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Llegó a la localidad de Serradilla del Arroyo (270 habitantes) hace 15 años, y aunque la relación de Ana Noelia Calzada con sus clientes siempre ... ha sido muy cercana, en estos tiempos de pandemia se ha acentuado todavía más. «Aquí la atención es de tú a tú, no solo se trata de darles el paracetamol a los clientes y que se vayan a su casa, tu labor es mucho más que todo eso, es cercana».
El rol de la mujer rural
Su trabajo durante todo este tiempo también ha sido el de «tranquilizarles» cada vez que los pacientes llamaban para pedir medicinas y ayudarles ante cualquier señal que pudiera tener algo que ver con el coronavirus, pues «hasta a un picor de ojos se achacaba la covid», recuerda.
Confiesa que durante la época más dura de la pandemia su mayor temor era caer enferma «por el miedo a dejar a toda esta gente mayor desatendida. Es una población de edad alta que dependen de ti en condiciones normales, así que imagínate en estas circunstancias».
Esta farmacéutica rural recuerda que «cuando más miedo teníamos, iba casa por casa a dejarles las medicinas, y no solo en Serradilla, sino también en los pueblos de alrededor en los que llevo varios botiquines». Esos momentos no eran para conversar, que para eso estaba el teléfono: «Dejabas la medicina a la puerta y lo de menos era cobrar, porque no quería ni tocar el dinero ni que lo tocaran ellos, insistía mucho en que se lavaran las manos y tuvieran mucho cuidado».
Tampoco han faltado las lágrimas. «En muchas ocasiones, cuando salía de casa y me despedía de mi marido y mi hija, me venía llorando por las situaciones que veía alrededor».
Esta profesional es de la opinión de que la gente, en general, no ha estado desatendida en la zona donde se desenvuelve. «Hay una buena relación con el extraordinario equipo médico y lo que no solucionaban unos lo solucionábamos otros, la gente no ha estado desamparada».
Ana Noelia no piensa demasiado en lo que pueda venir a partir de ahora. «Vivo el día a día, aunque espero que los próximos meses no sean como lo que hemos tenido, pero planes a largo plazo, ninguno».
Se siente satisfecha de su labor en el medio rural, aunque aprecia dificultades añadidas desde el punto de vista de su negocio: «Es totalmente diferente porque te tienes que mover mucho. Es un trabajo más complicado, que aquí exige tenerlo todo muy bien organizado, pues además tienes que estar pendiente de los pacientes de los botiquines a los que llevas las medicinas ciertos días. Por otra parte, en un pueblo tampoco puedes mover la variedad de productos farmacéuticos que en una ciudad, a pesar de que vas introduciendo cosas nuevas».
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