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Frontera. El parque, desde La Escalera.

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Frontera. El parque, desde La Escalera. Alberto Mingueza

Arribes del Duero, la grandiosidad del gran cañón

Espacios naturales... con fundamento (y IX) ·

Visiones espectaculares y rincones llenos de sabor en un territorio verde, hendido por las aguas del Duero

Carlos Aganzo

Valladolid

Lunes, 1 de abril 2019, 11:40

Dicen que hace dos millones de años Castilla y León era un gran cuenco que guardaba todavía los restos de un mar interior. El cuenco se inclinó hacia el oeste y las aguas se vertieron, abriendo el camino del gran Cañón del Duero. Y la Naturaleza remató el espectáculo... Hoy, desde el mirador de La Escalera, antiguo puesto de carabineros, la visión es deslumbrante. Puro sosiego. Tal vez solo inquieta la vista el vuelo de los buitres, que buscan no se sabe qué carroña para hacer su labor descomponedora en la cadena trófica. Abajo, el río, con sus colores y sus curvas; al frente, las tierras de Portugal. Frontera natural cortada a pico.

No fueron, sin embargo, los carabineros, sino los guardias civiles los que tuvieron su cuartel en Fermoselle, en el lugar donde hoy abre sus puertas la Posada de Doña Urraca.Diecinueve habitaciones singulares y una concatenación de terrazas, al más puro estilo del lugar, desde las que otear y planificar el asalto a los mil encantos que nos reserva el parque natural de los Arribes del Duero. Posada de cuatro estrellas que fundaron Cesáreo Puente y Carmen Robles, y que sigue regentando esta última con su hija Isabel, como directora, y su hijo Cesáreo, como relaciones públicas. Y fonda de fundamento, como no puede ser de otra manera en tierra tan generosa como esta.

Sabores. Vera Lucía y Carmen Robles, la cocina de Doña Urraca. Alberto Mingueza

No es sencillo elegir entre los platos, bien que el embutido, de la marca familiar de Puente Robles, y el lechal y la ternera sayagueses no pueden faltar. Tampoco el bacalao, que continúa una tradición milenaria, y que aquí se toma en pisto –a la Fermoselle–, asado o en lomos, acompañado de pimientos y piñones. A ellos se van sumando la ensalada de canónigos con queso de cabra de Fornillos y papada ibérica, el espléndido revuelto de Doña Urraca, el rabo con salsa de pimiento choricero... Y el flan chispeante de queso de petazetas y el hojaldre de crema con mango. Nada más. Ni menos.

Más difícil aún la elección del vino. Y eso que todos son de aquí, de la sorprendente y exitosa DO Arribes. Por eso, y tras pasar el primer corte, se suben a la mesa Paraje de los Bancales, Jimbro 2015, Sin Blanca y Pirita. También Salsipuedes, que lleva el nombre de un callejón de Angusino, el pueblo que duerme bajo el embalse. Y La Setera, fermentado en la tradicional tinaja de barro ovalada antes de la crianza en barrica de roble francés. Sobre las variedades reinas, bruñal y Juan García, cada quien su fórmula personal de la elegancia, con bastardillo, tinta Madrid, rufete, mencía, tempranillo y hasta garnacha tintorera.

En tres palabras

  • Miradores. El de La Escalera es uno de los más de sesenta miradores habilitados en el parque.

  • Saltos Aldeadávila, Saucelle y Castro, antiguos poblados para los obreros de las presas.

  • Castillos. Sobradillo, San Felices de los Gallegos, Fermoselle y Vilvestre.

La variedad de la uva es solo un apunte de la riqueza de especies vegetales que disfruta el parque. El zumaque silvestre, que llegó desde Oriente como planta de cultivo destinada a la curtiduría, comparte espacio con encinas, quejigos, madroños, enebros, cornicabra, olivilla y madreselva. Con las vides y, por supuesto, con los olivos, que también dan sus alegrías a los productores de los extraordinarios aceites de la zona. Tantas plantas y árboles como pájaros aprovechan los roquedos y cortados del cañón para hacer nido. Del alimoche a las águilas perdiceras. De la valiosa cigüeña negra a la chova piquirroja, recolectora de arándanos y ladrona de cerezas. Un abismo de vida por donde se marcha el Duero, padre de los ríos de Castilla, camino de Portugal. Tal vez un último éxtasis paisajístico desde otro mirador imprescindible, sin salir de Fermolle:el del Castillo. Vibrante fermosura.

Artículo promovido por la Consejería de Fomento.

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