Entrada al centro cívico de San Millán, donde la asociación comparte espacio con otras entidades, y en el círculo, Javier Gómez, de la directiva vecinal. De Torre y Tanarro
Javier Gómez | Representante de San Millán

«El Ayuntamiento se ríe sistemáticamente en la cara de los vecinos de San Millán»

El miembro de la diezmada junta directiva reclama una sede «digna» para el barrio y no «el zulo de tres por cinco metros cuadrados» que usan

Domingo, 8 de diciembre 2024, 10:28

«Tienen ganas de que la Asociación de Vecinos de San Millán no evolucione». Javier Gómez, portavoz de lo que queda de junta directiva después de las recientes bajas de varios de sus integrantes, lo repite una y otra vez. Su andanada de indignación y ... rabia es fruto del hartazgo que hay en la agrupación por los desplantes del Ayuntamiento de Segovia. Para muestra, el botón de que seis meses después de enviar un correo, en junio de este año, en el que se proponía los responsables municipales un espacio para albergar la actividad propia de la asociación del barrio, «no hemos tenido ninguna respuesta».

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Ante ese silencio, «no te queda otra que abordarles por la calle y preguntar por las peticiones ignoradas», expone el representante vecinal en busca de razones a las que agarrarse como a un clavo ardiendo para tratar de entender el comportamiento del equipo de gobierno en el Consistorio; pero solo encuentra indiferencia que alimenta el enfado en el barrio. «Se ríen en la cara de los vecinos de San Millán», se queja Gómez.

Una de las gotas que más ha colmado la paciencia de la asociación y que ha provocado la salida de varios miembros de la junta directiva es «la ausencia de un espacio digno» para reunirse y organizar actividades que dinamicen la vida de este barrio de la capital, «el que más aporta económicamente [al Ayuntamiento] por su extensión, por todas las plazas ORA de aparcamiento y por el comercio que tiene». Javier Gómez supone que el abandono al que han sometido sus reclamaciones durante años para contar con un local para la asociación vecinal es «para que no haya una voz crítica, para que no evolucionemos», reitera en su queja.

«¿Quién va a venir cuando no se puede organizar una clase de baile porque no hay sitio?»

Javier Gómez

Representante de la Asociación de Vecinos de San Millán

El portavoz de San Millán se remonta años atrás porque esta reivindicación «viene de larguísimo». En el repaso que hila se retrotrae a tiempos de Clara Luquero como alcaldesa de Segovia. Gobernaba el PSOE, aunque el representante no entra en recriminaciones a uno u otro color político porque al final todos las administraciones que han estado al frente del Ayuntamiento «han pasado» de dotar al barrio de un espacio para la organización de actividades.

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Javier Gómez exculpa a la Asociación de Padres, Tutores y Personas con Parálisis Cerebral y Discapacidades Afines (Aspace), a la que el Consistorio, hace casi diez años, cedió unos espacios en el centro cívico de San Millán. Con el paso del tiempo, la mejora de los medios y el aumento de los equipos específicos disponibles para las sesiones de tratamiento, este colectivo ha ido necesitando más superficie. Esa ganancia de salas fue en detrimento de la asociación vecinal, que ya vio reducido su lugar de encuentro a «un zulo de tres por cinco metros cuadrados», como lo define Gómez.

¿Qué alternativas se han barajado?

El portavoz cuenta que cuando se quedaron tan restringidos de espacio, incapaces de llevar a cabo actividades, talleres, cursos y hasta asambleas de la directiva porque «incluso siendo cuatro o cinco cabemos mal», la anterior alcaldesa, la socialista Clara Martín, y el entonces delegado territorial de la Junta en Segovia, José Mazarías, hoy regidor de la ciudad, les transmitieron a los vecinos que iban a trabajar en dotar a la asociación de un nuevo local en el barrio. Ese lugar es un recinto situado en la plaza de la Morería.

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En una reunión con la actual Concejalía de Barrios del Ayuntamiento de Segovia, se puso sobre la mesa la búsqueda de una sede para el colectivo y la posibilidad de que dicho establecimiento fuera el elegido. Sin embargo, la representación municipal alegó que se trata de un inmueble propiedad de la Administración autonómica, por lo que las directrices actuales de la Intervención sugieren no hacer gastos en asuntos que no son de competencia local, tal y como extrae Javier Gómez del transcurso de dicho encuentro.

«Vamos a gastar los últimos cartuchos. Si de aquí a tres meses no se solucionan las cosas, se disolverá»

Javier Gómez

Representante de la Asociación de Vecinos de San Millán

Concluye que el pasarse la pelota unos a otros al final es un indicio de «falta de voluntad política» para dar soluciones a los problemas que arrastra el barrio de San Millán, que no quiere convertirse en el aparcamiento de Segovia y que exige un mayor mantenimiento. Hace unas semanas, se quejaban del atasco en las alcantarillas, que cada vez que caía una tromba de agua se colapsaban provocando riadas en las calles. Recientemente, matiza el portavoz de la asociación, el camión comprometido por el Consistorio ha recorrido el arrabal para destaponar estos desagües.

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El integrante de la ahora desmembrada asociación de vecinos pone de manifiesto que en el tiempo en el que se ha dejado en el limbo el emplazamiento de la sede, la propia agrupación ha propuesto algunas ubicaciones. Una de ellas, en el local de la avenida del Acueducto, 28, que es el domicilio del Centro de Asociaciones de Autoayuda y Voluntariado que posee el Ayuntamiento de Segovia. Esta idea es la que no ha obtenido respuesta en seis meses, recalca el portavoz vecinal. Para Javier Gómez, otra alternativa para paliar la carencia de espacio sería la Casa de la Tierra.

La supervivencia de la asociación está al límite. «Vamos a gastar los últimos cartuchos. Si de aquí a tres meses no se solucionan las cosas, se disolverá», advierte. «No estamos aquí para hacer el imbécil y que se rían en nuestra cara», sentencia indignado. El día 12 de este mes está prevista la celebración de una asamblea para, precisamente, trasladar este escenario al borde del abismo de la desaparición.

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Y es que, tal y como se pregunta Javier Gómez, «quién va a venir cuando no se cabe, cuando no se puede organizar una clase de baile porque no hay sitio». El olvido que lapida sus demandas ha sembrado «una desilusión bárbara, ya que al final no puedes luchar todo el rato contra mastodontes».

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