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El 27 de mayo de 2017 la Gimnástica Segoviana hace historia ante el Malagueño mientras Ramsés Gil sigue a sus dos amores en su asiento de La Albuera, abarrotada. El ascenso azulgrana sucede mientras el Osasuna, el club impregnado en sus valores, se juega el descenso a Segunda B ante el Sabadell. Su corazón aguanta y la tarde marca la historia de ambas entidades, cimentadas en el esfuerzo, su gran bandera como persona. La Segoviana ganó la autoestima para subir peldaños en el fútbol y visita este sábado (18:30 horas) al filial de los rojillos, que evitaron entonces un resbalón con mal retorno y son de nuevo un fijo en Primera. Tiempos felices basados en gente de la casa. Y un entrenador que viaja a la fábrica de sus ídolos para ocupar el banquillo visitante.
La herencia navarra le viene a Ramsés por parte de padre, que nació en Mélida, un pueblo que no llega al millar de habitantes de la Merindad de Tudela. Su madre –la abuela de Ramsés– se mudó a Cantimpalos porque era la tierra de su marido. Aunque pasó el grueso de su infancia en Segovia, mantuvo a gala esos orígenes, la afición a Osasuna. «Al final no solo es una forma de entender el deporte, sino de vida. Y así me lo transmitió a mí. Lo fácil es que casi todo el mundo que no tiene un equipo de referencia en su provincia se decante por los grandes porque a todo el mundo le gusta ganar».
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Unos valores que no distan de los que defiende la Sego. «Una cultura del esfuerzo, de hacer las cosas tú, una cultura muy sólida desde la base. No todo vale por ganar, no es tan importante como la entrega. Esa es mi forma de entender las cosas. Difícilmente verás a un aficionado pitar a sus jugadores porque las cosas no acompañen».
Ramsés recibió su primera camiseta rojilla a los 12 años, en la época de Michael Robinson, una figura inaccesible en aquellos tiempos que dio al club una repercusión que no tenía. «Era una época muy guapa, mis primeros recuerdos». Nombres como Patxi Rípodas, Lecumberri o Lumbreras. El prólogo a una etapa «gloriosa», con Castañeda, Bustingorri o los hermanos Larrainzar. Aún tiene en beta la victoria por 2-3 en Stuttgart en 1991. «Lo que ya no tenemos es vídeo, pero ahí está la cinta. Aquel partido lo vi un montón de veces».
Ramsés Gil
Entrenador de la Gimnástica Segoviana
Pero su ídolo terminaría siendo alguien casi de su edad, Patxi Puñal. «El nivel de liderazgo que tenía era una pasada, a todos los niveles. Salió del filial de Tercera División, se puso a currar, sale cedido a Leganés… No lo ha tenido fácil. Y hace una carrera brillantísima». En concreto, 17 temporadas y 513 partidos. Y sigue en la cantera. Ante esa historia se enfrenta este sábado la Sego.
Pero el paso de los años llevó a Osasuna a una «deriva total». Perdía 1-0 en Sabadell mientras la Sego ganaba al Malagueño. «Estaba viendo que palmaban, a tomar por culo, a Segunda B, esto no lo levantan». Pero no. Siete años después, el aficionado tiene claro su rol. «Nos jugamos mucho todos en todas las jornadas como para perder el foco».
Ramsés sale de corto a Tajonar en septiembre de 2011 porque la Segoviana se mide al Osasuna B en Segunda B. Tras el sorteo de campos, aparece alguien a darle una camiseta de Patxi Puñal firmada por toda la primera plantilla. «No me digas de dónde, trascendió que era aficionado de ellos.... y tuvieron ese detallazo. Me quedé flipado, me sacaron del partido por completo». Dejó el muerto en el banquillo y ganaron los locales. «¡Se han molestado en meter una camiseta en un cuadro para dármela a mí, que soy un pintamonas!»
Su peregrinaje por un sinfín de campos con su padre: Calderón, Bernabéu, Vallecas, Getafe, Leganés, Zorrilla, Soria, Zaragoza, Santander, Salamanca, Burgos o Cádiz. «Yo he sido muy rojillo, echar un vistazo a ver cómo han quedado..., para mí es un rato de fiesta cada vez que juegan». Fue a los dos últimos partidos en Vallecas. «Al Bernabéu ya no voy porque es indecente, las entradas valen 180 euros. Me niego a pagar eso, por dignidad».
No visita El Sadar desde la reforma, pero no olvida el ascenso ante el Recre en 2000. «No tenía entrada. Cogimos el coche de madrugada y nos fuimos desde aquí en un día malísimo. La compramos en reventa, me costó 14.000 pesetas y estuve todo el día con el runrún: 'Me han estafado, fijo'. Pero ascedimos, se preparó la de Dios y nosotros nos volvimos porque nos tocaba currar».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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