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El segoviano Ivo juega el balón rodeado de contrarios del Real Valladolid Promesas en el partido de este sábado en Cuéllar. Juan Martín-Gimnástica Segoviana
Un buen ensayo emborronado
Fútbol

Un buen ensayo emborronado

La innecesaria expulsión de Silva contra el Real Valladolid Promesas condiciona un duelo de altura que estaba siendo lo mejor de la pretemporada de la Segoviana

Sergio Perela

Cuéllar

Sábado, 19 de agosto 2023, 15:55

La pretemporada está ya en un punto en el que, tras la línea del horizonte, asoma el primer partido oficial. Seguramente por eso, tanto para Gimnástica Segoviana, como para el filial del Valladolid, el partido de este sábado era amistoso pero menos. Los dos equipos, en la misma categoría aunque en distintos grupos, se tomaron el encuentro disputado en Cuéllar como algo más. La Sego en su once titular ya apuntaba detalles de lo que puede ser el primero contra el Numancia en casa. El equipo de Julio Baptista no, porque entre los titulares entraban hasta seis jugadores todavía en edad juvenil; sin embargo en planteamiento, calidad e intensidad, el partido era otra historia.

Gimnástica Segoviana

Carmona; Hugo Marcos, Abel Pascual, Javi Marcos, Rubén; Velasco, Manu; Merencio, Ivo, Plomer y Álex Maroto. También jugaron Dani Segovia, Silva, Astray, Arévalo, Pablo Arranz, Iker y Guille

0

-

2

Real Valladolid Promesas

Arnau; Yago, Adri, Pla, Chasco; Pozo, Verde, Jesús, Xavi; Chuki y Arnu. También jugaron Iker, Dani, Sergi, Koke, Salazar, Fionn, Zakary y Víctor

  • Goles 0-1, min 56, Pozo; 0-2, min 60, Xavi

  • Incidencias Estadio Municipal de Santa Clara (Cuéllar) 200 espectadores

Nada más comenzar, quedaba claro que entre los muchachos del Promesas la calidad sobresalía en cada acción. Pases precisos y ventajosos para el receptor, controles difíciles ejecutados con la máxima precisión. Sin mordiente, eso sí, en parte por cierta bisoñez y en parte también porque la Gimnástica Segoviana cerraba a cal y canto tanto la zona central como las bandas. Las acciones más peligrosas llegaban desde la banda izquierda, donde Hugo Marcos con la ayuda de Merencio supieron cerrar bien la mayor parte de las veces. Por contra, las mejores oportunidades de la Gimnástica en la primera parte llegaron precisamente desde la banda diestra que ocupaba, a pierna cambiada, Merencio.

Si en Turégano el madrileño había dado tres asistencias y mostrado un nivel de asentamiento en el equipo mayor del percibido hasta el momento, en Cuéllar todas sus virtudes quedaron patentes. A pierna cambiada, se marchó dos veces por su banda y supo poner centros fuertes que cerca estuvieron de ser remachados. En circulación de balón, es tremendamente efectivo en los cambios de juego. A balón parado, un filón en su pierna izquierda. En cuanto a su capacidad de defensa y presión, Hugo Marcos pudo dar las gracias porque sin él le hubiera tocado un baile mucho peor.

En esa primera mitad bonita, tensa en ciertos momentos y más parecida a un primer partido oficial que al penúltimo de preparación, las ocasiones fueron para los segovianos. Pocas, cierto es, y únicamente una clara. Una acción de Merencio por derecha que dejaba la pelota muerta para que Álex Maroto rematara hacia portería. Tan solo la presencia de un defensor en la espalda del portero y sobre la línea evitaba que la Gimnástica se marchase al descanso por delante en el marcador.

Ramsés introdujo para la segunda parte. Dani Segovia arriba y Silva en el lateral derecho dejando a Hugo Marcos en el centro del campo. La experiencia del canterano como seis duró, exactamente, treinta segundos. Los que tardó Silva en ser expulsado por una dura entrada, a destiempo y sin mucho sentido. La argentinidad futbolística, en su vertiente del carácter y mal entendida, también la carga Silva, del cual hasta el momento se había visto su calidad superior y su capacidad de llegada y gol. Con diez toda la segunda parte, la película iba a ser muy diferente.

Brusquedad y piques

La calidad, espoleada por los espacios, supuso minutos de un Promesas jugando a placer y dos goles, uno cayendo por cada banda, solo de poner el pase a la red. Sin embargo, eso no fue lo peor. Por si no hubiera sido suficiente la expulsión de Silva o las tarascadas a destiempo de Velasco en la primera mitad, Javi Marcos empezó a picarse con cada acción de choque y se sumó a la fiesta de la brusquedad el carácter del preparador físico Nacho Gonzalo. Y todo eso faltando todavía la mitad de la segunda parte.

De todo lo malo que podía ocurrir o cabía imaginar, en realidad no terminó pasando nada. Cuando el árbitro vio que todo se calentaba demasiado, mandó a todos a refrescarse. Después del parón, no pasó absolutamente nada más reseñable. El Valladolid dominaba sin querer demasiado y la Segoviana se mantenía agarrándose mucho físicamente a Astray en el medio. Ni más ocasiones, ni más asperezas. Aunque tampoco, claro está, esos minutos de la basura sirven de nada en plena preparación. Salvó, quizá, que si tiene que haber una desconexión de cables es mejor que llegue antes de que eso suponga un castigo mayor que un paseo en balde hasta Cuéllar.

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