un casco histórico cotizado y un patrimonio protegido, es una ciudad universitaria, una población de estudiantes «reales» por encima de los 6.000.
Los cálculos de las inmobiliarias superan a los de las universidades. Según los datos de IE University, tuvo el año pasado en Segovia a unos 1.800 alumnos procedentes de 160 países distintos. Mientras, el campus María Zambrano de la Universidad de Valladolid en Segovia inició el ejercicio 2023-24 con unos 2.600, un dato en auge, pues supone unos 300 más que en 2021. Sin embargo, la estimación de las inmobiliarias es más alta, entre 3.000 y 3.500 alumnos por institución, aunque sus hábitos varían. Mientras cerca del 90% de los alumnos de IE reside en la ciudad, su análisis es que casi la mitad de los estudiantes de la UVA tiene una rutina itinerante y vive en otras ciudades. En cualquier caso, el relato es de una comunidad universitaria creciente. Es decir, más demanda para la misma oferta de viviendas. «Segovia no está preparada para esto».
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Las causas del desbordamiento radican en la falta de vivienda nueva, construida fundamentalmente en los pueblos del alfoz. Así que la respuesta del mercado ha estado en el alquiler. «Los inversores han comprado edificios en Segovia para sacar rentabilidad, que está en los estudiantes, la gente que paga más. No es lo mismo alquilar un piso a una familia que a tres personas diferentes». La rentabilidad por inquilino se multiplica. La consecuencia es un aumento casi exponencial en los precios. Una habitación para un estudiante de la UVA que costaba unos 250 euros en 2020 ahora está en los 400. Y que no hay alquileres libres: encontrar una habitación es comparable a sacar una entrada para el evento más cotizado que tengan en mente.
Gonzalo Marina
Presidente de la Asociación Segoviana de Inmobiliarias
Como un alquiler es un tesoro, la respuesta de la comunidad universitaria es evitar salir al mercado. Por eso tratan de renovar la estancia de un año a otro. Los estudiantes pasan unos nueve meses y medio de curso académico en Segovia, pero lo más habitual son contratos de once meses. De esta manera, el propietario evita el verano en barbecho, en parte porque sabe que siempre habrá un universitario que acepte esas condiciones. Y el inquilino se asegura la renovación, aunque tenga que pagar uno de los dos meses estivales, aunque no ocupe la vivienda. «Luego ya depende de cada propietario. Hay quien dice, 'Quien quiera mi piso, que me paguen los doce meses, aunque estén diez'. Y otros le cobran diez meses». Los menos. Esa descompensación a favor de la oferta hace que cada vez sea más habitual la exigencia del año completo, pero aún no es la norma.
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La situación en Segovia hace que ese acuerdo sea necesario. «Como están casi todos los pisos ocupados, salen muy poquitos en alquiler». Y la sucesión de la habitación se gestiona habitualmente entre los propios estudiantes, algo que acepta de buen grado el casero. «Me voy a ir yo, pero tengo un amigo o un primo que va a venir». Con todo, estas semanas de julio son la ventana de oportunidad, cuando una plaza sale repentinamente al mercado.
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Luis Javier González
La temporalidad de los estudiantes ofrece a los propietarios una opción más cómoda de arrendamiento –y menos comprometida– respecto a una familia o un arrendatario más estable, al que la nueva ley da derecho a estar cinco años salvo causas de fuerza mayor. «Resulta que mis ahorros los he metido en comprar un piso para el día de mañana tener unas rentas cuando me jubile y la ley te está diciendo que si entra una familia con problemas económicos, resulta que les tienes que dejar en tu casa, aunque no te paguen. Y encima tienes que costear la luz». Ese argumento define al grueso de la oferta inmobiliaria segoviana. Marina, que defiende la vivienda social como instrumento para personas vulnerables, habla de gente mayor que ha sacado a sus pisos del mercado, lo que redunda en esa escasez de oferta.
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A eso se añade la particularidad de una ciudad Patrimonio de la Humanidad. «Todo lo que se ha construido ha sido en el extrarradio». Eso hace que haya dos zonas diferenciadas: el casco antiguo, ocupado de forma hegemónica por los alumnos de IE Universitiy, y el resto de la ciudad, por el estudiante de la UVa, más flexible: aunque prefiera un piso cerca del campus, acepta sin mayores obstáculos una alternativa en barrios más alejados. «Se expande por toda Segovia. Se puede ir a San Lorenzo, El Carmen, Santa Eulalia o San Millán. A cualquier lado». Menos poder adquisitivo exige más flexibilidad.
Pero muchos siguen en el purgatorio del alquiler, en lista de espera, hasta que se mueve una habitación. Y su número es desbordante. «Los que quieras. Si me entran ahora mismo 15 pisos, alquilamos los 15. En el momento que llamamos, se quedan con él». El proceso parte de un anuncio en portales web como Idealista. «Lo anuncio ahora y mañana por la mañana, cuando entre a la oficina, tendré 18 o 20 llamadas». Para mantener unos estándares de seriedad, su inmobiliaria mantiene como obligatoria la visita al inmueble antes de formalizar nada. Aunque el propietario decide si le da igual el inquilino, solo quiere estudiantes o prefiere explícitamente evitarlos. Y su selección entre la demanda es por orden de llegada. «Tengo mi listita y voy llamando». Un listado en el que entrar más nombres de los que salen.
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