Anoche estrenaron nueva temporada de 'The Queen', que son palabras mayores para Netflix. Así que, aunque la próxima semana seguramente hablaremos sobre ella, un planazo para el fin de semana que se avecina es devorar esos capítulos que cuentan los tremebundos años 90 en la ... monarquía británica (divorcios, muertes, annus horribilis y demás). De momento, vamos a fijar la mirada en otros relatos del poder. No tan excelsos como el de Isabel II, pero sí entretenidos. Estas son las propuestas de planes para quedarse en casa esta semana.
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Serie
Series sobre políticos hay muchas. Y muy buenas. Podemos fijar el baremo en 'El ala oeste de la Casa Blanca' (Prime video) y luego, a partir de ahí, empezamos a bajar el listón. Está 'The good fight' (Movistar), que no habla directamente de políticos, pero si de política, con Trump como protagonista involuntario de la trama. Solo por eso y por la risa de Dianne Lockhart ya merece la pena esta serie. También está la danesa 'Borgen', con esa elegante fotografía gris. 'House of cards', que es el caso más claro de cómo adorar una serie en sus primeras temporadas para desengancharse después. Y a partir de ahí, cositas más palomiteras, como 'Señora presidenta' (un meh en toda regla), 'Sucesor designado' (con un Kiefer Sutherland post '24'), 'Scandal' (una locura de giros dramáticos, con mejor banda sonora que guion) y 'Madam Secretary' (que combina escenas políticas de despachos con otras en la cocina familiar, a lo 'Médico de familia'). Telecinco estrenó en 2019 'Secretos de estado', un artefacto tan tremendo que solo con teclearlo en esta lista provoca bochorno.
Podemos sumar un par de ellas más. Filmin acaba de estrenar la segunda temporada de 'Total control', la aportación australiana al canon. Cuenta la historia de Alex Irving, una mujer aborigen, negra, madre soltera, vecina de un pueblo de la Australia profunda (sin aceras y con desierto alrededor) que además es forofa del ron cola. Un día, cuando sale del banco, su nombre se hace viral después de que proteja en la calle a una mujer a la que su marido intenta matar. Las esferas del poder se fijan en ella: oye, aprovechemos su tirón, vamos a ficharla la para nuestro partido.
La primera temporada de 'Total control' cuenta el desembarco de Irving en Canberra y cómo sus demandas (clama contra los problemas de la Australia vaciada y alerta de un suceso en un centro de menores) le genera problemas entre sus filas y las de los contrarios.
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La segunda temporada, recién incorporada al catálogo de Filmin, sitúa a Alex Irving al margen de esa lógica partidista y la presenta como una 'outsider' que inicia una campaña por su cuenta, como independiente, al margen de los grandes partidos. Su estrategia se diseña en torno a unas cervezas (y ron cola) en un bar de su pueblo con cientos de sombreros colgados de los carteles.
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Y otra propuesta política más. También hay nueva temporada de 'Parlament', esa cáustica comedia que cuenta el día a día de las instituciones europeas. Por sus cortos capítulos (no llegan a la media hora) desfilan europarlamentarios que llevan tres años y no saben hacer la o con un canuto, políticos de extrema derecha que basan su programa en la defensa de la caza y parlamentarios ingleses que celebran cada semana el brexit sin soltar el sillón de Bruselas. Los nombres burocráticos de planes y fondos, los laberintos de infinitas enmiendas y las puñaladas por la espalda son parte fundamental de unos guiones divertidos y desconcertantes.
Libro
Del sofá de la tele, al sillón de lectura. Esta fin de semana, con las trágicas noticias que llegan de Irán en mente, puede ser un buen momento para leer 'Los que se van y los que se quedan', novela de Parinoush Saniee, una de las más importantes escritoras iraníes (en el exilio). El libro cuenta la historia de una familia que, después de 28 años sin verse, se reencuentra durante un viaje de diez días a Turquía.
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Hasta allí viaja la abuela, una profesora de literatura ya jubilada que vive en Irán junto a dos de sus hijos: Mohsen y Maryam (esta última, casada con un integrista). Además, está su nieta Dokhi, la narradora, la hija huérfana que ha dedicado e hipotecado su vida para cuidar de la abuela.
Desde Francia llega Mahnaz, la hija mayor, quien vivió las penurias de la emigración en los suburbios parisinos y se emparejó con un escritor que pelea contra el régimen iraní desde las tribunas públicas a miles de kilómetros de su país. Mohammad, el segundo hijo, se marchó a estudiar Medicina a EEUU y ya nunca volvió a Irán. Allí, en América, ha tenido hijos, como Michael, atrapados en la crisis de identidad de las segundas generaciones de migrantes. Y está Mehdi, el pequeño de los seis hermanos, quien desertó del Ejército y escapó a Suecia.
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Durante estos diez días, abuela, hijos y nietos vivirán la felicidad del reencuentro en una cita que, poco a poco, se emponzoña por las diferencias políticas, sociales, aspiracionales entre quienes se marcharon y quienes se quedaron. La tensión económica y por las herencia, la censura interior y el papel de los medios internacionales, el exilio y la oposición desde el exterior, las implicaciones políticas o las raíces perdidas se exploran en las conversaciones y peleas de una familia que ha visto cómo la política ha influido decisivamente en sus vidas hasta afectar a sus relaciones familiares. Solo en el momento en el que la abuela, cansada, pide que todos intenten superar sus diferencias, comenzarán a sincerarse.
El reencuentro y la comunión de intereses no se dará ni desde el silencio ni desde la fuerza o la imposición. Solo hablando «desde la franqueza» se podrá tener la oportunidad de conocerse mejor. Y comprenderse. Y este mensaje, que parece claro para la reconciliación familiar, parece extenderse también a los problemas de un país sacudido por guerras, revoluciones e intolerancias. Al final, para demostrar que todos ellos son víctimas de un país que expulsó a muchos y condenó a otros. Y así, hablan de la soledad ante la muerte de quienes se quedaron, el desencanto de las nuevas generaciones de iraníes o cómo la vída no es un lecho de rosas en ninguna parte. Un libro, construido básicamente a través de conversaciones y con un fuerte peso teatral, que habla sobre la realidad iraní, sí, pero que más allá de eso ofrece una interesante visión sobre las relaciones familiares y, especialmente, las tensiones migratorias.
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Y ade
Y como siempre, terminamos con recomendaciones culinarias.
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