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Fernando de los Mozos, vestido con la típica capa española. Luis Antonio Curiel
Coronavirus en Palencia: La hija del fallecido Fernando de los Mozos lamenta lo que sufrió su padre en el viaje a Benidorm que le costó la vida

«Fue temerario traer un autobús de jubilados con síntomas desde Benidorm», afirma la hija de uno de los fallecidos

La hija de Fernando de los Mozos lamenta lo que sufrió su padre en el viaje desde la costa alicantina y el empeoramiento de su salud hasta que falleció el 25 de marzo a los 79 años

Luis Antonio Curiel

Baltanás

Martes, 21 de abril 2020, 07:21

Era una persona feliz. Estuvo casado con Paquita Crespo Iglesias, que falleció hace dos décadas. Fue un golpe duro para toda la familia, pero Fernando de los Mozos Bercianos siguió luchando con tesón, pues era un hombre fuerte y valiente.

Como solía hacer todos los años para recibir a la primavera, se apuntó con unos amigos para realizar un viaje del Imserso, en este caso a Benidorm. El plan era perfecto, pero los jubilados palentinos en aquel viaje vivieron un auténtico calvario. La declaración del estado de alarma les pilló allí, por lo que tuvieron que estar confinados durante unos días en el hotel de Benidorm donde se alojaban. Algunos ya presentaban los síntomas del contagio, por lo que la situación se iba agravando. Estaban lejos de sus seres queridos, aislados en un hotel y sin recibir la adecuada medicación. El confinamiento se acabó una noche, cuando se fletó un viaje nocturno en autobús, en el que aunque guardaron las distancias de seguridad, los viajeros vivieron una auténtica pesadilla.

Fernando, de 79 años, sufrió mucho en el trayecto, ya que tenía fiebre y malestar general. Con la llegada a casa, no mejoró. Llamó al centro de salud de Pintor Oliva de Palencia, y después de hacer varios intentos para contactar con su médica de cabecera (le saltaba un contestador con varios números para marcar en función de su estado de salud), pudo explicarle los síntomas. Le mandaron tomar paracetamol y beber mucho líquido, pero cada vez se encontraba peor. Rehuía comunicarse telefónicamente, pues estaba cada vez más cansado y casi no podía hablar. Ya no tenía fuerzas ni para contestar a los WhatsApp que le enviaba su hija Raquel. Por eso, dos días después, su hija decidió presentarse en su casa, llamando primero al telefonillo para evitar posibles contagios. Fernando le respondió casi sin aliento, por lo que Raquel tuvo que pedir a su médica que activara el protocolo y le llevaran al hospital. «Mi padre, al igual que todos los que viajaron con él, tenía que haber recibido la primera atención médica en Benidorm. No hay derecho a lo que les hicieron al traerles por la noche estando contagiados. Es algo imprudente y temerario. Conozco más casos de personas que estuvieron con mi padre que también vinieron contagiados y alguno más ha fallecido. Pero, por si fuera poco, el calvario que vivió en Palencia durante dos o tres días fue terrible», recuerda con angustia Raquel.

Después de la insistencia de su hija, ingresó en el Hospital Río Carrión de Palencia, y padre e hija pudieron contactar mediante videollamada y casi sin aliento le contó todas las peripecias del viaje. Fue la última vez que se vieron, aunque a través del teléfono.

Raquel de los Mozos, enfermera en el Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid, se temía el fatal desenlace. Por ello, se reunió con la neumóloga y le pidió que ingresara a su padre en la UCI, pues no quería que muriese solo. «Es cierto que mi padre tenía ya alguna patología desde hace años, pero cuando fue a Benidorm se encontraba fenomenal. Por eso, al ver cómo estaba, pedí que lo intubaran, pues me temía el fatal desenlace. De algún modo, cuanto entró en la UCI, me despedí de él, pues ya sabía que no le volvería a ver. Esto es terrible, pues parece que hemos perdido la humanidad y es muy doloroso e injusto que nuestra gente esté marchándose así», rememora Raquel, que lleva casi un mes de baja por el fallecimiento de su padre y que no sabe cómo reaccionará cuando vuelva al trabajo el próximo fin de semana. «Quiero que salga a la luz todo lo que le ocurrió a mi padre, pues creo que han sido un cúmulo de malas gestiones las que han provocado este fatal desenlace. Es una experiencia durísima para todos», relata Raquel.

Reconoce que en la UCI de Palencia recibió un trato correcto, pues todos los días recibía dos llamadas del hospital (una por la mañana y otra por la tarde)para informarle sobre el estado de salud de su padre.

El fatal desenlace llegó cuatro días después, el pasado 25 de marzo. Un episodio que tampoco es baladí, pues la funeraria le cobró varios gastos extraordinarios derivados de la colocación de un sudario especial y los cierres herméticos. Raquel ya no pudo ver a su padre, pues fue incinerado siguiendo el criterio de Sanidad. Ni ella, ni sus nietos ni sus hermanos pudieron darle el último adiós. Se fue sin hacer ruido, como metáfora de su vida.

Fernando era una persona muy querida en Palencia. Trabajó en el mantenimiento de calderas de la Fábrica de Armas y participó activamente en la vida cultural de la ciudad. Formaba parte de la Asociación Cultural de Amigos de la Capa Española de Palencia (que prepara un homenaje para él) desde hace más de dos décadas. También era un apasionado del teatro, por lo que entró a formar parte de la Asociación Cultural Doña Constanza, poniendo sobre el escenario distintas obras de teatro, como 'La Leyenda del Cristo de la Vega'. Era un enamorado de la madera y la pintura, por lo que parte de su tiempo libre lo destinaba a estas aficiones. Su hija conserva con especial cariño numerosas cuadros que talló con distintas maderas nobles. Fernando también disfrutaba de las fiestas y eventos que se organizaban en los distintos pueblos de la provincia.

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