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El miedo se ha apoderado de nuestras vidas. Tanto, que hasta cruzar la puerta de casa nos da cierto respeto. El enemigo está ahí fuera y cuando salimos de casa luchamos contra él armados con una mascarilla 'made in China', una petaca con un líquido desinfectante más caro que el mejor whisky escocés y unos guantes de fregar –porque los de látex son más difíciles de encontrar que el Santo Grial–. Y de esta guisa caminamos hacia la nueva normalidad, esa que nos han dividido en fases.
La cuarentena por el coronavirus también se ha dividido en fases, pero de eso se ha hablado menos: la primera fue la de la crisis del papel higiénico. Era imposible encontrar un rollo. Perdóneseme la expresión, pero mientras el mundo se iba a la mierda y nos decían que a este enemigo lo vencíamos entre todos, cada uno pensaba en su culo. Así somos. La segunda fase fue la 'Master house chef'. Las harinas comenzaron a escasear en los supermercados porque nos dio a todos por hacer bizcochos al unísono. Las redes sociales de unos y otros se llenaron de plum cakes, brazos de gitano y tartas de todo tipo en lo que parecía una competición nacional por sacar rendimiento al horno, ese electrodoméstico que muchos solo habíamos usado para calentar pizzas precocinadas. Y ante tanta caloría sin quemar, hemos pasado a la fase en la que nos hallamos: la de encontrar el chándal entre las cajas de ropa que hace años que no usamos para salir a correr, que es de las pocas cosas que podemos hacer.
Coronavirus en Palencia
Luis Antonio Curiel
Los que no sabemos ni cómo se agarra una sartén hemos tenido fácil no coger miedo a la báscula porque, como le ha sucedido a Torquemada, hemos pasado a la siguiente fase al no haber tenido casos 'en el horno' en los últimos días. Pero ese no es el caso de los protagonistas de esta historia: el chef Roberto Terradillos y su pareja, Marta Brú, que han aprovechado la cuarentena para experimentar en la cocina y crear platos que llevarán al Restaurante Terra.
Confinarse con un hombre que ha dirigido la cocina de tres establecimientos con estrellas Michelin puede convertir esa segunda fase de la cuarentena de la que hablábamos antes en un placer para el paladar y en todo un riesgo si se quiere guardar la línea, pero Marta ha encontrado la solución perfecta para ahorrarse disgustos. «En casa no tenemos báscula», afirma entre risas para hacer valer el viejo refrán que dice aquello de que la ignorancia da la felicidad. No obstante, la ignorancia en los fogones no es una buena aliada para hacer feliz a alguien con un plato en la mesa y por eso Roberto Terradillos lleva media vida estudiando sobre cocina, para ofrecer felicidad en cada una de sus propuestas gastronómicas, que antes disfrutaban decenas de personas al día y que durante la cuarentena solo ha degustado su pareja. «Soy una afortunada», afirma Marta mientras Roberto señala que lo de cocinar para dos es seriamente complicado para él. «Al principio me ponía y hacía comida para diez, pero ya he ido afinando las cantidades», explica el afamado cocinero palentino.
Terradillos ha convertido la cocina de su casa en banco de pruebas, Marta se ha transformado en pinche y crítica gastronómica a la vez y de ahí han nacido varios platos. «He hecho un par de recetas con congrio, que es un pescado muy arraigado a nuestra provincia y no se usa mucho en los restaurantes, pero le vamos a buscar un hueco en la carta», explica Terradillos, que aún no sabe cuál de las versiones que ha ideado con congrio –unas albódigas y unas patatas a la importancia– saldrán de la cocina de su casa para aterrizar en el restaurante Terra.
Especiales coronavirus
Buscar el lado positivo a todo lo que están viviendo y sacar sonrisas en medio de la amargura ha sido casi una meta para esta pareja, pero Terradillos reconoce que a veces le resulta complicado. «No paro de dar vueltas a la cabeza. A los 16 años empecé con esto, con la idea de montar algo mío siempre rondándome. Ahora, a los 34, lo he conseguido, tengo mi propio restaurante y llega esto, que te hace replantearte todo. No tiene nada que ver con que lo estés haciendo mal o que tu oferta no tenga cabida en la ciudad. Es algo ajeno a ti que te afecta directamente», reconoce Terradillos que, después de pasar la cuarentena trabajando, abrió el pasado lunes su restaurante para ofrecer algunos de sus platos para recoger en el local y degustar en casa.
¿Yqué tiene que ver la parrafada del principio con la historia de Roberto y Marta? Pues que si algo nos está enseñado esta crisis es que cosas tan insignificantes como unos guantes de fregar pueden salvar vidas y que si la vida te da limones, tal vez sea sensato hacer limonada, aunque si tienes la suerte de tener también harina y huevo, puedes preparar un bizcocho de esos que se han puesto de moda. Y en eso está inmersa esta pareja, en aprovechar lo que tienen a su alcance para que esta crisis que golpea al restaurante de Roberto se convierta en una oportunidad en la que hacer comida para recoger, ahora que la gente no puede disfrutar sus platos en el local. Cuando la vida da limones a un chef con estrella Michelin, solo queda sentarse a la mesa y disfrutar, aunque toca hacerlo desde casa y ya saben, mucho mejor si no tienen báscula.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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